Gerardo Diego, por fin recuperado
La publicación de «Poesía completa» nos devuelve su figura y saca a la luz material descatalogado
Quien fuera uno de los más destacados miembros de la generación poética de 1927, Gerardo Diego, no se vio siempre bien interpretado por una crítica de progresista sesgo ideológico, aunque de corta mirada estética y prejuiciada opinión simplista. Desde hace unos años, sin embargo, su lírica se ha visto justamente reivindicada, rebasando con mucho, la socorrida referencia a aquel soneto, por otro lado excelente, «El ciprés de Silos», o la tópica imagen del poeta alejado de un conflictivo tiempo social. La publicación en dos primorosos volúmenes de su«Poesía completa» ilumina el sentido de una obra variadísima en sus temas, tonos y formas, que va desde el tradicionalismo cancioneril de «El romancero de la novia» (1920) a la sentimentalidad elegíaca de «Cementerio civil» (1972), pasando por el experimentalismo de «Versos humanos» (1925), la obsesión gongorina de «Fábula de Equis y Zeda »(1932), el lúdico entusiasmo de «Biografía incompleta» (1953, 1967), la decantada espiritualidad de «Alondra de verdad » (1971) o la exaltación religiosa de «Versos divinos» (1971). Esta prodigiosa edición cuenta con el riguroso estudio introductorio de Francisco Javier Díez de Revenga, quien perfila la radiografía de un Gerardo Diego original y transgresor fascinado por el creacionismo; el delicado estilista, hábil cincelador de la palabra; el poeta atraído por la cadencia rítmica del verso; el director de emblemáticas revistas de rabiosa modernidad como «Lola» y «Carmen»; su faceta como crítico literario y musical, así como la entregada dedicación al columnismo periodístico.
Estas páginas recuperan señeros poemarios descatalogados y centran la atención sobre rarezas como las «Canciones a Violante» (1959), de entrañable barroquismo sentimental, «Ofrenda a Chopin» (1963), sentido homenaje a quien nuestro poeta, en su faceta de pianista, tan bien conocía y admiraba; el intimista ejercicio autobiográfico de «Mi Santander, mi cuna, mi palabra» (1961); el simbolismo paisajístico de «La luna en el desierto y otros poemas» (1949), las emotivas semblanzas literarias de «Paisaje con figuras» (1956) y el misticismo de «Ángeles de Compostela» (1961).
En el poema «Tu esencia», leemos: «Qué difícil contar / los sueños fugitivos / con palabras despiertas». Gerardo Diego, con su providencial elegancia, discreta personalidad, refinado lirismo y extrema sensibilidad, lo consiguió sobradamente, conjuntando el cultismo de los Siglos de Oro con la popular sencillez del romancero tradicional, el intimismo místico con la vanguardia creacionista, y la emotividad neorromántica con la visualidad simbólica e irreal. Su sensato y susurrante lirismo no nos ha abandonado nunca, pero este modélico compendio de sus versos regresa con la merecida fuerza de la poesía imperecedera, de renovada vigencia y actualizado contexto. Una lograda edición para una excelente poesía.