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Malditos libros

«2666», la brutal novela póstuma de Bolaño que le costó la salud

El escritor chileno falleció en 2003 en Barcelona a causa de un fallo hepático; su colosal obra, en la que se volcó, se publicó un año después de su muerte

Portrait de l'écrivain, Roberto Bolano
El escritor chileno Roberto Bolaño AFP

Pasado mañana, el 28 de abril de 2025, el genial escritor chileno Roberto Bolaño soplaría 72 velas. Sin embargo, una grave enfermedad hepática acabó con su vida de forma prematura en el verano de 2003, cuando sólo contaba 50. Si en ese medio siglo fue capaz de legarnos una obra literaria de un valor inconmensurable, cabe preguntarse qué cotas habría alcanzado de seguir con vida en su etapa de mayor madurez.

«Los detectives salvajes», publicada por Anagrama en 1998, fue sin duda su novela más redonda, la que consagró al autor como uno de los grandes escritores contemporáneos en castellano: por ella le fue concedido el Premio Herralde y el Rómulo Gallegos. Sin embargo, no iba a ser la fascinante historia protagonizada por Arturo Belano –alter ego de Bolaño– y Ulises Lima –sosias de su amigo Mario Santiago, el poeta mexicano que leía hasta en la ducha– la cumbre literaria del autor de «La literatura nazi en América». Roberto Bolaño, a sabiendas de que iba a morir pronto, preparaba su última gran locura: «2666».

Una obra «bestial»

«‘‘2666’’ es una obra tan bestial que puede acabar con mi salud, que ya es de por sí delicada. Y eso que al terminar ‘‘Los detectives salvajes’’ me juré no hacer nunca más una novela río: llegué a tener la tentación de destruirla toda, ya que la veía como un monstruo que me devoraba», declaró el chileno a la revista «Qué Leer».

Portada de la novela '2666'
Portada de la novela '2666'Alfaguara

Bien, el 15 de julio de 2003 muere finalmente Roberto Bolaño en el hospital Valle del Hebrón de Barcelona, donde justo antes de ingresar había tenido una conversación con su editor, Jorge Herralde, donde el escritor le expresaba su deseo de que «2666», cuya última parte consideraba inconclusa, se dividiera y publicase en cinco tomos para asegurar la economía familiar. Pero se respetó, no el último deseo del literato, sino su intención inicial, la de publicarla en conjunto como su obra magna. El resultado: un colosal y complejo monumento literario de 1.240 páginas atravesado por la cruel monotonía del desierto mexicano.