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Mi padre tiene una doble vida

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Como si fuera uno de los famosos grabados de Piranesi, de escaleras que se entrecruzan, así ha construido Paloma Sánchez-Garnica su novela «Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido», premio de novela Fernando Lara 2016. El complejo de Electra, «Fortunata y Jacinta», el tema del maltrato de género, la novela policiaca... van formando parte de un engranaje que Sánchez-Garnica pone en marcha como un notable reloj de precisión. El lector acompañará la indagación en su pasado de la juez Carlota López Molina, que a sus 53 años duda entre sumergirse en un doloroso pasado o quedarse en un presente donde, salvo el trabajo, poco hay de satisfactorio.
Una llamada nocturna de Julia Balmaseda, de repente, le habla de la situación terminal de Clemente Balmaseda, un empresario con una familia de clase alta pero con vicios bajos. El lector se entera así de que Clemente mantuvo dos familias a escondidas, aunque oficialmente era su mujer Amalia y sus tres hijos quien formaban la familia Balmaseda. La otra, compuesta por Manuela Molina y la hija Carlota, era la que permanecía en la sombra, y, sobre todo por estar en una época en que ni siquiera existía el divorcio, era como si no tuvieran derecho a nada.

Un secreto oscuro

Lo que en un principio se manifiesta como la narración de la vida, amputada de padre, de Carlota, en una sociedad donde casi se le aplica el adjetivo de bastarda, empieza, a partir del contacto con su hermanastra, a introducirse en un laberinto donde nada es lo que parece, y donde el lector acabará vislumbrando que al final del camino hay un secreto, un secreto oscuro y prohibido, que terminará siendo un secreto criminal.
Sánchez-Garnica dibuja perfectamente los caracteres de los personajes femeninos de la novela (Carlota, su amiga la fiscal Rita, su hermanastra Julia, las esposas de sus hermanastros, la sombra de la abuela Zenobia...) y todo ello en un juego de la oca donde no se sabe en qué lugar está el verdadero monstruo, y así dirá la protagonista a su amiga: «Todos estamos marcados por la frustración y la desdicha, no sólo yo, mis medio hermanos, mi padre, mi madre, la mujer de mi padre, incluso las parejas de mis hermanos. Es como una maldición».
El lector tendrá siempre la sensación de estar viendo habitaciones y vidas con biombo, y donde detrás de cada una de esas existencias hay maltratos, golpes, humillaciones, incluso mujeres de alta sociedad que pagan a gigolós no tanto por satisfacerse sexualmente como para abrir las cárceles de la frustración. Una novela fácilmente trasladable al cine o a una serie televisiva, y que irá llevando de la mano al lector de un engaño a otro, de un sufrimiento oculto a otro, como en unas escaleras que se cruzan en un aparente ambiente familiar y feliz, pero que no llevan a ninguna parte, porque todos los personajes han ido cortando las ramas de su vida para construir un falso árbol de Navidad, donde todos los regalos están envenenados.

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