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Le Corre, condenado a la violencia

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Al igual que los personajes de las películas de los hermanos Cohen, el protagonista de «Perros y lobos», de Hervé Le Corre, responde a la definición que Jacques Lacan hizo del héroe moderno, aquel «que ilustra hazañas irrisorias en una continua sensación de extravío». Si, además, el personaje femenino que encuentra este excarcelado un tanto simple es una mujer fatal bipolar, y donde se refugia es un entorno rural, con una familia de tarados, ¿hasta qué punto no era preferible la celda al mundo violento de estos marginados sociales, resignados a vivir en la prisión de ese entorno mefítico? Estamos ante un novela negra social. Sin embargo, Hervé Le Corre no busca tanto la redención y la justicia social, como la descripción más negra y degenerada de estos personajes que llevan grabado en sus genes el mal y la violencia. Y describir el entorno natural con detallado realismo, de forma tan extenuante en su redundancia naturalista que estrangula la acción y agota al lector.
Sigue la moda de la intriga rural, pero «Perros y lobos» es deudora de un naturalismo salvaje más que del costumbrismo del rural «noir», a veces tan tedioso como una película campestre de Eric Rohmer. Hervé le añade, en la estela de Zola y Blasco Ibáñez, una estructura folletinesca, pespunteada por una violencia exacerbada; y feísmo y tremendismo conjugados con un lirismo un tanto cansino para crear una atmósfera agobiante, de «huis-clos», metáfora de la cárcel social donde viven atrapados los personajes, como lobos tomados por perros. La herencia del determinismo naturalista, el mundo corrupto y sin salida para los desheredados de la Tierra y el radicalismo izquierdista del autor imponen la idea de que son las constricciones sociales burguesas las que les impiden escapar de ese mundo pesimista. El narrador omnisciente que sigue desde el interior del protagonista sus pensamientos y describe las peripecias de los demás, claramente psicologista, columbra al final una salida solo para el padre redimido y la niña casi autista. El resto está condenado a la violencia y la muerte en esa mefítica prisión que es el mundo capitalista, simbolizado en las luchas de clanes en los bajos fondos de la droga.
Mujer fatal
Es evidente que Le Corre ha querido abordar el tópico encuentro entre el detective fascinado por la mujer fatal que lo seduce y manipula para rehacer la historia desde una perspectiva naturalista, opuesta a la despojada literatura de James M. Cain. Su sequedad es lo contrario al lirismo infeccioso de Le Corre, y su maldad, de corte romántico, conduce a sus protagonistas a aceptar la muerte, mientras en su inhumanidad, Franck y Jessica carecen de capacidad moral para encontrar una salida a sus problemas. Si como dice Jean-François Revel «la primera fuerza que dirige el mundo es la mentira», la gran aliada de la maldad, los personajes de «Perros y lobos» son sus rehenes, incapaces de liberarse de su prisión interior y de su inhumanidad.

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