Mujeres desconocidas

Diotima, la arquitecta del amor platónico

Solo el prolio Platón ofrece una ventana hacia la existencia de esta filósofa, quien fue una sabia excepcional cuyas ideas han sido estudiadas a lo largo de los siglos

Diotima fue maestra de Sócrates y sus reflexiones acerca del amor son clave
Diotima fue maestra de Sócrates y sus reflexiones acerca del amor son claveArchivo

Cuando pensamos en la Grecia clásica, siempre hay un halo de racionalidad que impregna todo recuerdo: grandes pensadores, estrategas y artistas dejaron huella en lo que se denomina «la cuna de la cultura occidental». Sin embargo, cada una de estas figuras tenía una madre, una esposa o una maestra de la que aprendió lo que sabía. Por ello, en esta travesía por la Historia, nos resulta curioso que cuando se menciona a Sócrates, maestro de Platón, no se hable sobre su maestra: Diotima de Mantinea. Diotima, nacida en el siglo V a.C. en Mantinea (una poderosa ciudad antigua de Arcadia, Grecia), se revela como una sombra en el tiempo. La escasez de datos sobre su vida se debe a que solamente una fuente, el propio Platón, nos ofrece una ventana hacia su existencia. El filósofo griego, en su obra «Banquete», reproduce un diálogo mantenido entre Sócrates y otros invitados, entre ellos, Alcibíades, gran orador y famoso estadista ateniense. Alcibíades, insistiendo en el cariño que profesa a Sócrates, acaba provocando que el griego hable sobre uno de los temas centrales que nos mueve como seres humanos y que, por ende, está presente en todas las culturas: el amor. Sócrates, en un alarde de hacer referencia a su maestro, menciona que todo lo que conoce sobre esta cuestión lo sabe de la mano de la experta en estos temas, es decir, gracias a la sacerdotisa Diotima. Es aquí donde surge el nombre de esta figura tan especial, cuyo profundo conocimiento sobre las artes adivinatorias, la maternidad o el amor (el «Eros» griego, representado en la mitología griega como el hijo angélico de Afrodita), influye en Sócrates. Es gracias a ella por la que Sócrates adquiere una comprensión única del amor basada, no en las ataduras sexuales, sino en la contemplación de lo que realmente es bello en la otra persona.

La búsqueda de la virtud, no sólo individual, sino el bien del otro, hace que más tarde esta idea se haya consagrado como la visión platónica de ese sentimiento universal. Lo que comúnmente llamamos «amor platónico» fue en realidad revelado por Diotima a Sócrates. Por tanto, esta mujer no solo es la maestra de Sócrates sino también la arquitecta de una idea epicentral en la filosofía que perduraría a lo largo de los siglos. ¿Porqué? Debido a que la idea del amor que Diotima presenta no se trata de un romance idealizado o de un amor no correspondido, sino de la idea que el amor es la fuerza que nos mueve para contemplar la belleza en el mundo, superando el deseo sexual o la apetencia pasajera.

Pero, ¿qué relación puede darse entre el amor y las artes oraculares? La identidad de Diotima como sacerdotisa la conecta con la esfera femenina de lo místico y la espiritualidad, un terreno donde las mujeres históricamente han desempeñado roles influyentes. Se pensaba que la mujer podría ser mejor representante y transmisora de la «voz de los dioses», quizá porque en su función de madre, podía albergar en su interior una vida, ya sea humana o divina. Pero es esa visión histórica la que ha perjudicado y restringido socialmente a las mujeres, al verlas como receptáculos (de dioses o de hombres).

Poderosa y clarividente

Volviendo a Diotima, posiblemente fue una hechicera o una profetisa. Sin embargo, no era una sacerdotisa común, sino una sabia excepcional. Platón nos dirá de ella que «en cierta ocasión consiguió para los atenienses, al haber hecho un sacrificio por la peste, un aplazamiento de diez artos de la epidemia». Este acto testimonia que sus habilidades fueron notables. Y, ciertamente, Diotima no es descrita como un ser humano corriente en «Banquete» de Platón o en la obra homónima de Jenofonte, sino como una profetisa que tiene contacto con una sabiduría que los humanos mortales no pueden alcanzar fácilmente. Ella es en sí misma un ser que tiene acceso a habilidades que están más cercanas a los dioses que a los humanos.

A pesar de sus proezas, el manto del misterio rodea a Diotima y su existencia han sido cuestionadas a lo largo de los siglos. Incluso figuras como Ficino, en el Renacimiento, consideraron la posibilidad de que fuera un personaje ficticio, ya que para muchos resultaba inconcebible que una mujer poseyera tales conocimientos, o que incluso pudiera ser la maestra de una de las figuras más influyentes de la filosofía. Este escepticismo persiste en algunos círculos académicos, señalando la tendencia histórica de menospreciar el papel de las mujeres inteligentes, relegándolas a meros vínculos familiares o tildándolas como excepciones, como si su poder residiese en ser «madre de» o «hija de».

Encontramos, pues, en Diotima un ejemplo no tan raro de una mujer independiente y poderosa, con dotes mágicas y una mente clarividente. Aunque las sombras del desconocimiento aún oscurecen gran parte de su vida, su impacto en la filosofía y en el pensamiento occidental resultan evidentes.