Javier Gómez: «La epidemia del todo gratis ha atontado a la gente»
El presentador de Telemadrid realiza un diagnóstico de la sociedad actual mediante una recopilación de textos llamada «La gran desilusión».
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El presentador de Telemadrid realiza un diagnóstico de la sociedad actual mediante una recopilación de textos llamada «La gran desilusión».
Ver un telediario con frecuencia y pasar una hora recién despierto con su presentador podría parecer extraño, como si él hubiese salido de la pantalla sin avisar. Pero la experiencia con Javier Gómez en una cafetería demuestra que con ellos es fácil olvidarse de la televisión porque no se comportan igual detrás de todas las mesas. Él ya se ha habituado a la del plató del «Telenoticias 2» de Telemadrid, al cual se incorporó el pasado junio. Antes, trabajó en otros canales, radios y periódicos, corresponsal en París y Milán, y ha dirigido una revista. A esta trayectoria le faltaba la guinda del que publica ahora, «La gran desilusión» (Círculo de Tiza), en el que a través de una recopilación de textos diagnostica lo males de la sociedad actual.
–¿Cómo es la relación de los ciudadanos de hoy en día con el periodismo?
–El mundo ha decidido no esperarlo porque ha mirado por encima del hombro a sus públicos, que es el mayor pecado. Hemos sido muy poco humildes. La gente ha perdido un poco la luz durante el periodo de la recesión, se encontraba como en un bosque tupido, y lógicamente acudió a los medios de comunicación buscando una linterna, pero éstos estaban igual o más perdidos. Mientras nosotros íbamos en tranvía, el mundo iba en lanzadera.
–¿Y qué vehículo habría que coger ahora?
–Uno que nos ponga a esa velocidad. Tenemos los recursos narrativos, el alcance de los públicos, falta recuperar la credibilidad y encontrar un modelo de negocio que nos permita subsistir. La epidemia del todo gratis ha atontado a la gente, y cuando les haces creer que el cuarto poder es gratuito, es muy difícil reacostrumbarles a pagar. En ese cruce de caminos podemos caernos por el agujero definitivamente, pero también estamos en un momento en el que la población necesita más información y más contexto que nunca.
–¿Y en Telemadrid cómo se está intentando cambiar?
–Haciendo una televisión pública plural, de servicio para el ciudadano, y estética. ¿Quién dijo que lo público no podía ser bonito? Eso no cuesta más o menos dinero, es una cuestión de compromiso estético y de búsqueda. Entonces, hay que trabajar, y cuantas más referencias tienes mejor forma le vas a dar. A mí me decían: un informativo público tiene que ser una cosa neutra, fría, como de los años 80 a ser posible y debes moverte poco de la silla. Pues lo estamos haciendo al revés y generamos una diferencia porque así generamos una atención y después una identidad y luego una fidelidad. Hay que ser distinto al de enfrente.
–Hablando de diferencias, ¿son correctas las comparaciones típicas entre españoles, franceses e italianos?
–Quien hace esos paralelismos no tiene ni idea. Se creen que Francia es el país más moderno que existe y es el más conservador. De largo. Para aprobar el matrimonio homosexual, tela, y nos miraban como diciendo, cómo lo habéis logrado vosotros con todo el peso de la religión católica. Nosotros somos muchos más modernos y no tendemos a vernos así. De lo que tenemos que darnos cuenta es de cómo nos miran desde el extranjero, y fuera se nos valora más de lo que nos queremos nosotros mismos. Y fíjate, un tema del que nadie habla. Yo voy bastante a París, y nadie en España se puede imaginar la cantidad de ancianos solos que hay allí. Es una epidemia. Las grandes ciudades se han convertido en un nido de soledades que llegados a ciertas edades se convierten en problemas de todo tipo, práctico, sanitario... En nuestro país eso no lo ves porque tenemos otro tipo de vida, mantenemos lazos familiares, estructuras sociales fuertes que son parte de nuestra identidad más allá de la simple asociación con los bares y la pandereta que a mí me horripila.
–Si de algo presumimos en España es de éxitos deportivos. Ha trabajado en ese sector periodístico, ¿es una pena la situación en la que se encuentra en España?
–Tiene mucho deporte y poco periodismo. Es muy pobre. Se identifica con el fan y de ahí pasa al hooliganismo más que al periodismo. Te ofrece las mejores imágenes e historias, y se minusvalora ese material.
–¿Estamos demasiado volcados en el fútbol?
–Claro, pero si volvemos a las comparaciones, en Francia han hecho del rubgy el deporte de los valores como oposición al fútbol. Tienen sus estrellas igualmente y está muy arraigado en las raíces de algunas zonas. Se juega a las 3 de la tarde y puedes ir con tus hijos porque van muchas familias y no oyes insultos. Y al final se trata de comunicación, de crear una marca. Yo soy sobre todo hincha del baloncesto, y en un pabellón nunca he escuchado a alguien llamar ni siquiera memo a algún jugador.
–Pero también eso lo fomenta la actitud de los propios deportistas, ¿no?
–Por supuesto, fíjate quiénes son los futbolistas y qué hacen, y quienes son los jugadores de baloncesto y qué hacen.