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Literatura

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Kingsley Amis, solo y sin hielo

Kingsley Amis, solo y sin hielo
Kingsley Amis, solo y sin hielolarazon

«Era un cachondo y era un estilo. Escribió poesía, crítica literaria, memorias y veinte novelas memorables», se dice en este libro sobre Kingsley Amis, padre del novelista Martin Amis y que en «Sobrebeber» expone todo su conocimiento y toda su lucidez sobre un tema que conoció a la perfección y que lo acompañó toda la vida: la bebida. Tragos, cócteles, licores, vinos, cervezas. El alcohol en todas sus formas bebibles es el rey en estas páginas beodas que asombran por el saber detallado del poeta, que compuso los textos entre 1971 y 1984, entre trago y trago y mientras se encontraba en un momento prolífico: en ese tiempo, además de empinar el codo, también fue capaz de escribir nada menos que ocho libros.

«Todas las sociedades actuales utilizan el alcohol, como hicieron la mayoría en el pasado», afirma Amis con vehemencia en el prólogo del libro, que también cuenta con una introducción de otro gran bebedor y compañero de barras: el periodista Christopher Hitchens. Agrega Amis: «La conversación, la risa y la bebida están conectadas de un modo especialmente íntimo y profundamente humano».

Así, el autor de «La suerte de Jim» hace gala de toda su sabiduría y de todo su humor para ofrecer un panorama amplio del mundo del bebedor, siempre bajo el amparo de un sentido festivo y colectivo, celebratorio, de la bebida: la manera en que se preparan ciertos cócteles como el Dry martini o el Perro salado, cómo debe guiarse un auténtico comprador de buen vino, cómo lograr un buen maridaje, cómo beber en el extranjero, cuál debe ser el tamaño adecuado de las copas en una fiesta hogareña, cómo no emborrracharse o cómo tener que vérselas con la inevitable reseca.

«Nada más despertar, persuádete a ti mismo de lo afortunado que eres por sentirte mal. Esto se conoce como la paradoja de George Gale y se centra en la evidencia de que si no te encuentras fatal después de una buena torrija, es que sigues borracho, por que lo que deberás estar sobrio y despierto cuando ataque la resaca», dice Amis, aunque también aconseja una solución mucho más simple: «Otra manera igualmente obvia de evitar la fatiga es irse a la cama a una hora razonable. Resulta más fácil de decir que de hacer, ya lo sé».