Y los pecados capitales
En México, se acostumbra darles con un palo, durante 9 días
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A la soberbia, a la ira, a la avaricia, a la envidia, a la lujuria, a la gula y a la pereza, se les golpea lo más fuerte que sea uno capaz y con un palo de escoba. Los golpes van acompañados de estas rimas:
Dale, dale, dale,
No pierdas el tino,
Porque si lo pierdes
Pierdes el camino.
Ya le diste una,
Ya le diste dos,
Ya le diste tres
Y tu tiempo se acabó.
Las piñatas mexicanas y sus simbólicos siete picos
Según Marco Polo, el origen de las piñatas, se encuentra en las celebraciones de año nuevo en China y en su forma original representaban animales. De ahí, la tradición viajó a Italia y, por último, llegó a México, en donde los frailes la utilizaron como herramienta de evangelización.
Existen indicios de que en Mesoamérica, había tradiciones similares. Los mayas acostumbraban romper recipientes de barro rellenos de cacao y los mexicas, llenaban cazuelas de barro con tesoros y alhajas y las decoraban con plumas y lazos. Las rompían durante las festividades en honor al Dios Huitzilopochtli, el “padre” de Tenochtitlán.
La forma actual de las piñatas mexicanas, surgió en el siglo XVI en Acolman de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, cuando los frailes comenzaron a celebrar las “misas de aguinaldo” o “posadas” durante los días previos a la Navidad. Este lugar, ubicado en el Estado de México, se fundó en el siglo XII y se le atribuye a los Acolhuas, uno de los siete pueblos chichimecas. Nezahualcóyotl fue un reino. A la llegada de los españoles, estaba gobernado por Xocotzín.
Actualmente, las piñatas se elaboran a partir de una olla de barro o cartón moldeado cubierto de papel colorido y se rellenan con dulces, fruta, cacahuetes y juguetes y en las posadas, se rompen con un palo y los ojos vendados.
El simbolismo de la piñata:
- Los siete picos representan los pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
- Sus colores simbolizan la tentación.
- Las láminas de oropel o latón: hacen referencia a los engaños del mundo.
- Vendar los ojos a los que le dan golpes con un palo: nos recuerda que la fe es ciega.
- El palo con el que se rompe la piñata: es la fuerza y la virtud que destruyen los engaños y pecados.
- Los dulces, la fruta, los cacahuetes y los juguetes: son las riquezas del reino de los cielos que se otorgan como premio a la fe y la perseverancia.
De esta forma, la tradición de la piñata, nos recuerda que la fe ciega y la voluntad, vencen al pecado y nos hacen merecedores de las recompensas divinas.
Tradición para romper la piñata
De acuerdo con la tradición, se deben de vendar los ojos a las personas antes de que pasen a golpear la piñata. También tienen que girar treinta y tres veces sobre su propio eje con la finalidad de que pierdan la orientación y el equilibrio. El resto de los asistentes, forman un círculo en torno a la persona y la animan entonando las rimas que comentaba al inicio.
Esto se repite cada año, en las nueve “Posadas” (fiestas previas a la Navidad). Los mexicanos viven intensamente el mes de diciembre, y por poner un ejemplo de la “apretada agenda” de festejos, la citas podrían quedar repartidas de esta manera: “El 16 de diciembre la pasamos en casa de los Fernández, el 17, en casa de los Escalera, el 18, con los compañeros en la escuela, el 19, con los primos, el 20, en Cuernavaca, el 21, en casa, el 22, con los vecinos, el 23, con los padrinos y el 24, cenamos todos en casa de los abuelitos”. Son nueve días para encontrarse con amigos, familiares, compañeros de escuela, de trabajo... Así se viven los dias previos a la Navidad en México, de Posada en Posada, de casa en casa, de fiesta en fiesta y dandole, con los ojos vendados a la piñata.
En la interminable Ciudad de México, en estos días, cuelgan artículos muy coloridos en los mercados y en los puestos callejeros. No son mercadillos, sino espacios que los vendedores instalan en los bulevares, en los camellones o en las esquinas, creando una atracción imposible de abstenerse a los paseantes. La piñatas, de tamaños imposibles y más posibles, dan un aspecto de fiesta y alegría a la capital mexicana. Y ¿qué tiene que ver esto con los siete pecados capitales?
Alejandro Tovar, historiador y docente del Tecnológico de Monterrey, del Campus Santa Fe en la Ciudad de México, explica a la Agencia Efe: “las fiestas navideñas son una expresión de sincretismo, pues en ellas, se conjuntan elementos de los pueblos originarios así como la cultura occidental, e incluso la asiática”.
Desde el 12 de Diciembre, día en que se festeja a la Virgen de Guadalupe, el ambiente de fiesta en México se empieza a notar, pero el arranque de las fiestas navideñas, es el día 16, y esto se debe a una tradición que se mantiene desde antes de la llegada de los españoles. Los aztecas celebraban durante el mes de Panquetzaliztli, (equivalente al mes de diciembre), la llegada de Huitzilopochtli, Dios de la guerra. Estas solemnes fiestas, comenzaban el día seis y duraban 20 días, en los cuales coronaban a su Dios poniendo banderas en los árboles frutales y estandartes en el templo principal. A esta tradición, se le conocía, con el nombre de «levantamiento de banderas».
A la llegada de los españoles, los religiosos encargados de la evangelización del pueblo, suplantaron el culto al dios de la guerra, por la práctica europea de la preparación para la Navidad, dando paso a las Posadas.
En un principio a estos festejos se les llamó «Misas de aguinaldo» y se llevaban a cabo del 16 al 24 de diciembre en los atrios de las iglesias y en los conventos y consistía en celebrarlas junto con pasajes y representaciones alusivas a la Navidad; adicionalmente se daban pequeños regalos a los asistentes, conocidos como aguinaldos. A lo largo del tiempo, el mismo pueblo fue agregando elementos más atractivos a estas celebraciones como velas, luces de bengala y piñatas, hasta adoptar estas fiestas en sus barrios y en sus casas.
El “protocolo” de las Posadas
Las familias e invitados a la celebración, se organizan en dos grupos para representar a “los peregrinos” José y María en su camino a Belén y a “los hosteleros” que están en sus “posadas”.
Uno de los grupos, (los peregrinos), tienen que salir a la calle o colocarse detrás de la puerta de entrada de la casa, o de la verja, portando una vela encendida. Este grupo (los peregrinos) “pedirán Posada” a los que están dentro (hosteleros) y estos irán respondiendo por medio de estos cánticos:
Los Peregrinos…
En el nombre del cielo,
yo os pido posada,
pues no puede andar,
mi esposa amada.
Los Hosteleros…
Aquí no es mesón,
sigan adelante,
no les puedo abrir,
no vaya a ser un tunante.
Los Peregrinos…
No sean inhumanos
Denos caridad
Que el Dios de los cielos
Se lo premiará...
Los Hosteleros…
Ya se pueden ir,
y no molestar
Porque si me enfado
Los voy a apalear
Los Peregrinos…
Venimos rendidos
Desde Nazaret
Yo soy carpintero
De nombre José
Los Hosteleros…
No me importa el nombre
Déjenme dormir
Pues yo ya les digo
Que no hemos de abrir
Los Peregrinos…
Posada le pido,
amado casero,
pues madre va a ser,
la reina del cielo
Los Hosteleros…
Pues si es una reina,
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche anda tan solita?
Los Peregrinos…Mi esposa es María
Reina del cielo
Y madre va a serDel divino verbo
Los Hosteleros…
Eres tú José
Tu esposa es María
Entren peregrinos
No los conocía
Los Peregrinos…
Dios pague señores
Nuestra caridad
Y os colme el cielo
De felicidad
Los Hosteleros
Entren Santos Peregrinos,
Reciban este rincón,
Que aunque es pobre la morada,
Os la doy de corazón.
La entrada de los peregrinos a la Posada
Una vez “aceptados” por los hosteleros, los peregrinos entran a la casa y van directamente a romper la piñata y a darle duro, a los siete pecados capitales.
La posada concluye con una fiesta, en la que los anfitriones ofrecen a sus invitados un ponche, una bebida caliente elaborada con fruta de temporada, con caña de azúcar, con manzana, ciruelas pasas y guayabas y como en México por la noche refresca, no falta el café de olla, con sabor a canela y piloncillo.