Gustavo Rodríguez: «Más que temor, la muerte me provoca tristeza»
En «Cien cuyes», Premio Alfaguara 2023, el autor limeño realiza un doble homenaje: a los mayores y a las mujeres que nos cuidan
Madrid Creada:
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Con la balada, el huayno y el pop como banda sonora, la nueva novela de Gustavo Rodríguez se articula como una oda a la vejez, un canto a la existencia y un homenaje a esas mujeres que trabajan, sufren, cuidan, empatizan, añoran y, pese a todo, sobreviven. La protagonista de «Cien Cuyes», Premio Alfaguara de Novela 2023, es Eufrasia Vela, madre y hermana, quien empieza a trabajar como cuidadora de ancianos en Lima. Una novela que, tal y como explica su autor, que nos recibe de forma telemática desde Lima, transmite hasta qué punto la vida nos puede examinar e impresionar cuando la vejez y la muerte se aproximan.
¿Cómo va todo por Perú?
Más tranquilo desde el punto de vista político, concierta calma, aunque sospechosa. Avanzando. Son ya un par de siglos mínimos de inestabilidad, con ilusiones de estabilidad. Estamos acostumbrados, por eso la gente sigue saliendo y divirtiéndose.
¿Cómo refleja esa inestabilidad en su escritura?
No me considero como esos escritores que se llaman «comprometidos». El primer compromiso de un autor es consigo mismo. Mis obras sí llegan a impregnarse a veces de conflictos sociales y políticos que me rodean, del lugar del cual estoy escribiendo. No creo que sea un escritor político, pero si escribes sobre un conflicto familiar en Lima es imposible que no afloren rasgos del clasismo, el racismo o la confrontación social que hay detrás.
En «Cien cuyes» retrata a una sociedad limeña desigual.
Sí, su clasismo y su racismo, pero son otras las condiciones que se privilegian en la historia. Es la vida de una cuidadora humilde en hogares más mesocráticos o de clase más alta. Es imposible que no se intuyan las diferencias y el racismo que flota en toda la sociedad.
En el libro, hay gente de clase alta que envejece sola. ¿El dinero no lo da todo?
Esa puede ser una visión de quien pueda tener dinero. Yo, que seguramente voy a tener una vejez cómoda financieramente, podría quejarme de que la soledad es lo peor de llegar a ser anciano. Pero, si fuera uno sin dinero, criticaría sobre todo eso. El dinero te acerca a tener un mínimo de dignidad material. Un personaje del libro piensa que solo hay algo peor que ser un anciano solitario, y es ser un anciano solitario y sin dinero. La soledad quizá se pueda asumir, pero vivir tumbado en el suelo, sin ventanas, es inhumano.
¿Qué le hizo escribir esta obra?
Este libro nace como han nacido todos, de una pulsión egoísta. Cuando llegas a los 50, empiezas a preguntarte cómo será el último tercio de la carretera, si es que llegas a vivir esos kilómetros. ¿Cómo será envejecer, el proceso psicológico y físico? Además, construyeron un edificio al lado de mi casa, y me quitaron parte de las vistas al mar. Tomé esa construcción inexorable contra la que no podía luchar como una metáfora de las pérdidas de facultades que trae el envejecimiento. Vino también la pandemia, y después la muerte de mi suegro, sus últimos días y su dignidad al morir. Ese conjunto de eventos hizo que me sentara a escribir.
"Sin darnos cuenta nos hemos convertido en sociedades que profesan excesiva adoración a lo tangible"Gustavo Rodríguez
Una vez escrito, ¿le teme más o menos a la muerte?
Menos. Más que temor, la muerte me provoca tristeza. Tengo una vida afortunada, rodeada de afectos, y me da mucha pena abandonarla. Si llego a la vejez, imagino que mi psique se irá acomodando, y quién sabe si no encontraré disfrute al irme.
¿Los recuerdos funcionan como antídoto para esa tristeza?
Escribiendo y conversando con los lectores mayores me he dado cuenta de que uno de los pilares que sostienen una existencia amable en la vejez son los referentes comunes y los recuerdos.
En su novela tienen gran presencia la música y el cine.
Son manifestaciones humanas que levantan la mano y te dicen «somos importantes para generar cohesión social e identidad, la infraestructura es importante y los presupuestos nacionales, pero la cultura nos une». Quizá sea una especie de protesta silenciosa que he hecho, o también un homenaje personal a referentes con los que me he alimentado intelectualmente.
¿Valoramos lo suficiente a la cultura?
Sin darnos cuenta nos hemos convertido en sociedades que profesan excesiva adoración a lo tangible. Solo cuando nos acercamos a la vulnerabilidad a través de una pandemia nos damos cuenta de lo importante que era cantar juntos.
En el libro son las personas que cuidan de otras las menos solventes. ¿Qué opina?
En sociedades latinoamericanas o españolas el trabajo del cuidado se suele asignar a mujeres migrantes de bajos recursos. Es el mejor retrato de hasta qué punto el cuidado tiene rostro femenino, y quién sabe si por ello está infravalorado monetariamente, cuando en el fondo sostiene toda la economía, la población, porque sin alguien que te cuide uno no puede producir.
"El cuidado tiene rostro femenino, y quién sabe si por ello está infravalorado monetariamente"Gustavo Rodríguez
De ser una labor masculina, ¿se valoraría más?
Sí, probablemente habría una subversión del pago, de la cantidad de dinero que se le paga a esa profesión.
Eufrasia es, además, madre y soltera.
Elegí un perfil particular para compartir la idea del heroísmo. Su superpoder es la empatía. Quería transmitir que esta mujer extraordinaria está multiplicada por millones alrededor de todos. Quién sabe si esta novela ha sido un reconocimiento doble: a la gente mayor, que nutrió mi vida, y a las mujeres que nos cuidan, que forman una masa anónima que han sostenido a la sociedad sin que se lo agradezcamos lo suficiente.