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Simplemente Alejandro

larazon

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Una impresionante tumba en la basílica de Santa Maria della Steccata en Parma sorprenderá al visitante por su sencillez clásica y su austeridad algo misteriosa. Solo lleva grabada una palabra en grandes caracteres, un nombre resonante, con toda la carga histórica de los héroes legendarios de la antigüedad. El epígrafe reza simplemente «Alexander». Nada más pero nada menos. Y el cuerpo que yace en su interior es el de quien, como un Alejandro Magno hispánico, muy bien podría considerarse el epítome del esplendor del gran imperio español: Alejandro Farnesio. Aunque perteneciente a la noble familia Farnese, de notable importancia durante el Renacimiento como soberana de los Ducados de Parma, Piacenza y Castro, él fue mucho más que eso, rebasó las fronteras de la Italia española y llegó a ser uno de los «condottieri» más célebres de su tiempo. Fue el hombre que luchó en Lepanto, comandó los temibles Tercios españoles y recorrió a su cabeza miles de kilómetros por aquel llamado «Camino español», que uniera las posesiones de los Austrias en el norte de Italia con los conflictivos Países Bajos. El mejor militar que vio su siglo, sin embargo, también fue en parte el comandante de la catastrófica expedición de Felipe II contra Inglaterra, del inicio de la épica decadencia de su imperio.
De estirpe de papas y emperadores, con una educación ilustrada y marcial y con unas dotes físicas y mentales asombrosas, el Farnesio no podía haber sido sino esa figura casi heroica, de dimensiones inconmensurables. Y, sin embargo, se trata de un personaje injustamente relegado a páginas no tan principales de la historia de nuestro país, cuando debería figurar entre los grandes nombres que pueblan sus anaqueles. Como dice Henry Kamen, «en quinientos años solo un libro dirigido a los lectores españoles reconoció de forma apropiada su existencia». Por fortuna, y para subsanar ese lamentable olvido, se publica ahora una extraordinaria y entusiasta biografía del militar y político que aparece en la editorial Crítica firmada por Luis de Carlos y que condensa con ilustraciones y profusión de fuentes, la gran talla histórica de este personaje y justiprecia su importancia sin par.
Viudo desolado
La obra está estructurada en siete capítulos que abarcan desde los antecedentes familiares y nacimiento hasta la muerte. Especial mención merece el tratamiento de los preliminares, pues su estirpe, en parte ilegítima pero reconocida, es clave para entender cómo se enmarca Farnesio en la historia del Renacimiento europeo en la confluencia entre Italia, España y Flandes. Su madre, Margarita de Austria, también llamada de Parma, será de hecho su predecesora en el gobierno de los Países Bajos españoles. También es importante su matrimonio con María de Portugal, que le dará descendencia y pretensiones al trono de este país, y cuya pronta muerte lo dejará desolado. Los momentos culminantes de sus éxitos –enmarcados en esa «revolución militar» del siglo XVI, que ve notables avances en el campo de batalla– se recogen en los capítulos 3 a 6. Estos incluyen vibrantes recuentos sobre la lucha contra el turco –culminando en Lepanto, donde Farnesio tendrá un papel importante– y las batallas y asedios en Flandes o Francia. Merece la pena centrarse en el capítulo 4 por el tratamiento en detalle de la funesta revuelta de los Países Bajos y el conflicto militar, religioso y en parte civil que se generó allí y que a la postre sería el problema más espinoso para la monarquía hispánica.
Tras abandonar Parma, Farnesio entrará en acción en esa zona bajo el gobierno de Juan de Austria, asumiendo luego el cargo de gobernador de la problemática región. El capítulo 5 es central en ese sentido por el relato de la exitosa acción de Farnesio en Flandes y sus ofensivas militares con hazañas como, por ejemplo, la conquista de Gante o Amberes. El momento de crisis se recoge en el 6, con la famosa empresa de Inglaterra, que precede al último capítulo, sobre la guerra en Francia –también de brillante desarrollo– y que culmina con su muerte.
Pienso que acaso le estaba destinado a Farnesio, en su condición liminal entre varios mundos, entre Italia y Flandes, el convertirse en una figura un tanto inclasificable para la historia oficial. Nacido en el romano palazzo Madama, su madre fue Margarita de Austria, hija natural de Carlos V, y su padre Octavio Farnesio, nieto del papa Pablo III. Como se ha dicho, esta biografía modélica recorre cabalmente los orígenes, la educación, la formación y las gestas de Farnesio en los campos de batalla europeos, como gobernador y combatiente exitoso, pero también sus desgracias, personales y militares, como la Armada e incluso las campañas de mala prensa que sufrió. La obra de Luis de Carlos me parece extraordinaria por varias razones, en primer lugar, por el pulso narrativo de su obra ensayística, entre biografía e historia, que denota una pasión indisimulada por el personaje. Lo que no impide, en segundo lugar, analizar las luces y las sombras de su historia y examinar con todo detalle los aspectos más debatidos de su biografía, a partir de fuentes muy diversas, tanto primarias como secundarias.
En su prólogo al libro, Luis Ribot, de la Real Academia de la Historia y Catedrático de la UNED, destaca la calidad de esta biografía, su acribía histórica y el notable aparato de citas y notas, pero, sobre todo, y esto es fundamental para lograr acercar la figura de Farnesio al gran público de nuestro país, «su admiración por él, pues tal admiración se basa en todo momento en hechos documentados». Mal pago era, sin duda, la triste incuria por lo que Farnesio representó para nuestra historia, y aunque pese a sus orígenes, probablemente se sintió muy español cuando entregó su vida a servir a la monarquía de Felipe II y a sus ideales. Gracias a esta biografía descuella ya por derecho propio para el lector general la peripecia histórica de Farnesio, que es difícil de subestimar como una asombrosa historia de éxito que simboliza, a la par, el esplendor y miseria del gran imperio español.