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José Alcalá-Zamora, el poeta que fue historiador

Nieto del primer presidente de la República y emparentado con el militar Queipo de Llano, el académico de la Real Academia de la Historia y escritor prolífico falleció a los 79 años.
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Nieto del primer presidente de la República y emparentado con el militar Queipo de Llano, el académico de la Real Academia de la Historia y escritor prolífico falleció a los 79 años.
No hay una razón para escribir poesía, salvo quizá el contraste entre la idea y la vida. José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano murió dejando detrás más de tres millares de sonetos, varios libros de Historia, alguna novela, y vivió en el exilio hasta los veinte años. Era uno de los seis nietos del primer presidente de la Segunda República española, emparentado con la familia del general Queipo de Llano, Jefe del Cuarto Militar de dicho presidente y golpista en el 36. El motivo es que un hijo de don Niceto se casó con una hija de Queipo. Don José nació en Málaga, el 28 de septiembre de 1939.
La Guerra Civil llevó a toda la familia al destierro, primero en Francia, luego en Argelia, Cuba, y por último, Argentina. En el trayecto murió la abuela de don José. Se instalaron en este último país, donde Luis Jiménez de Asúa, presidente del Congreso de los Diputados en el exilio, y luego de la República, consiguió colocar a su padre, Niceto Alcalá-Zamora Castillo, jurista, como profesor de Derecho Procesal Penal en la Universidad de la Plata. Don José vivió en Argentina, y luego en México, hasta que en 1958 consiguió volver a España.
La Universidad Complutense de Madrid le abrió las puertas como profesor en 1967. Fueron años de investigación y estudio, fruto de los cuales son sus mejores libros de Historia, relativos al reinado de Felipe IV y su proyección exterior. Títulos como «Historia de una empresa siderúrgica española: Los Altos Hornos de Liérganes y la Cavada, 1622-1834» (1974) o «España, Flandes y el Mar del Norte (1618- 1639): La última ofensiva europea de los Austrias madrileños» (1975), fueron el reflejo de su dedicación a la España del XVII. El resultado fue que en 1977 consiguió la cátedra de Historia Moderna en la UCM, y diez años después fue elegido miembro numerario de la Real Academia de la Historia, con un discurso titulado «La reflexión política en el itinerario del teatro calderoniano», que tuvo la contestación de Gonzalo Anes.
A partir de entonces, sus esfuerzos fueron encaminados hacia la historia de la literatura, asunto ya abordado en sus primeros tiempos, y la escritura. De hecho, su última obra fue una recopilación de sonetos, publicada en 2015. Lo suyo fue la poesía, casi tanto como la historia y el deporte. No en vano dio a la imprenta una treintena de novelas y de libros de poesía de amor y erotismo, de desamor y sátira. Recibió varios galardones literarios, como el Premio Francisco de Quevedo y el Premio Leonor, con títulos como «Breviario de erótica perversa» (1999), «Viaje al sexo de los ángeles» (2005) o «Las ascuas de un crepúsculo dorado» (2015).
Sin embargo, el nieto de Alcalá-Zamora y del general Queipo de Llano, mantuvo una lucha paralela a la académica: el respeto hacia la memoria de sus abuelos. La recuperación de los papeles perdidos de Niceto Alcalá-Zamora gracias a la Guardia Civil, setenta años después, permitió a don José desvelar lo que a su juicio era una «verdad incómoda». Los papeles demostraban que la destrucción de la Segunda República, decía el historiador, se produjo por la izquierda y, señaladamente por Manuel Azaña, y «que lo de la derecha fue un contragolpe», declaraba a LA RAZÓN en 2008. La tesis de don José era que su abuelo fue un demócrata incómodo para los dos bandos, un político independiente con sentido de Estado. Los papeles fueron publicados en tres libros entre 2011 y 2013.
Otro tanto ocurrió con el general Queipo de Llano, cuyas «Memorias de la Guerra Civil», publicadas en 2008, con un prólogo de don José, dejaban al descubierto a un militar republicano, lanzado al golpe por desengaño, protagonista de la represión en Sevilla, crítico con Franco y enviado a Roma para que no perturbara la dictadura. Con su muerte se va no solo un gran historiador y un poeta, sino parte de la historia de la España del siglo XX.