Entre mi alter ego y yo

Hay autores que son un género en sí mismos, y, aunque Irene Zoe esté a años luz de conseguirlo, lo cierto es que se afana con todo su talento, como pocos compañeros de generación. De tal empeño nace este libro experimental que vuelve a dar, como lo hiciera con sus «Sueños itinerantes», un paso decisivo para emprender una acción creativa que entraña muchos riesgos de los que sale airosa, no como «civil», pero sí como escritora. Máxime, cuando el texto se gestó de la forma en que se hizo.

Recordemos que cuando se arrancaron estas páginas en las que se narra la peripecia de un espía que debe robar una obra inédita de Graham Greene y desenmascarar a una escritora de éxito a la que nadie ha visto, llamada Amy Martin, Irene Zoe, decidió lanzar a este «alter ego» al mundo real. Convirtió a la (falsa) articulista en un ser que firmaría en varios medios –en particular en la extinta Fundación Ideas– y comprobó el conflicto entre el yo íntimo y el público. Profundizó en primera persona lo que suponía convertirse en carne de novela. Tras el revuelo mediático, se vio obligada a marcharse del país, pero, a cambio, completó estas páginas que podríamos definir como una «after-post-novela», donde la historia avanza a través de una articulación de espejos, sirviéndose de un estilo «tecnoteatral» netamente dialogado, con suspense, viajes y poesías , hasta conformar un amasijo multimedia creado por una autora compositora, fotógrafa, realizadora, fotógrafa, poeta. La historia es buena. Y está bien escrita. Y si «el cielo la juzga» por otros pecados, que no tenga que ver con su falta de talento, que le sobra, por arrobas.