Crítica de libros

¿De qué progreso hablamos?

¿De qué progreso hablamos?
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La Historia ya no avanza; retrocede. Ya no progresa, sino que los acontecimientos sigue un curso que los encamina hacia un gran retroceso. Según pa-rece indicarlo el estado actual del mundo, el presagio de que la Historia había llegado a su fin no se ha hecho realidad. Los ideales que nacieron tras la caída del Muro de Berlín, que trajeron la esperanza en un futuro unido y feliz, que se tradujo en un mundo globalizado y multicultural, perdieron su encanto ante las crisis financieras y el declive de la representación política, que derivó en la implantación de una democracia capitalista que ya no ofrece garantías. Ahora, en el nuevo orden mundial todo es incierto y lo que está en juego ya no es el fin de la historia sino el fin de la civilización. Ese escenario es el que se analiza detalladamente en «El gran retroceso», una obra colectiva en la que autores como Zygmunt Bauman, Slavoj Žižek, Nancy Fraser, Paul Mason, César Rendueles, Santiago Alba Rico y Marina Garcés, le toman el pulso al tiempo presente y proponen algunas alternativas de cambio dentro de una coyuntura bastante compleja, compuesta por las oleadas migratorias, el ascenso de los partidos nacionalistas, la llegada de hombres como Donald Trump al poder, una la xenofobia creciente, el terrorismo en el corazón de Europa, la construcción de muros divisorios y fronteras o la exaltación de la soberanía cultural ante la pérdida de una soberanía nacional.

Un mundo sin estado

«Con el terrorismo y la emigración guarda relación directa el hecho de que en el mundo cada vez son más los lugares donde ya no existe un Estado», señala en el prólogo Heinrich Geiselberger, que se encargó de preparar esta antología que nació, explica, tras los atentados de París de noviembre de 2015. Toda una señal, para él, de que el mundo sin Estado no podía encaminarse hacia el porvenir, sino que se encontraba bajo un proceso irreversible de regresión, en un contexto semejante a los de otras épocas. Bajo esa premisa, Santiago Rico Alba, que abre «El gran retroceso», afirma que la idea de la Historia como progreso ha caído en desuso. El siglo XX, según el filósofo, terminó en 2016, con la muerte de Fidel Castro, tras la cual comenzó otra era que retrocede hacia los años 1917 o 1930, la era del Imperio. Una idea que comparte Eva Illouz, para quien el mundo parece haberse desorganizado, no tener centro y moverse en un tiempo donde, hasta el propio tiempo, está en vías de extinción. Extinción, afirma sin embargo Marina Garcés en su texto titulado «La condición póstuma», no de la especie, sino de una civilización basada en el desarrollo, en el progreso y la expansión.

Ante semejante panorama los autores ofrecen una perspectiva a largo plazo. Zygmunt Bauman, en un texto de clara lucidez, señala que la única salida para frenar el retroceso es una revolución cultural basada en el diálogo. Una cultura que, ante la contradicción flagrante entre nuestra situación ya cercana al cosmopolitismo y la ausencia virtual de una actitud acorde, impregne el planeta entero, convertido en un escenario de movimientos interesantes camino a la homogeneidad cultural.