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Libros

Nada de cuentos con Franz Kafka

Coincidiendo con el aniversario del escritor, la editorial Páginas de Espuma publica una edición completa de las narraciones cortas del escritor con traducción de Alberto Gordo

El escritor Franz Kafka
El escritor Franz KafkaLR

Hay escritores que no inauguran una literatura; lo que inauguran es una mirada. Antes de Franz Kafka, nadie lo hubiera imaginario; después de Franz Kafka, todos sabemos qué es lo kafkiano y lo kafkiano que resulta el mundo. Esta contemplación de la realidad, que no es surrealista ni proviene del absurdo, sino que es exactamente lo que sugiere la palabra derivada del apellido del escritor, no es ingeniosidad. Es un término que abre una lúcida reflexión sobre nuestras sociedades. «En el acervo cultural ha quedado esa visión de lo kafkiano como algo angustioso, sin sentido. Cuando te enfrentas a una obra como esta, el lector encontrará con desconcierto que algunas de sus narraciones cortas son prosas difíciles de interpretar, porque viene, precisamente, de ese aparente sinsentido. Es uno de los motivos principales por los que existen tantas interpretaciones. Ese sinsentido, sin embargo, forma parte de su sentido. Por ese lado, resulta fascinante, no solo para el exégeta, que quiere entender qué quiere el escritor con esas prosas breves, sino porque su obra está impregnada por un misterio que, en el fondo, sabemos que no vamos a poder resolver del todo. Es enigmático y fascinante a la vez», comenta Alberto Gordo, el traductor de «Cuentos completos» (Páginas de espuma), de Franz Kafka, una edición que reúne en un solo volumen todas las historias cortas del célebre novelista y que se publica con un prólogo específico de Andrés Neuman, un autor que reitera la actualidad absoluta que tiene el pensamiento y el legado de este autor: «Hoy la vigencia de Kafka sigue propiciando fenómenos inversos. No es tanto que su obra explique el tiempo que nos ha tocado resistir, sino que la realidad misma insiste en volverse cada vez más kafkiana, en una mímesis oscura como una cucaracha».

Esta publicación quiere conmemorar el centenario del escritor, que falleció el 3 de junio de 1924. A su muerte, dejó una obra que ha influido en la literatura y en el cine, porque en el fondo, y por encima de todo, preconizaba parte de lo que nos traería el siglo XX. «He descubierto que es mucho más divertido de lo que parece. Aquí vamos a encontrar sus grandes temas, como el conflicto del padre, el hombre humillado... Cuando lo lees, te das cuenta de que es eso, en efecto, lo que nos han enseñado en clase, pero que también existen otros asuntos que no se nombran tanto, como es el caso de la soltería, porque él no llevaba bien no estar emparejado y haber encontrado una familia», explica Alberto Gordo.

Él mismo tira abajo algunos lugares comunes que no responden a la imagen que nos han dejado los tópicos que existen alrededor del novelista y explica que también «ves que no es tan ermitaño como se ha dicho a veces, que disfrutaba de la vida, que le gustaba leer en alto, publicar, que se comentaran sus textos. Le encantaba reunirse y poseía sentido del humor, a veces absurdo. Hay que tener presente que él era un aficionado al teatro yiddish, que tiene un punto de absurdo. Kafka poseía cierto humor negro, de ese que te deja la mueca congelada. Cuando lo lees a fondo, lo reconoces. Ahí es cuando te das cuenta de que es inagotable».

Un alemán particular

Alberto Gordo, que ya abordó en este mismo sello editorial los cuentos completos de Stefan Zweig y que ha dedicado años a este proyecto, explica las dificultades de verter al español la obra de Kafka. «Lo he leído en alemán y español. Una de las cosas de las que te das cuenta es que es más difícil de lo que deja una lectura superficial. Al leerlo en alemán y ponerlo en español te das cuenta de su complejidad, porque es un lenguaje muy preciso. En el uso de su alemán hay cierta extrañeza, porque él era checo y vivía en Praga. El alemán que se hablaba ahí era periférico. En esa época existe un movimiento que a menudo se queja del alemán de Praga. Muchos se quieren zafar de él. El propio Kafka hace un esfuerzo por escribir un alemán muy correcto. En ese momento se habla de que no existe una literatura escrita en ese alemán de Praga, y se le acusa de cierta pobreza. Todo eso le condicionará a él. Pero es cierto que su uso del idioma posee algo de esotérico y resulta complejo de explicar. Kafka tiene una expresividad muy particular», comenta el traductor.

Él mismo admite que «sí lo habíamos leído bien en español, porque lo habían traducido de manera excelente los mejores traductores que hemos tenido. A los autores alemanes los hemos leído siempre bastante bien en español». Esta obra ofrece los textos de manera cronológica y como el mismo traductor avanza: «Nuestra selección coincide con la de los editores alemanes de Kafka. Sigue fielmente las ediciones de Fischer, que, a su vez, se basan, en el caso de los textos póstumos, en los manuscritos en su forma original, es decir, sin las injerencias de Max Brod. Estas injerencias incluían importantes cambios en los textos. Brod transgredió la costumbre de Kafka de no titular las piezas hasta darlas por finalizadas, así que, salvo contadas excepciones, los textos póstumos de Kafka fueron publicándose en su día con títulos de Brod. Por coherencia, prescindimos de estos títulos, aunque algunos hiciesen fortuna en el pasado. La decisión de no seguir las ediciones de Brod para la obra póstuma está, creemos, plenamente justificada: de este modo respetamos la puntuación y la sintaxis original de Kafka y podemos asistir a lo que Milan Kundera llamaba el soplo de su imaginación».