Literatura

Milán

La Guerra Fría de Zhivago

La Guerra Fría de Zhivago
La Guerra Fría de Zhivagolarazon

No se sabe si ocurrió o si el hecho fue adoptando distintas versiones hasta convertirse, quizá, en una leyenda. Lo cierto, sin embargo, es que esa leyenda permanece. Y dice que, en 1956, un avión que volaba de Roma a Milán cambió su rumbo por razones técnicas y aterrizó en Malta. Era el anochecer de un día otoñal. Los pasajeros fueron llevados a una sala del aeropuerto mientras, en el avión, unos hombres vestidos de negro buscaban una maleta en cuyo interior estaba el manuscrito de seiscientas páginas de una novela. Cuando lo encontraron, lo llevaron a otra sala, fotografiaron las seiscientas páginas y devolvieron el manuscrito a la maleta. Dos horas después, los pasajeros regresaron y el avión siguió su ruta a Milán.

Ése fue el modo en que la CIA, según cuenta el periodista Iván Tolstói en «La novela blanqueada» (un libro que ofrece información de primer nivel y revela varios secretos de una historia que transcurrió al calor de la Guerra Fría), se apoderó de «El doctor Zhivago» y logró con ello dos cosas: conseguir su edición en ruso y hacer que su autor, Boris Pasternak, fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1958.

Un símbolo antisoviético

«El destino de un manuscrito había que inventarlo, de modo que la historia de la publicación en ruso del libro definitivo de Pasternak probablemente se ha convertido en el último «thriller» auténtico de nuestros tiempos», señala Tolstói en este libro, sobre el que en 2006 publicó un artículo en la revista «Time». En dicho texto explicaba, haciéndose eco de esta leyenda, digna de los largos años de la Guerra Fría, que la CIA había financiado de su bolsillo la edición en ruso de «El doctor Zhivago» con el firme propósito de convertir a Pasternak en un símbolo antisoviético en Occidente.

El resultado, fruto de dieciséis años de investigación, es un libro repleto de datos y de información en el que Tolstói relata detalladamente la biografía de Pasternak. Sus años como estudiante en Alemania, su simpatía con la revolución de octubre durante sus primeros años, su lugar como poeta en la Rusia de su tiempo, su «finezza» para sortear las terrible garras de Stalin, su labor como traductor de Goethe, Verlaine y Shakespeare, como así también los amoríos y los entresijos de un libro que el autor de «Mi hermana la vida» empezó a escribir en 1945 y que vio la luz en 1957. Eso sí: no en su idioma original, sino en italiano, en la editorial que Giangiacomo Feltrinelli, afiliado al Partido Comunista de Italia, acababa de fundar en Milán. «Con él se vengó de todo, se convirtió en un símbolo oculto para los iniciados, en un icono de su tiempo, e inquietó al mundo entero», escribe Tolstói sobre «El doctor Zhivago», la novela que narra la vida de un médico, también poeta, y su familia, desde la Rusia zarista hasta los albores de la URSS, y que apenas fue publicada se convirtió en un éxito de ventas sobre el que de inmediato pusieron los ojos no sólo los lectores, sino los actores de una trama que incluye chantajes, espíonaje, crímenes, ediciones pirata y negocios sucios. Y todo, alrededor de un escritor que acabó desbordado por los hechos y sometido a toda clase de presiones.

En «La novela blanqueada», en ese sentido, destaca la figura de Giangiacomo Feltrinelli, en quien Pasternak depositó toda su confianza, aunque también el escritor supo jugar a varias bandas: ofreció su manuscrito (no el mismo, sino con correcciones) a otras personas, como Hélène Peltier, una francesa que estudiaba ruso en Moscú, o a Jaqueline de Proyart, que terminó siendo la responsable de la edición gala (tenía devoción espiritual por «El doctor Zhivago») y rival constante de Feltrinelli, que según Tolstói publicó la novela de Pasternak «para demostrar que en la URSS se escribía una literatura viva, a pesar de todos los ataques que las fuerzas de la derecha lanzaban contra Moscú».

Sea como fuere, lo cierto es que la CIA tenía otros planes con Pasternak: lograr que la Academia Sueca le otorgara el premio Nobel, para lo cual, ingenuamente, la agencia estadounidense creyó que era indispensable la edición en su idioma original. Eso, asegura Tolstói amparado en datos aportados por los miembros de la Academia Sueca, no es un requisito. En cualquier caso, la CIA, según la leyenda, robó el manuscrito del avión y, tiempo después, publicó en ruso «El doctor Zhivago» bajo el sello de la editorial Mutón de La Haya con el copyright de Feltrinelli, poseedor de los derechos de la obra. De todos modos, cuando en 1958 la Academia Sueca le otorgó el Nobel, Pasternak, cercado por la calumnia fagocitada alrededor suyo, envió un telegrama de agradecimiento y reconocimiento. Una semana más tarde rechazó el Premio porque, explicaba de su puño y letra, ofendía a la Unión Soviética. Murió en 1960.