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La agonía de la RDA, un dolor de muelas

«Arenas movedizas» (Impedimenta) recoge en un cómic, a través de un reportero norteamericano y una nadadora local, los momentos previos a la caída del Muro de Berlín
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«Arenas movedizas» (Impedimenta) recoge en un cómic, a través de un reportero norteamericano y una nadadora local, los momentos previos a la caída del Muro de Berlín
Junio de 1989. El hombre del tanque –«tank man»– sacude al mundo entero. Primero, con su incursión en la plaza de Tiananmen y segundos después con su plante ante todo un coloso; y no por el carro de combate, que también, sino por mirar de frente a todo un régimen como el de Mao Tse-Tung. Cinco meses después, en noviembre, será la caída de kilómetros y kilómetros de hormigón la que ponga patas arriba todo el ecosistema occidental. Un terremoto con epicentro en Berlín. Entre medias de todo ello: un corresponsal de guerra americano, un viaje de vuelta e ida a Nueva York, una ruptura, un dolor de muelas premonitorio y una nadadora de la RDA que anhela la libertad. Así se presenta el cómic de Max Mönch y Alexander Lahl en el que cuentan los últimos días de un Estado cimentado sobre las «Arenas movedizas» que dan nombre a la obra que edita Impedimenta. «Es el reflejo de un país que había entrado en un bucle en el que cuanto más se hacía para salir de la situación más se hundía», comenta Lahl para justificar el título.
Un recuerdo muy vago el suyo, ya que no era más que un niño por entonces. Eso sí, saca pecho con la revolución que se produjo y recalca el término «Friedliche» –pacífica–, haciendo hincapié de que allí, en Alemania, siempre lo escriben en mayúscula «porque, en primer lugar, somos conscientes de que fue posible cambiar la situación sin derramar una sola gota de sangre. Segundo, es algo que le ha pasado muchas veces a Alemania y que siempre ha sabido resurgir de sus cenizas. No hay otro país en el mundo que se esfuerce y trabaje tanto como para darle otra vuelta de tuerca a la situación y empezar de nuevo. Nos concentramos en el tema, en todo lo que significó y había que hacerlo bien, evolucionarlo y desarrollarlo hacia delante. Y tercero, nos ocupamos de las cosas realmente importantes, porque había muchos recuerdos diferentes y totalmente contrarios, pero eso se supo hacer bien, era la única solución».
Pero todo esto fue más tarde. Antes llegó la caída, precedida por la agonía de ese Estado porcelanoso que suplicaba abrirse al mundo. Por ello «Arenas movedizas» se apoya en Tom Sandman, protagonista y reportero que va rebotando de comunismo en comunismo. De Tiananmen a la RDA –pasando por Nueva York– para vivir en primera persona lo que su jefe, un anticomunista convencido, intuye como los últimos momentos del Este y del Muro. «Es alguien objetivo, no podía estar involucrado –cuenta Lahl–. En el momento en el que tienes familia allí y estás en el día a día ya tienes una posición al respecto. Por lo que la elección de un periodista norteamericano fue nuestra apuesta».
- Pobre Sandman
Figura con la que no tuvieron compasión al dotarla de ese dolor de muelas que le acompaña durante las 170 páginas del cómic –además de una ruptura sentimental–. Algo que a simple vista se entiende como un muro más, el eterno mal que ha tenido ese país, muy molesto y aparentemente interminable. Pero Alexander Lahl prefiere verlo de otra forma; lo reinterpreta y así lo explica: «Como una manera de acercarle más a la gente. Para que se entienda y que se logre empatizar con él. Para imprimirle ese carácter de verdad al personaje y hacerle sentir a los demás». Hecho que comenzó como la anécdota que recorre el libro –aunque bien se podría definir como hilo conductor– y que terminó haciendo bueno eso de «no hay más ficción que en la vida real»; porque, explican los autores, se enteraron una vez presentada la obra de que, por lo menos, dos personas vivieron la caída del Muro de igual manera que Tom. ¿Cómo? Léanlo.
Sin embargo, pese a ser el hombre guía de la trama la clave es otra: Ingrid Bärwolf, «es esencial, lo tenemos claro». Y es que es esta campeona de natación de la RDA la que va retratando la realidad del Este –de forma fiel– con una huida truncada por las aguas del Báltico y una ruptura con su familia por no acatar las normas de arriba. Es a partir de conocerla –romance incluido– cuando el reportero se empieza a cuestionar a sí mismo y el valor de sus artículos. Sobre si informa de la verdad o, como ya hizo en su día a la hora de difundir la imagen del «tank man», utiliza de forma interesada a esos revolucionarios que osan enfrentarse al poder.

Unos dibujos pegados a la historia real

Que el aspecto de cómic no confunda. El hecho de que la historia de «Arenas movedizas» se cuente en forma de novela gráfica –ilustrada por Kitty Kahane– no significa que la interpretación de Mönch y Lahl sea libre. Como bien cuentan, se han documentado con rigor, «especialmente con dos obras: una crónica de la caída del Muro que reconstruye minuto a minuto lo que pasó y ‘‘Final del juego’’». De esta forma, dejando espacio para las licencias literarias, los acontecimientos que se viven en el libro son tal y como se sucedieron. Sobre todo, ese ambiente que se vivía en la sociedad alemana de entonces. De todas formas, en la trama han querido introducir otro elemento indispensable para ellos: los sueños, especialmente tormentosos por ese dolor de muelas. «Crearlos ha sido de los mejores momentos, juegan un papel importante, ya que los hemos utilizado para reforzar las afirmaciones que se hacen en el libro», comenta Lahl.

Ficha

«Arenas movedizas»
Max Mönch y Alexander Lahl
IMPEDIMENTA
170 páginas,
20,95 euros