Cercas no quiere olvidar
La primera intención del autor de este libro, una novela de no ficción, era no escribir la historia de Manuel Mena, tío abuelo suyo, que murió a sus 19 años combatiendo en el bando nacional de la Guerra Civil. Por fortuna, y venciendo familiares pudores, se decidiría a investigar en este dramático suceso, dando forma, bajo el título de «El monarca de las sombras», al relato de un trágico heroísmo juvenil que acabará deviniendo en alegato pacifista y reflexión sobre la amargura de la victoria, la ética de las ideas políticas, el absurdo de la violencia y la impredecibilidad del destino. Contando con el testimonio y recuerdos de familiares y amigos, se va reconstruyendo esa breve vida bajo un oscuro sentimiento de culpabilidad diferida, de acaso discutible herencia moral o problemático parentesco ideológico. Pero pronto se abre paso la conveniencia de entender y no juzgar, valorando los contextos históricos y los resortes sentimentales. Desprendiéndose de prejuicios – «Laculpa es la forma suprema de la vanidad», leemos aquí– se conforma el testimonio de un viaje al pasado, en el que destacan el terror de los frentes de guerra, la batalla del Ebro o el idealismo de los bisoños combatientes; sin olvidar laa casuística de la generosidad personal que aparecía en «Soldados de Salamina» (2001).
Antibelicismo
Precisamente quien adaptara al cine esta novela, el director David Trueba, aparece en estas páginas como incisivo contrapunto dialógico, la voz amiga que sitúa al narrador ante sus titubeos y contradicciones. Se enfrenta aquí, según postulados antibelicistas, la caballerosa épica de la guerra que aparece en «La rendición de Breda», de Velázquez, al mezquino dramatismo de «Los fusilamientos del 3 de mayo», de Goya; una acertada comparación a propósito de un héroe ya inmortal como Aquiles, finalmente hastiado de toda violencia, ejercida por cualquier bando o ejército, y que acabaría siendo «un vencedor aparente y un perdedor real». Y no falta un tema que en su día abordara Hannah Arendt, la responsabilidad ética que puede alcanzar a los descendientes de implicados en terribles acontecimientos históricos, y que se resuelve aquí con la diferenciada asunción de las circunstancias de cada cual en su momento y lugar. El relato recalará en el destartalado caserón que fue en su día hospital, en la retaguardia de esa terrible batalla del Ebro, donde agonizó el «monarca de las sombras» que reina sobre la memoria de esta impresionante historia; un argumento que tiene mucho de catarsis personal, elogio de la tolerancia, denuncia de la violencia cainita, reivindicación de una generación perdida y esperanzada confianza en los logrados valores convivenciales.
En su mejor línea de recuperación crítica de la conciencia civil, expresada en una narrativa rigurosa y elaborada, Cercas ha conseguido un libro que emociona, intriga, interroga –y responde– lúcidamente sobre la trascendencia colectiva de inevitables, dramáticas decisiones individuales.