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cultura
Franco salvó a decenas de miles de judíos
Es necesario acudir a los hechos históricos frente al Gobierno socialista, que empantana el final de Auschwitz con el de Franco

Hoy, lunes 27 de enero, se conmemora el 80 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, acto al que acudirán mandatarios internacionales. Felipe VI también estará presente. Sin embargo, hay que repudiar la maniobra de este Gobierno socialcomunista que, en su afán por reescribir la Historia, ha decidido involucrar la presencia del Rey en dicho acto ligándola con la de los 50 años del fallecimiento del Generalísimo Franco. Un acto miserable y falto de cualquier rigor histórico, toda vez que Franco nada tuvo que ver con aquello.
Por ello, es conveniente exponer de manera rigurosa y exacta la relación de Franco con unos hechos que unas mentes perversas quieren manipular faltando a la verdad. ¡Ya está bien de mentir una y otra vez! La revista judía «The America Sephardi» afirmó: «En contraste con Inglaterra, que cerró las fronteras de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la destrucción, y en contraste con la democrática Suiza, que devolvió al terror nazi a los judíos que llamaban a sus puertas buscando ayuda, España abrió su frontera con la Francia ocupada admitiendo a todos los refugiados sin distinción entre los que se encontraban los clandestinos».
El profesor Haim Arni, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, un gran experto, ha llegado a la conclusión de que, de una u otra manera, fueron 40.000 los judíos salvados de la cámara de gas.
Otro historiador, Chaim Lipschitz, autor del libro «Franco, Spain, the Jews and the Holocaust», asegura que Franco salvó a más de 60.000 judíos durante la II Guerra Mundial. El que fuera ministro de Asuntos Exteriores de Israel y embajador en España, el también historiador Slomo Ben Ami, afirmó que la España de Franco salvó a más judíos que todas las democracias juntas. Recientemente, el profesor Lawrence H. Feldman, en el primer volumen de su obra «Refugiados de Franco», ha facilitado la lista de casi un millar de judíos europeos plenamente identificados.
En diciembre de 1945, en el congreso que se celebró en Atlant City (Nueva Jersey), se aprobó una resolución que decía: «La conferencia ‘‘Emergencias de la guerra’’ del Congreso Mundial Judío, hace llegar su gratitud a la Santa Sede, a los gobiernos de Suecia, Suiza y España, y al Comité Internacional de la Cruz Roja por la protección que han dispensado bajo condiciones difíciles a los judíos perseguidos en Hungría». El señor Isaac Weisman, delegado de este Congreso, elogió la intervención del embajador en Lisboa, Nicolás Franco, y la del Gobierno español, por la que cien judíos sefarditas que se hallaban en el campo de concentración de Haidari, en Grecia, fueron salvados de su deportación a Polonia.
Facilitar la inmigración ilegal
Al inicio de 1945 Franco permitió a la Agencia Judía que actuara en territorio español para facilitar la inmigración ilegal de los supervivientes de los campos de concentración a Palestina, donde por entonces los británicos impedían la inmigración judía. En el otoño de 1953, las actividades del «Yamin Nora’im» estaban dirigidas en Madrid por el Rvdo. D. A. Jessurum Cardozo, de Nueva York. Estos servicios, a los que Franco expresó su reconocimiento, eran los primeros oficialmente autorizados en España desde la expulsión de 1492.
Tras la participación de Israel en los acontecimientos de Suez de 1956, a los judíos marroquíes se les prohibió emigrar a Israel. Franco, que recibió en varias ocasiones al doctor Solomon Gaon, hizo lo necesario para que pudieran llegar a través del Sahara Español.
En 1960, en la clausura de la magnífica Exposición Bibliográfica Sefardita Internacional, en la Biblioteca Nacional de Madrid, el Generalísimo concedió a Haham Gaon la Orden Civil de «Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio». Franco, en un discurso en judeo-castellano, señaló: «El Gobierno español está orgulloso de haber podido salvar vidas judías durante la II Guerra Mundial y quiere hacer todo lo posible por aumentar los lazos culturales con los sefarditas españoles».
En el I Simposio de Estudios Sefarditas, celebrado en Madrid a primeros de junio de 1964, el Gobierno invitó a estudiantes judíos de todo el mundo a que leyeran documentos y publicaciones referentes a aspectos de la cultura sefardita. En 1970 se publicó un volumen de actas de 781 páginas financiado por el gobierno, siendo, quizá, el trabajo más importante del siglo XX sobre estudios sefarditas.
Tras la guerra árabe-israelí de 1967, Franco dio órdenes a todos sus embajadores en los países árabes para que concedieran visados y pasaportes españoles a cuantos judíos fuera posible. Franco también intercedió en nombre de los judíos egipcios «apátridas» presos por Nasser e internados en condiciones inhumanas. En 1968 más de un centenar pudieron viajar a España. En 1965 Franco fue el primer jefe de Estado que desde 1492 recibía a delegados de congregaciones judías. El 14 de diciembre de 1966 casi veinte millones de españoles votaron a favor de la libertad de culto para todas las confesiones religiosas, concediéndose permiso para la celebración de actos religiosos judíos públicos. El 16 de diciembre de 1968 se inauguró en Madrid la primera sinagoga desde 1492. El jefe del Estado, a través del Ministerio de Justicia, derogó el Edicto de Expulsión de 1492.
El 13 de junio de 1971, para satisfacer un deseo largamente acariciado por el Generalísimo Franco, la antigua Sinagoga del Tránsito de Toledo fue «devuelta al judaísmo», que, a falta de una comunidad judía, se convirtió en Museo Judío, a la espera de su nueva consagración como «Casa de la Oración Sefardita Judía». Cuando Tánger y Tetuán fueron anexionadas a Marruecos, el Gobierno español invitó a todos los judíos de ambas ciudades para que se instalaran en España. Por orden de Franco, un artista judío recibió el encargo de esculpir en un parque de Málaga una estatua del filósofo y poeta Salomón Ibn Gabirol (1201). Gracias a los esfuerzos de Franco, España era en 1972 el único país, excepto Israel, en el que todas las universidades públicas tenían un Departamento de Estudios Judíos.
En el «Sabat Vayislah» 18 Kisley 5736 (22 de noviembre de 1975), los coeditores de «The American Sephardi» acudieron a rezar un responso por el alma del Generalísimo Franco ante el arca de la histórica Sinagoga Hispano-Portuguesa, en la ciudad de Nueva York, inscribiendo la frase: «Sehu azar hayenhudim bime hamilhama hagedola» («Por su ayuda a los judíos durante la Guerra Mundial»).
Más que todas las democracias juntas
Y Slomo Ben Ami, ministro de Asuntos Exteriores de Israel y embajador de Israel en España, dijo que «el poder judío no fue capaz de cambiar la política de Roosevelt hacia los judíos durante la II Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas» (Época, 1991). Y Golda Meir, primera ministra de Israel, cuando fue ministra de Asuntos Exteriores aseguró que «el pueblo judío y el Estado de Israel recuerdan la actitud humanitaria adoptada por España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas víctimas del nazismo» (Parlamento israelí -Knesset, 10.02.1959)
Y Max Mazin, presidente de la Asociación Hebrea en España (1973), señalaba: «¿Qué importa el número de judíos salvados por España, cuando el precio de una sola vida es infinito? Sé que España salvó las vidas de docenas de millares de hermanos nuestros por diversos procedimientos. El nombre de España es una de las poquísimas luces que brillan en la larga y oscura noche que vivió el pueblo judío durante los trágicos años del nazismo».
Elie Wiezel, escritor judío, Premio Nobel de la Paz en 1986: «España fue, probablemente, el único país de Europa que no devolvió a los refugiados judíos» (Madrid, julio de 1990). Haim Avni y Yad Vaskem, Universidad hebrea de Jerusalén: «Un total de por lo menos 40.000 vidas judías fueron salvadas de las cámaras de gas por las actuaciones directas de las embajadas y consulados españoles» (Sobre la catástrofe judeo-europea, 1970). Chaim Lipschitz, escritor judío y autor del libro «Franco, Spain, the Jews and the Holocaust»: «Tengo pruebas de que el Jefe del Estado español, Francisco Franco, salvó a más de setenta mil judíos durante la II Guerra Mundial. Ya va a ser hora de que alguien dé las gracias a Franco por ello» («Newsweek», febrero de 1970)
Israel Singer, presidente del Congreso Mundial Judío: «La España de Franco fue un refugio importante de judíos que se arriesgaron a venir escapando de la Francia de la libertad, la fraternidad y la igualdad. No quiero defender a Franco, pero en la II Guerra Mundial muchos judíos se salvaron en España e ignorarlo es ignorar la historia» («El Mundo», 17/12/2005)
Enrique Múgica Herzog, PSOE: «Aquel régimen, tan criticable en otros aspectos, acogió a los judíos que llegaron, bien para asentarse en España, bien para continuar viaje con la ayuda del servicio diplomático». (Congreso Mundial Judío, Londres, 1998)
La labor de los diplomáticos en el exterior fue fundamental durante la Segunda Guerra Mundial. Aproximadamente 35.000 refugiados judíos huyeron de la Europa nazi a través de España, la mayoría de ellos entre los años 1939 y 1942, y de ellos unos 15.000 cruzaron la frontera franco-española de forma ilegal, sin la documentación o autorización necesaria. A la hora de conceder visados para pasar por España «no se estableció una discriminación formal entre refugiados judíos y no judíos». Los diplomáticos, siguiendo instrucciones, interpretaron las normas de la manera más flexible con el fin de favorecer a los judíos.
El Ángel de Budapest
Tal fue el caso del secretario de Embajada, Eduardo Propper de Callejón, quien en 1940 expidió visados, desde el Consulado de España en Burdeos, a refugiados judíos eludiendo incluso los trámites exigidos. Pero las relaciones diplomáticas que mantuvo España con Alemania durante toda la guerra posibilitaron que algunos embajadores y cónsules pudieran brindar protección a las víctimas.
Otro hombre fundamental fue Ángel Sanz Briz, encargado de Negocios de España en Budapest entre 1943 y 1944, a quien se le atribuye la salvación de 5.200 judíos, hecho que le valió el sobrenombre de «El Ángel de Budapest». Sanz Briz, al igual que Propper de Callejón, y otros diplomáticos como Jorge Perlasca, José Ruiz Santaella y su esposa Carmen Schrader, han sido distinguidos con el título de «Justo entre las Naciones» que la Autoridad para la Memoria de los Mártires y los Héroes del Holocausto otorga a los no judíos que de forma desinteresada se arriesgaron para ayudar a los judíos perseguidos.
Y, también, Bernardo Rolland de Miota, (Francia); Santiago Romero Radigales, (Grecia); Julio Palencia, (Bulgaria) y José de Rojas, (Rumanía), ayudaron a los judíos perseguidos en aquellos críticos años de guerra. Otros diplomáticos, como el embajador de España en Berlín, Ginés Vidal, llamó la atención al Gobierno español sobre «las consecuencias que podía tener la política de abandono de sus súbditos» en alusión a los judíos sefardíes. El funcionario de esta embajada, Federico Oliván, escribió una carta al Ministerio «clamando por la urgente repatriación de judíos españoles», de modo que en agosto de 1943 se aprobó la repatriación de los judíos españoles.
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