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Las raíces españolas de López Obrador

A pesar de que Obrador pida al Rey su perdón por la conquista, la cuna del mexicano se encuentra en Cantabria, donde sus pretensiones han caído como un jarro de agua fría.
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A pesar de que Obrador pida al Rey su perdón por la conquista, la cuna del mexicano se encuentra en Cantabria, donde sus pretensiones han caído como un jarro de agua fría.
Cualquier biografía de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente de México, debería arrancar en la localidad cántabra de Ampuero. No existe más documento que el que nos muestra su alcalde, Patricio Martínez: una partida de nacimiento del abuelo José Obrador, fechada el 11 de marzo de 1893. A partir de este legajo, abrimos un libro en blanco sobre la España peregrina de la familia Obrador que vamos llenando de historias contadas por sus gentes. La primera página describe la historia de José, un muchacho hijo de guardia civil que en 1917 sale de la casa cuartel donde vive en Ampuero, sin más equipaje que un saco de consejos paternos para ser un hombre recio. Su padre, Esteban Obrador Mayol era un mallorquín destinado a la villa ampuerense, donde fijó su residencia definitiva junto a su esposa, Felipa Revuelta López, natural de Entrambasaguas, también en Cantabria.
Varón, joven y soltero, en busca de nuevas oportunidades. «Era el perfil común de esa España que zarpaba con la Compañía Trasatlántica que ya en esa época contaba con varios vapores para sus líneas regulares desde Cádiz y Santander hasta el estado mexicano de Veracruz. Emprendió una larga travesía hasta la otra orilla del Atlántico en un viaje que no tuvo retorno», cuenta Fernando López, un empresario cuyos abuelos regentaban un comercio a unos diez metros de la casa cuartel.
Entre montañas, Ampuero es la puerta sur del Parque Natural de las Marismas de Santoña. Es un pueblo de indianos, grandes casas y suntuosos panteones en el cementerio. «Durante décadas el sueño de las gentes que emigraron a América en busca de fortuna fue regresar con riqueza», señala. Todo esto forma parte de su propia biografía. Sus suegros, ampuerenses, fundaron en aquel país las localidades El Torreón y Gómez Palacio, así como el primer ferrocarril de la región.
«En esa época –dice– España sufría una crisis económica. En Ampuero no había hambruna, sí carestía. Funcionaba la carta llamada, el reclamo de parientes y paisanos que ya habían emigrado y relataban las mejores condiciones de vida». Su lista de grandes hombres que, igual de José Obrador, salieron de Cantabria para labrarse un futuro mejor, es inacabable. Recuerda nombres como el de Francisco Martínez «Pancho» dueño de una destilería en la capital mexicana o los fundadores de Lala, la mayor lechera del país. «No eran buenos tiempos y en los hogares había muchas bocas a las que alimentar. O te hacías cura o zarpabas», ironiza.
De los hermanos varones del abuelo de AMLO, solo el primogénito, Sixto, se quedó en tierra y trabajó como jefe de ferrocarriles en Santander. Su hermano Manuel embarcó como polizón antes que él. Después lo hizo el menor, Félix. Los tres abrieron un comercio de abarrotes en Tabasco al que llamaron El Palacio. El resto de los hermanos varones, Ramiro y Eloy, emprendieron su aventura a Cuba, mientras que las mujeres de la familia se quedaron en Cantabria. En Tabasco conoció José a Úrsula González, con quien tuvo a su hija, Manuela, «Manuelita», madre del presidente mexicano.
No todos los que partieron de Ampuero cumplieron sus anhelos. Muchos naufragaron en barcos, deudas y abatimiento. La familia de Obrador no regresó, rompiendo así la memoria familiar. «Apenas queda huella en el pueblo y ninguno de los 4.200 habitantes lleva hoy el apellido Obrador», indica el alcalde. En 2017, el entonces candidato a presidir México fue agasajado en la ciudad con un homenaje en la casa natal del abuelo en el que se le hizo entrega de la partida de nacimiento y un escudo de la localidad en cerámica.
Ampuero le recibió de rojo y blanco, que es como se viste cada año en honor a la festividad de la Virgen Niña. Pero tan corta fue la visita que no tuvo tiempo de disfrutar de su gente ni de sus toros. Llegaba invitado por Miguel Ángel Revilla para conocer la tierra natal de su abuelo. «Durante el homenaje insistió en lo orgulloso que se sentía de sus orígenes y de las veces que el abuelo José le hablaba de Ampuero y de Cantabria. Se le vio muy cómodo», cuenta Martínez.
Después de su estancia en esta tierra de conquistadores en la que nacieron sus antepasados, la carta enviada al rey Felipe VI, en la que pide a España que se disculpe por la Conquista, cae como un jarro de agua helada. ¿Su añoranza era entonces disimulada, puro gesto de cortesía? En su documental de YouTube «Esto soy» habla de nuevo en primera persona afirmando que es muy consciente de sus orígenes humildes y españoles. «Soy mestizo y con orgullo». Menciona al abuelo José, a su madre Manuelita Obrador. «Somos lo que somos por nuestras culturas y quiero aprovechar esa fortaleza», dice.
Perderse entre las ramas
Ahora parece que, en lugar de atender a sus raíces, antes ha preferido perderse entre las ramas. Da igual a quién preguntemos en Ampuero, la reacción es la misma. «Hay que hablar del presente, de la riqueza que hay en el intercambio de ambas culturas. Somos un pueblo de indianos y a la gente no le ha gustado nada que hable así del país del que él mismo desciende», indica Leopoldo de la Peña, ex concejal y secretario de la Peña Pasabolo. Es la idea que reitera Santiago Brera Rodríguez, escritor y representante de la cuarta generación de una familia de relojeros: «Debería enviarse la carta de petición de disculpa a él mismo y preguntarse cómo es que todavía hay tantos miles de indios marginados y explotados».
Brea piensa que esto no es casual, sino que podría tratarse de una cortina de humo muy oportuna. Es algo en lo que coincide el analista político mexicano Carlos Águila Franco en una de sus columnas: «La carta es una distracción para que bajen las críticas de todo lo que están ocasionando sus ocurrencias y caprichos desde que ganó las elecciones».
Casualmente, el empresario Martín Bringas está estos días en España. Conoce al presidente y más aún la tierra de la que desciende, por lo que es interesante saber su opinión: «Lo importante son las redes de parentesco que se tejieron entre ambos países y que todavía hoy perduran. Aquello fue un capítulo más de una historia que no debería repetirse. Pero pasó y los españoles que durante este último siglo han llegado a México ha sido para aportar riqueza económica, social y cultural, teniendo como única fuerza motriz el trabajo y el espíritu de superación. Ahora debería construir honestamente el futuro de su país más que persistir en lo que tiene sepultado». Pero más que juzgar, se queda con el mensaje último de AMLO: 2021 será el año de la reconciliación. «Quiero pensar que así será».

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