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Gillian Flynn y el thriller gore

larazon

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«Perdida» fue el sorprendente debut de Gillian Flynn en la novela de intriga psicológica. Su estructura era novedosa y poseía un sentido del humor negro desusado en el convencional «thriller» actual, lo que la convertía en el exponente del tipo de literatura negra que los cansados lectores de la novela polar buscaban como alternativa al pretencioso «noir» con tintes parapsicológicos o de mitología rural. Gillian Flynn devolvía a la novela de intriga psicológica la mala leche y el descaro posfeminista con críticas sin concesiones a la hembra alfa sin necesidad de convertirla en una imposible asesina en serie ni en la destructiva «femme fatal» de la literatura romántica. LA RAZÓN dijo de «Perdida» que «era el relato de suspense más delirante y original que se ha escrito contra el matrimonio». Era, pues, inevitable que se esperara con cierta ansiedad la traducción de su primera novela, «Heridas abiertas», y quizá con menor entusiasmo la segunda, «La llamada del Kill Club», al no colmar ésta las expectativas.
Las coincidencias de «Heridas abiertas» y «Perdida» siguen siendo la marca de la casa: una prosa clara y diáfana, un sentido del humor negro despiadado, una crítica al ser humano sin concesiones, comenzando por la misma protagonista. Continúa utilizando el tono satírico y burlón con el que describe los numerosos personajes femeninos y su mundo sureño, próximo a «Twin Peaks»: «Una ciudad tan asfixiante y pequeña que todos los días te tropezabas con gente a la que odiabas».
Atmósferas extrañas
Las diferencias son conceptuales. Flynn sigue escribiendo con una prosa deslumbrante que debería llamar la atención de los novelistas de la trillada novela negra local; maneja el suspense como pocos escritores y crea atmósferas extrañas como Ruth Rendell y Patricia Highsmith. Pero lo que resulta angustioso mientras va desarrollando la acción y construyendo los personajes se quiebra cuando la autora sobrepasa los límites de la verosimilitud que el propio relato negro impone, escorándose hacia el cuento de hadas del «romance desplazado» de Northrop Frye. No es una obra sobre el mal, ni sobre el dolor, sino sobre el daño «que te hace sentir bien». Autoinfligido o contra el otro, todo gira en torno al castigo superfluo, la perversidad y una más que demoledora crítica de la institución familiar. «Heridas abiertas» es una novela «gore», como si la autora hubiera grabado con una caligrafía sangrienta el propio relato sobre su piel. Idea magistral que, al final, queda reducida a un perverso cuento de brujas de Grimm. Ello no impide decir que Gillian Flynn y Roger Hobbs, autor de «Ghostman», son los dos acontecimientos literarios de la más moderna y excitante novela negra actual.

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