Sección patrocinada por sección patrocinada

Bibliotecas y Museos

Literatura, arte y cocina en clausura

El profesor Ricardo Fernández Gracia presenta «Tras las celosías», libro en el que recuerda la importancia del patrimonio y las costumbres que guardan los conventos de Navarra.

Ceremonia de votos simples en el coro bajo de las Benedictinas de Corella en 1955
Ceremonia de votos simples en el coro bajo de las Benedictinas de Corella en 1955larazon

El profesor Ricardo Fernández Gracia presenta «Tras las celosías», libro en el que recuerda la importancia del patrimonio y las costumbres que guardan los conventos de Navarra.

Durante siglos, las monjas de clausura de las distintas órdenes de España se levantaban al amanecer con el sonido de una campana o una matraca, un tablero de madera con varios mazos que al sacudirlo produce un fuerte ruido, y durante el resto del día cumplían, dentro de un estricto horario, con una serie de actividades fijas. Para ayudarlas a memorizar esas costumbres, algunas órdenes religiosas crearon versos, como los repetidos por las Capuchinas de Tudela a finales del siglo XIX, titulados «Vida de la Capuchinita» y que rezaban: «En oyendo la matraca/que elocuente va llamando/se levanta somnolienta/pero siempre amando, amando».

El poema es apenas uno de los cientos de meticulosamente investigados detalles sobre la vida en clausura que recoge en su reciente libro Ricardo Fernández Gracia, director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra. En «Tras las celosías. Patrimonio material e inmaterial en las clausuras de Navarra», el profesor se centra en el estudio de los monasterios y conventos de esa región entre los siglos XVI y XIX. Dado que la mayor parte de ellos ha cerrado en los últimos años, entre otras razones, por falta de vocaciones, Fernández Gracia se preocupa por mantener vivo su patrimonio, en especial el que se refiere a las costumbres, rezos y hasta la literatura, las técnicas de bordado y las recetas de las integrantes de órdenes como las de las Clarisas, las Carmelitas, las Dominicas, las Salesas y las Agustinas.

Las bibliotecas de santa Teresa

Además de las recetas de bacalao a la holandesa o de chuletas carmelitanas, rescatadas de un manuscrito de la segunda mitad del XIX, el profesor resalta también la figura, entre otras, de Leonor de la Misericordia, una joven navarra que, tras un matrimonio fracasado y en contra de su voluntad, ingresó en la orden de las carmelitas, donde pudo desarrollar su gran talento literario. Fernández Gracia explica que muchas de las mujeres que entraban a los conventos venían de familias nobles y, por tanto, de una excelente educación, aunque bastantes otras aprendían allí a leer y escribir; en cualquier caso, encontraban en la clausura el ambiente perfecto para dedicarse a la literatura. De hecho, menciona uno de los dictámenes de santa Teresa: «Lee y conducirás, no leas y serás conducido», y añade: «Hay que recordar que en las constituciones para sus monjas (santa Teresa) pensó siempre en una pequeña biblioteca para cada convento». El profesor escribe también que en la escritura muchas religiosas «consiguieron cierta dosis de autonomía que las mujeres no podían alcanzar en otros roles sociales, a la vez que se introducían en el panorama socio-cultural del momento».

Y si el patrimonio inmaterial corre el riesgo de perderse, mucho del material –cuadros, tapices, vírgenes– ya ha desaparecido o terminado en el British Museum, como es el caso de la Virgen gótica de alabastro que en 1901 fue vendida por 25.000 pesetas a un anticuario francés, Julio Anieu. La imagen, que el profesor cataloga como «una de una de las grandes obras de arte medieval navarro», llegó al museo de Londres en 1978, procedente de la colección de marfiles medievales de sir Harold Werhern.