Una plegaria por Juan Pablo I
El primer Papa nacido en el siglo XX, el primer Papa con dos nombres, el llamado Papa de septiembre, el Papa de los treinta y tres días: Juan Pablo I, el Pontífice cuya muerte estuvo rodeada de misterio, es el protagonista de «Plegaria por un Papa envenenado», la novela en la que el colombiano Evelio Rosero despunta la figura de Albino Luciani, «el primer Papa que murió a solas en más de cien años, aunque hacía más de cien años que ningún Papa había muerto asesinado».
Elegido como el Papa número 263 de la Iglesia el 26 de agosto de 1978, cuando entonces era Patriarca de Venecia, el papado de Juan Pablo I duró algo más de un mes, el tiempo suficiente como para que alrededor de su muerte comenzaran a gestarse los condimentos necesarios de una trama criminal que tuvo un escenario, el corazón del Vaticano, y unos cuantos actores: la mafia, el dinero, una red de conspiraciones y un Pontífice que, en sus pocos días al frente de la Iglesia, había decidido pedir la dimisión de algunos cardenales debido a un comportamiento que le parecía sospechoso.
Lector de Twain y Marlowe
Ese escenario, que el periodista inglés David A. Yallop destapó en «En nombre de Dios», una investigación en la que afirmaba que Luciani murió por envenenamiento el 28 de septiembre de 1978, es el que recrea Evelio Rosero en esta novela breve que construye la vida y la muerte de un pontífice por el que el autor siente admiración: su infancia de pobreza durante la Primera Guerra Mundial, el predicado de la humildad, sus años como seminarista, su lectura de escritores como Twain, Verne, Marlowe, Goldoni, Dickens, Chesterton, Goethe, Scott y Petrarca, su amistad con el teólogo Hans Küng, sus planes de reforma de la Curia, sus enfrentamientos con el cardenal Marcinkus, «el banquero de Dios» y director del banco del Vaticano, y los temores de morir en la soledad de un laberinto de puertas secretas.
El resultado es una obra sorprendente en la que se combina información de primera mano (aportada por Yallop, investido aquí como «cronista») con la puesta en escena de una historia que, con las prostitutas de Venecia como un canto lastimoso de sirenas, van modelando la figura de un hombre y de un Papa para quien Evelio Rosero ha escrito esta plegaria.