«Hanna», una adolescente rebelde porque el mundo la hizo así

Tras darse a conocer gracias a una serie de adaptaciones literarias protagonizadas por Keira Knightley, como «Orgullo y prejuicio» (2005) y «Expiación» (2007), el director Joe Wright sorprendió a propios y extraños con «Hanna» (2011), un sofisticado thriller de acción sobre una adolescente, encarnada por Saoirse Ronan, que había sido educada como una máquina de matar por su presunto padre en insondables bosques del norte de Europa. Por su premisa, la película inevitablemente conectaba con «Nikita, dura de matar» (1990), el pionero «actioner» feminista de Luc Besson, aunque estuviera rodada tomando como base un estilo del todo distinto. En parte considerando que Besson está a punto de estrenar en España «Anna», también protagonizada por una heroína de acción, parece un buen momento para recuperar su adaptación a la pequeña pantalla.

Han pasado los años pero la Hanna televisiva sigue teniendo la misma edad, aunque es lógico que su rostro haya cambiado: ahora luce el de Esme Creed-Miles, hija de la pareja de actores Samantha Morton y Charlie Creed-Miles. Es una chica pálida que transmite melancolía y, por tanto, resulta francamente creíble en la piel de una muchacha que creció apartada del mundo y ahora es perseguida por una sección ultrasecreta de la CIA responsable de una serie de bizarros experimentos y cuya jefa está encarnada por Mireille Enos. La totalidad del extraño thriller de Wright estaba envuelta de una atmósfera de fábula que aquí ha desaparecido casi por completo. La ambientación es más realista, aunque conserva de su modelo el toque cosmopolita y una banda sonora seleccionada con gusto; en ella, entre otros temas, se incluyen los ritmos bailongos de «Windowlicker», de Aphex Twin, o la irresistible nostalgia retro de «¿Por qué te vas?», de Jeanette, que acompaña a la protagonista a su paso por España.

Relato dilatado

Analizada en conjunto, «Hanna» podría considerarse como un ejemplo paradigmático de la diferencia entre los modos de la ficción cinematográfica y los de la televisiva. Aunque el guión de la serie incorpora numerosos elementos al que sirvió como columna vertebral de la película –ambos los firma David Farr–, lo que entonces era una narración dinámica y económica ahora es un relato dilatado y en ocasiones hasta aletargado, sobre todo porque por regla general insiste en permitir que el espectador descubra aspectos de la verdad sobre la protagonista mucho antes de que ella misma sea capaz de comprenderlos.

Pese a ello, la serie se muestra razonablemente sólida combinando solventes escenas de acción con momentos de mayor profundidad dramática, mucho más memorables cuando se centran en el personaje interpretado por Enos que cuando ponen el foco en ese padre circunspecto al que da vida Joel Kinnama. Que un actor tan pétreo siga teniendo trabajo es uno de los grandes misterios del siglo XXI. En cualquier caso, eso sí, el personaje que otorga a estos ocho episodios su razón de ser es obviamente el que también les da título, una adolescente más perdida en el mundo que ninguna otra porque no lo conoce en absoluto. Por eso son especialmente relevantes las escenas de la serie en las que Hanna pasa por Inglaterra, donde vivirá experiencias muy similares a las de una adolescente cualquiera, desde el primer amor a la primera disputa con su mejor amiga, que por supuesto también es la única.

• ¿Por qué hay que verla?
• Es una curiosa combinación de thriller de acción y drama adolescente
• ¿Por qué podría defraudarle?
• Las comparaciones entre el cine y la televisión son odiosas. Y si ya se ha visto la película...
• ¿Cuántos capítulos son y cuánto duran?
• La primera temporada está compuesta de ocho de una hora
• ¿Dónde puedo verla?
• En Amazon Prime