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La otra cara del realismo mágico: «Gabo, periodista»

larazon

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«Es significativo que en algunos artículos y obras de ficción, como, por ejemplo "El otoño del patriarca", Gabo se muestre más explícito con ciertos capítulos autobiográficos que en sus memorias», explica Gerald Martin (Londres, 1944), autor de la biografía «GGM, una vida» (Debate). La cita es junto a la muralla del casco histórico de Cartagena de Indias, sede del Festival de las Artes Escénicas del Caribe, donde Gerald Martin pronunció la conferencia central sobre el realismo-mágico en el Caribe. A un par de manzanas, en una de las bellas y tortuosas callejuelas de esta hermosa ciudad colonial, se encuentra la Fundación GGM para el Nuevo Periodismo, que acaba de publicar «Gabo, periodista», una antología «definitiva», en edición de lujo y con fotos inéditas, con los principales textos periodísticos de García Márquez, precedida por un amplio estudio cronológico del propio Martin. «En sus crónicas iniciales entremezcla ya, con precoz solvencia, los planos de alta cultura y cultura popular que caracterizarán al narrador. Se aprecia ahí su dominio para articular la racionalidad técnica y la irracionalidad del mito en que consiste su cosmovisión. En él, las virtudes del gran escritor son también las del gran periodista, indisociables, como en un juego de muñecas rusa», explica Martin.
Se trata de «una lógica del desfase», por virtud de la cual, «cuando el observador se desplaza, el horizonte se modifica». Ilustra muy bien la crítica al abusivo rótulo de realismo-mágico que pesa sobre el escritor de Aracataca, según Gerald Martin. «Es curioso que se le haya adosado esa etiqueta que, en su caso, resulta equívoca o, al menos, incompleta», explica. «Es inevitable que se emplee en términos académicos o mediáticos, yo mismo lo hago, pero es más ortodoxo aplicárselo a sus precursores: Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier. En el caso de García Márquez, salvo en ciertos pasajes de "Cien años de soledad"y de alguna otra novela, prevalece un realismo, complejo y variopinto, netamente caribeño, pero realismo al cabo; y su obra periodística, de la que emanan futuras narraciones clave, como "Relato de un náufrago"o "Crónica de una muerte anunciada", es un filón para apreciar su peculiar genealogía». Para Martin, lo de mágico es un atributo privativo, tal vez a causa del «paralaje» de quien se acerca a ese realismo caribeño con ojos de exotismo. «La gran lección de Gabo es su rigor genealógico, y su defensa misma de la genealogía para superar los tópicos», argumenta. «En Europa y Estados Unidos tendemos a descontextualizar lo caribeño, al punto de que alude más a un ritmo y a una temperatura interior y externa que a una localización. Gabo consigue acotar como nadie esa noción, sirviéndose, con suma audacia, de su Macondo, que es, a la vez, un espacio imaginario y muy preciso, localizado en el Caribe colombiano al completo, en la costa y en el interior. Esta exégesis geográfica es imprescindible, para no incurrir en lo exótico ni en turismo literario», agrega.
A su juicio, la complejidad de García Márquez estriba, bajo su aparente sencillez, en que, al tiempo que enaltece el alma caribeña, denuncia el inmovilismo social y la superchería del poder que la sustenta; y al tiempo que da una imagen de su atractiva sincronía rumbera, la desmonta en sus diversas genealogías. "Lo llamamos "mágico"porque le da la vuelta al realismo, y, muchas veces, lo remata colocando la irracionalidad y la barbarie del lado del racionalismo o, desde que era un joven cronista, tras 'el Bogotazo', en lo que le supuso Bogotá. Esa fue su gran perplejidad inicial, que marcó, sin duda, su literatura: en la costa periférica hallaba el residuo de civilización, mientras que la barbarie procedía de la capital. Esto mismo lo percibirá luego a escala mundial", concluye Gerald Martin.