Literatura

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Asfixia en la mansión

Asfixia en la mansión
Asfixia en la mansiónlarazon

En 1983 un autor, escasamente conocido por algún conjunto de cuentos y cierta notable incursión poética, se hacía con el Premio Herralde de Novela; se trataba de Álvaro Pombo (Santander, 1939) y su original libro «El héroe de las mansardas de Mansard». Esta historia crítica con la burguesía provinciana del norte español, de risueña ironía y trangresora combinación de alta cultura y mentalidad popular, revelaba a un escritor de prometedoras propuestas narrativas que se verían ampliamente confirmadas con obras como «El metro de platino iridiado», crónica sentimental de un idiosincrático matrimonio; «Donde las mujeres», relato de las peripecias de un excéntrico grupo familiar; «La Fortuna de Matilda Turpin», sobre la intrépida rebeldía de una mujer dedicada a las finanzas; o «El temblor del héroe», que aborda la dependencia sentimental entre un jubilado profesor y sus antiguos alumnos. Historias todas ellas caracterizadas por un profundo conocimiento de los resortes emocionales de la condición humana, la azarosa imprecisión del propio devenir existencial, una prosa de minuciosa adjetivación y un logrado sentido de la intriga argumental.

La unión de todo

De todo ello hay en «La casa del reloj», título que da nombre al caserón campestre que ha heredado Juan Caller de quien fuera su señor, Alfonso, y a quien ha servido durante años como secretario de confianza. Hombre culto, maduro y refinado, entrando en una última etapa vital, verá convulsionado su apacible mundo interior por un ambiente rural, críptico y enrevesado, que escapa a su comprensión. En ese nuevo ambiente irrumpen Benito y Tomás, los albañiles del pueblo encargados del mantenimiento de la casa, así como un enigmático personaje que se planta ante la misma con misteriosas intenciones. En la soledad de este retiro personal, Caller irá reconstruyendo, con testimonios vecinales y recuerdos propios la historia de un triángulo amoroso, el formado por su benefactor Alfonso y su hermano, enamorados ambos de la misma mujer. Equívocos sentimentales y emotivos fingimientos, celos inevitables o intensos desaires jalonan un introspectivo relato, que va implicando al lector en las expectativas y frustraciones de unos atormentados personajes. Esa Casa del Reloj actúa como referente simbólico de la tensión amorosa entre unas seductoras vidas cruzadas; no es casual en este sentido una intencionada alusión a Jane Austen. Como en su narrativa, unos sensibles personajes pueblan, en el asfixiante espacio de la metafórica «mansión», un universo de inquietantes pasiones encontradas.

Esta novela plantea una reflexión sobre el paso del tiempo, la aceptación de la vejez, la madura sabiduría adquirida y la nostalgia por la juventud lejana. Se hace evidente la autorreferencia autorial. «Las cosas pasan y las comprendemos muchos años después», decía Borges; así, unos hechos hilvanados en el pasado se anudan en una melodramática urdimbre de secretos ahora revelados que harán tomar a Caller una drástica decisión. Con la probada maestría estilística y estructural de un clásico literario, ahondando en los entresijos del alma, manejando unos personajes, es esta una ejemplar novela sentimental, sólida y entrañable.