El asesinato que fue asunto de estado
Esto no es una novela, aunque pueda leerse como tal, más allá de que los personajes no sean ficticios y de que se trate de una historia real, dramática, ocurrida en Francia a comienzos de 2011: la historia de Laëtitia Perrais, de dieciocho años que, en la noche del 18 al 19 de enero, fue secuestrada, apuñalada y estrangulada a cincuenta metros de su casa y cuyo cuerpo, por ineficacia de los agente de la policía, fue encontrado muchas semanas después. El caso, que tuvo pendiente de un hilo a la opinión pública francesa, dejó de ser entonces un caso criminal para convertirse, con el correr de los días y los meses, en algo más: en una cuestión de Estado (Nicolas Sarkozy, entonces presidente de la República, criticó la actuación de los jueces) y, sobre todo, en un problema que afectaba a toda la sociedad.
Jablonka, joven profesor de Historia y Sociología, padre de tres hijas, autor de libros sobre niños abandonados y sobre la vida de sus abuelos, que murieron en Auschwitz, se interesó por el crimen de la joven porque, más allá de la sensibilidad que pudo haberle producido el tema, quería demostrar, como señala al comienzo del libro, «que un suceso puede ser analizado como un objeto de historia». Un suceso que, en el caso de Laëtitia, constituye un hecho social porque encarna, afirma el autor, dos fenómenos que lo trascienden, que van más allá de la vida y la muerte de la protagonista: la vulnerabilidad de los niños y la violencia de los hombres sobre las mujeres.
Retrato social
En este contundente libro (galardonado en 2016 en Francia con los premios Médicis, Le Monde y Prix del prix) hace gala no solo de sus conocimientos de sociología y de psicología, sino que pone el enfásis en el papel del periodismo y de la justicia para elaborar un retrato complejo y certero de la sociedad en la que vivimos, en la que, lamentablemente, los menores transitan la infancia con miedo y las mujeres con el temor de ser acosadas, golpeadas, violadas o asesinadas.
En ese sentido, Laëtitia Perrais (única heroína, según autor, de este relato) aparece entonces más como una víctima de la sociedad machista en su conjunto que como la víctima aleatoria de un psicópata. Jablonka, pues, sigue sus pasos y muestra a una niña que tuvo que crecer, junto a Jessica, su hermana melliza, primero en brazos de un padre alcohólico y violento, y de una madre depresiva; y, después, con un padre adoptivo que, según se descubrió durante la investigación del suceso, abusó de Jessica y de otras niñas que tuvo a su cuidado. Certero en sus análisis y profuso en su información, también brinda varios detalles sobre otros casos similares que ocurrieron en Francia y, sobre Meilhon, el único acusado por la muerte, para dibujar un retrato escalofriante de cómo funciona el machismo cuando se presenta en sociedad. Así, el libro, además de ser una estampa de los tiempos actuales, constituye un alegato rotundo contra la violencia que nos invita a reflexionar.