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Hiram Bingham, el cénit del arqueólogo aventurero

Siguió los pasos de famosos predecesores, como el humanista Alexander von Humboldt, y fue la persona que descubrió al mundo las ruinas de Machu Picchu
Hiram Bingham delante de su tiempo durante una expedición
Hiram Bingham delante de su tiempo durante una expediciónWikipedia

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La arqueología ha seguido avanzando en los últimos años a partir de notables descubrimientos, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, y de la mano de grandes innovaciones metodológicas. Algunas de estas novedades surgieron a partir de la investigación de las antiguas culturas de América. También en este campo, como en el antiguo Oriente, la lingüística, la literatura, la antropología, el folclore y la mitología –pues estas últimas disciplinas se funden en cuanto a los pueblos de América, algunos de los cuales conservan estas tradiciones vivas– han corrido parejas con la investigación sobre la cultura material para un mejor conocimiento de estas realidades históricas.
Se combina el estudio de la prehistoria del continente americano y de sus pueblos indígenas con la arqueología de la época histórica y todo ello, a la luz de los mitos de diversas culturas, que conocemos también por la visión europea de, por ejemplo, las llamadas «Crónicas de Indias» de los españoles. Pienso, por ejemplo, en la riquísima mitología de los aztecas, mayas, incas, con su panteón politeísta y con tantos paralelos con otras culturas de la antigüedad, que indagará la comparatística del siglo XIX. Pero no solo desde las crónicas españolas y las publicaciones subsiguientes en Europa, sino sobre todo a partir de la emblemática figura de Alexander von Humboldt, comisionado por el rey Carlos IV para su misión científica en las Américas, se intensifica el interés por las antigüedades americanas. Si Humboldt enlazaba naturalismo y humanismo, le seguirá en el conocimiento del continente la antropología norteamericana del siglo XIX. Desde entonces se empiezan a compilar mitos y leyendas de los diversos pueblos nativos americanos, desde sioux, iroqueses y apaches a yanomamis y patagones, cuyos cuentos, configuran también una riquísima cosmogonía y cuyas lenguas se empiezan a estudiar en grandes familias.
En general, y dentro de la era precolombina, antes del contacto masivo con los europeos, se estableció una subdivisión en cinco fases, según el trabajo pionero de Gordon Willey y Phillip Phillips de 1958, que funda el método moderno de la arqueología del continente. Es importante pensar que las cronologías de edad antigua (neolítico, bronce, etc.) no coinciden con las establecidas para la prehistoria europea. Por ejemplo, la época llamada «clásica» se extiende en torno al desde el siglo VI al XIII. En torno a ese trabajo académico, hay que recordar los más icónicos hallazgos, desde la avenida de los muertos en Teotihuacán al Machu Picchu, que han proyectado esta arqueología al gran público, también a través de la ficción literaria y audiovisual. Estos hallazgos más conocidos y los grandes museos, como el imprescindible Museo Nacional de Antropología de México, la han popularizado enormemente.
Un ejemplo conocido es el trabajo de John Lloyd Stephens, que siguió los pasos de Humboldt y, desde su cargo como embajador en la República Federal de Centro América, pudo indagar en la década de 1840 en las ruinas mayas de Copán, Chichen Itzá, Tulum, Uxmal y Palenque, entre otros lugares. Pero tal vez el descubrimiento más emblemático fuera el de las ruinas del Machu Picchu, el 24 de julio de 1911, por el arqueólogo Hiram Bingham, que dirigía una expedición de la Universidad de Yale y aspiraba a desvelar la ciudad de la pérdida de los incas, como titulaba de forma sugerente una de sus monografías. Sin duda la imagen del arqueólogo aventurero buscando ídolos precolombinos a través de la peligrosa jungla que nos han transmitido las películas de Hollywood tenga mucho más que ver con esta estirpe de arqueólogos americanos que con los que trabajaron los yacimientos clásicos o de Oriente.
Pero, en suma, en paralelo a esa imagen, entre realidad y ficción, también se va construyendo la historia de esta disciplina en la modernidad, a la que se suman muchas otras subdisciplinas de la arqueología, o híbridos con otras ciencias humanas o experimentales, que también han permitido notables avances. Mención especial merece la arqueoastronomía, que ha investigado con especial énfasis la disposición del urbanismo antiguo, sobre todo en los grandes templos y santuarios, con referencia a su orientación hacia las estrellas y el sol. En este campo, por ejemplo, España es un lugar puntero, como se puede ver en la línea de investigaciones arqueoastronómicas que existe en el Instituto Astrofísico de Canarias. Pero existen otras: arqueología submarina, arqueobotánica, arqueología zoológica, arqueología forense, arqueología del paisaje, arqueología marítima y otras muchas que han ayudado a investigar el pasado humano y a deslindar, cuando esto es posible, entre mito e historia.