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Kristen Stewart chatea con espíritus

Olivier Assayas dirige de nuevo a la actriz en la inquietante «Personal Shopper»
larazon

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Nadie diría que dos días antes, la prensa había abucheado su película. Tal vez sabía, en un alarde visionario, que iba a ganar el premio al mejor director, exaequo, por «Personal Shopper», su segunda aventura con Kristen Stewart, que interpreta a una joven con traumas en la mochila que se dedica a comprar ropa para su adinerada jefa.
–«Personal Shopper» nació de una manera un tanto extraña. Estaba a punto de filmar una película de género, en Canadá, con un reparto estelar, cuando un día antes del rodaje la producción se vino abajo. De repente me vi en París buscando un nuevo proyecto, que fuera más asequible. Me apetecía hacer una película contemporánea, y qué hay más propio de nuestra época, tan excesiva en lo materialista, que la búsqueda de la espiritualidad. Quería que la protagonista encarnara ese conflicto. Que trabajara en el mundo de la moda, que es el epítome del materialismo, y que tuviera que pasar por un duelo sin los anclajes que da la fe o la religión, en una sociedad que tiende a dar la espalda a la muerte.
–Los mensajes de texto se convierten en protagonistas de una secuencia muy dilatada en el tiempo. Da la impresión de que critica nuestra manera de relacionarnos.
–No los demonizo en absoluto. Al contrario, me fascinan. Si quiero hablar de nuestra sociedad es imposible evitarlos. Y de hecho pienso que han reformulado la relación que tenemos con el lenguaje. Si los correos electrónicos son la prosa de nuestro tiempo, los mensajes de texto son la poesía. Al escribirlos nos fijamos mucho más en la puntuación, en las palabras que elegimos, los emoticonos... Todo en ellos adquiere un significado nuevo, incluso el tiempo. Lo que tardamos en responderlos dice mucho del tipo de diálogo que establecemos con el otro.
–«Personal Shopper» no puede entenderse sin Kristen Stewart.
–Escribí el guión pensando en ella, aunque me resistía a hacerlo, hasta el punto de que lo redacté en francés, como para no confiarme. Cabía la posibilidad de que ella lo encontrara demasiado violento o demasiado raro. Al mismo tiempo me resultaba inevitable que encarnara a Maureen en mi cabeza: el actor existe, es aquello real a lo que nos agarramos para crear.
–¿Cómo la dirigió?
–El actor trabaja con emociones que a menudo son muy frágiles. Por eso tiendo a no hablar demasiado del personaje, para que las palabras no les limiten, eso al final puede resultar bastante reduccionista.
–En realidad es una película de fantasmas...
–No es una película de género. Los elementos fantásticos o de cine de terror me sirven para estar cerca del personaje, para creer lo que ella cree, es decir, que hay una posibilidad, por remota que sea, de que puede comunicarse con su hermano muerto. Tengo que mostrar al espectador que esa posibilidad es auténtica, que ese otro mundo puede manifestarse en nuestra realidad cotidiana. Lo que más me gusta del cine de género es su capacidad para conectar físicamente con el espectador, de despertar una reacción en su cuerpo, algo que echo de menos en el cine de autor contemporáneo.
–En su manera de lidiar con la sociedad contemporánea, «Personal Shopper» parece una secuela de «Demonlover».
–No creo que sean parecidas. «Demonlover» era una película muy abstracta acerca de cómo la tecnología estaba cambiando nuestra percepción del mundo, cómo la atracción por la multiplicidad de imágenes estaba modificando nuestra imaginación. «Personal Shopper» está más centrada en algo más concreto: el duelo, el sufrimiento de la pérdida.

Una actriz que cotiza al alza

La cinta recibió abucheos en la pasada edición del Festival de Cannes. No obstante, Assayas se alzó con el galardón «ex aequo» a mejor director. En lo que la crítica se mostró unánime fue en alabar el trabajo de Kristen Stewart, un papel que ha asegurado que la dejó exhausta: «Fue como cuando das un salto al vacío y sabes que después de eso podrás hacer cualquier cosa que te propongas. Soy bastante rigurosa, me gusta ser justa y mantener mi identidad en cada personaje y sacarle el máximo partido».