Piglia, la vida escrita en un hule
Se publica el segundo tomo de sus experiencias, que comprende el periodo que va de 1968 a 1975
Cuántos escritores hay en un escritor? Está el que firma sus libros, el que escribe sus ficciones, y está también el que pone el cuerpo, que lee, que tiene experiencias, que escribe, y que concibe su vida según la trama de su literatura. En el caso de Ricardo Piglia, todos esos escritores están en él (es el autor de notables novelas como «Respiración artificial» o «Plata quemada»), pero ninguno parece más real que el escritor de sus diarios, el que registra en unos cuadernos de hule el acontecer de su obra, de sus lecturas y de su cotidianidad, para indagar en lo que él denomina «el interior de la narración».
En este segundo volumen de los tres que componen los diarios de Emilio Renzi, alter ego de Ricardo Piglia (el primero se llamó «Años de formación» y el tercero se titulará «Un día en la vida»), el argentino traza un periodo que va desde 1968 hasta 1975 bajo el título de «Los años felices», un periodo en el que vivía, como tantos otros, cegado «por los acontecimientos, sin encontrar la salida que buscamos, pese a que está a un metro de nuestro cuerpo, pero no es un problema de distancia física, sino de perspectiva temporal». Desde esa perspectiva temporal que dan los años, Piglia se muestra no ya como un escritor a punto de emerger, tal como ocurría en el primer volumen, sino como un autor que ha publicado un libro de cuentos, «La invasión», y cuyo nombre comienza a circular por los ambientes periodísticos y literarios como ha comenzado a moverse él mismo por una ciudad, Buenos Aires, repleta de amigos y de bares y de librerías y donde, también, se puede estar como ausente.
«Son las cinco de la mañana, otra noche vacía –apunta Piglia en 1968–, de bar en bar. Encuentro siempre las mismas conversaciones aunque en la mesa se sientan amigos distintos. Salgo y tomo whisky hasta la madrugada para borrar algunas ideas fijas que me acompañan desde siempre y que prefiero no nombrar. Noche muy fría, anduve solo hasta que volví a este rincón contra la ventana por la que se filtra el aire de la madrugada». Pero no todo lo que registran los diarios es la intimidad sentimental y literaria, sino también la prepotencia del trabajo, la escritura incansable para poder vivir como director de colecciones de novelas policiales y de revistas, escribiendo contratapas y artículos y atento a las lecturas de contemporáneos como Julio Cortázar, Haroldo Conti y Juan José Saer, y desmenuzando el diario de Pavese, las novelas de Chandler, la obra de Faulkner, Tolstoi y Marx.
«Trabajo intenso, escribo tres contratapas (Mailer, Vargas Llosa y Narradores franceses de hoy) y varias notas biográficas (Robbe-Grillet, Claude Simon, Le Clézio), ahora, cansado, me espera una larga marcha: ir al banco, cobrar un cheque, pagar el alquiler», señala en otro momento, consciente de su voluntad y de su necesidad de «organizar todo alrededor de la literatura, sin pensar nunca en la posibilidad de otros caminos». Esa pasión sin descanso por ésta es la que da impulso, finalmente, a los diarios, donde la literatura, la narración, la escritura y la vida funcionan como los puntos del mapa de una época y cuya silueta tiene el perfil personal del escritor.
Sobre el autor
Nacido en Buenos Aires en 1940, Piglia está unánimemente considerado un clásico de la literatura actual en español
Ideal para...
leer la intimidad de uno de los mejores escritores argentinos
Un defecto
Algunas erratas y el propio tono de un diario que, si se ha leído a su autor, adquiere mayor interés
Una virtud
Su capacidad para elaborar teorías
Puntuación: 9