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El director de la RAE: «La Academia no hace política lingüística»

El director de la Docta Casa hizo alusión al uso del lenguaje inclusivo

El director de la Real Academia Española, ayer, durante su intervención en LA RAZÓN
El director de la Real Academia Española, ayer, durante su intervención en LA RAZÓNlarazon

El director de la Real Academia Española hizo alusión al uso del lenguaje inclusivo.

Con el final de la primera intervención del director de la Real Academia llegó el turno de las preguntas en el salón de actos de Josefa Valcárcel. Frente a Santiago Muñoz Machado se disponía a lanzar la primera cuestión Santiago González, director general de Antena 3 Noticias, que dijo «preferir seguir escuchando» al académico, pero que su compromiso como periodista «era preguntar». A su lado, Julián Cabrera, director de Informativos de Onda Cero, y Pilar Gómez, subdirectora de LA RAZÓN, completaban la terna que planteó temas de actualidad acerca de la Docta Casa, como el lenguaje inclusivo y la adaptación de la Academia al uso del idioma en las redes sociales. La utilización de términos anglosajones, ante los que Muñoz Machado pidió hacer uso de las palabras castellanas, y el habla de los políticos fueron otros aspectos a los que contestó el director de la RAE durante sus diferentes intervenciones a lo largo de la tarde.

–Santiago González: ¿Cómo asiste la RAE a los cambios del lenguaje que se da en el habla cotidiana, en el uso, por ejemplo de las redes sociales? ¿Cómo actúa la RAE ante esto? Sabemos que la lengua está viva y no creemos que después de 300 años le asuste a la Academia, pero, ¿ha de ser permisiva con los cambios, o aferrarse a determinados usos establecidos?

–Santiago Muñoz Machado: Los cambios en el uso de la lengua no han sido nunca revolucionarios. No es que haya variaciones absolutas y aparezca de pronto un lenguaje que uno no conoce. Sí hay, con ocasión de los cambios sociales, ciertas variaciones en periodos concretos como en la Revolución Francesa o el Constitucionalismo, tiempos en los que ha surgido un lenguaje nuevo. La revolución digital del presente también aporta mucho, pero la Academia lo que debe hacer es esperar a que se consoliden las novedades. No tiene una especial prisa. Cuando las palabras las usa ya mucha gente, la RAE las analiza y las incorpora al diccionario si es el caso. De modo que en el tema de la aparición de neologismos, que se están dando muchos en la actualidad, se analizan con normalidad. Siempre en nuestra lengua se han incorporado vocablos de otras y, cuando se consolidan, terminan en el diccionario. Ya sea en crudo, es decir, exactamente en igual forma que en el idioma de origen, o modificados, adaptados. Pero se trata de un proceso que sucede con cierta frecuencia. A veces es necesario hacerlo así, porque quienes crean los frutos o los avances les ponen nombre, es natural. Y una vez que están bautizados y se dice, por ejemplo, «chip», pues es difícil buscar una española que equivalga. Hay que destacar que el inglés tiene una facilidad expresiva superior. Pero el porcentaje de estas palabras incorporadas suponen una proporción muy pequeña con respecto al vocabulario básico.

–S. G: Estamos hablando mucho en estos tiempos sobre el lenguaje inclusivo, y aquí hay presentes muchos representantes de la política que usan el «ellos» y otra parte que usan el «ellos y ellas». ¿Cuál es la opinión del director de la RAE a este respecto? ¿Qué recomienda?

S. M. M.: La RAE no impone y ha expresado su opinión en la reciente publicación de su «Libro de estilo de la lengua española», que explica claramente que el uso del masculino genérico incluye el femenino. Es un asunto delicado, pero la RAE no está dispuesta a imponer el modo de hablar. Es el ciudadano el que tiene la palabra, y nunca mejor dicho. De ningún modo vamos a imponer una forma de uso del lenguaje, aunque nos preocupe como le sucede a muchas ciudadanas. Es un problema que haya un porcentaje cada vez más amplio de la población que lo considere como tal, como un problema. Pero la Academia no tiene la culpa de la desigualdad social entre el hombre y la mujer. Respetamos y haremos todo lo que podamos para evitar que la distancia prosiga. Hay que destacar que estamos llevando a cabo una cierta feminización de las herramientas y los instrumentos académicos. Por ejemplo, las definiciones de vocablos o acepciones que empezaban por la palabra «hombre que...» se ha procedido a sustituirlo por «persona que». Cuando ha sido posible, lo hemos hecho, para evitar otros derivados o fórmulas que no sean tan marcadamente masculinos. Y a la espera estamos. No hacemos la política lingüística en la academia, recogemos la lengua de la calle. Y si nos piden consejo sobre cómo mejorar la feminización, lo daremos con lealtad.

–Julián Cabrera: Quería retomar la utilización de términos ingleses en el día a día. Hay una auténtica invasión de términos en ese idioma en redes sociales y en el ámbito financiero. En su opinión, ¿cómo se puede combatir esto desde los medios de comunicación por un lado y desde el sistema educativo por otro?

S. M. M.: En el caso de los medios, pienso que queda en el ámbito de hacer un ejercicio de autocrítica y de procurar no usar vocabulario en inglés cuando sea prescindible. Se han hecho hasta bromas en algunos anuncios sobre el abuso de estas palabras cuando ni si quiera se sabe qué significan. El mundo publicitario está muy entregado al inglés como idioma y desde la Academia hemos hecho en varias ocasiones observaciones al respecto y le hemos pedido a los publicitarios que tengan cuidado de no utilizar el inglés si hay alternativas suficientes. Por otra parte, acerca del sistema educativo, es algo fundamental. Cuando una persona está educada, hace las cosas con más información y con más calidad. Y cuanta mayor educación se tenga más fácil será combatir que nos invadan. Es algo que se puede aplicar en todos los sentidos.

–J. C.: En EE UU hay un número importante de personas que hablan español. Más incluso que el número de habitantes de España. Sin embargo, su uso está identificado con una lengua de inmigrantes y alejada de ámbitos como el político o el financiero. ¿Qué falta para que el español logre un mayor estatus en estados Unidos? ¿Ha perjudicado la llegada de Donald Trump, que no es precisamente amigo de los latinos, a la proyección del español?

–S. M. M.: Creo que es una cosa antigua la consideración de lo español como cultura inferior, aunque es cierto que determinado sectores de la población pueden seguir teniendo esa percepción de los latinos como procedentes de un estatus menos noble que el de los anglosajones blancos. Pero también pienso que corregir eso es cuestión de que aquella población hispanohablante vaya triunfando, que sean más admirados en sus ámbitos profesionales. Aunque ese en realidad es un trabajo difícil de hacer desde las instituciones de España. La RAE no está en ello, no participa de eso, es algo que trasciende a su papel y que pertenece más a los Estados.

–Pilar Gómez: La presidenta del Congreso ha hecho mucho hincapié en el buen uso del español y ha batallado para que se hablara bien en la Cámara Baja. ¿Cómo usan el lenguaje nuestro políticos?

–S. M. M.: Hablar, se habla bien, unos mejor y otros peor. Cuando se pregunta si lo hacen bien los políticos, se piensa normalmente en esa gente de siglos pasados que levantaban el brazo y comenzaban a hablar segundos después del gesto, pero ese es un tipo de habilidad que ya no se emplea. Aun así, decir que la clase política no sabe hablar me parecería injurioso. Los hay de todo tipo.

–P. G.: Para acabar, ¿se trata bien al idioma español en nuestro territorio?

–S. M. M.: Dentro de la política lingüística tenemos una cuestión crítica en lo que se refiere a la convivencia con otras lenguas españolas, aunque no hay una crítica especial a la enseñanza de las lenguas en las escuelas en las zonas de lenguaje común.