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El libro de cabecera

El inútil "mea culpa" de la "porno star" Houellebecq

El novelista publica "Unos meses en su vida", un pliego de descargo por su crítica al islam y su inclusión en un filme porno; pero no sale bien parado

El escritor francés Michel Houellebecq
El escritor francés Michel Houellebecq Agencia EFE

La obra «Unos meses en mi vida», de Houellebecq, se sumerge en la oscuridad y el luto del autor sin buscar ninguna rehabilitación . En el libro se relata su experiencia personal desde octubre de 2022 hasta marzo de 2023, después de su absolución ante el tribunal de Ámsterdam el 28 de marzo. En ese mes, el eterno «enfant terrible» de las letras francesas perdió el caso contra Stefan Ruitenbeek y el colectivo Kirac. Con depresión y muy mala baba, como diría un castellano de pura cepa, completó este texto el 16 de abril. Próximamente, pese a sí mismo, se estrenará una película pornográfica protagonizada por el autor, por lo que en estas páginas lo que intenta es equilibrar su situación desesperada (estimamos que sin remedio) y se defiende con el motor de la venganza más fiera que posee: su pluma. Querido y admirado autor: no está de sobra recordar que el mundo se vuelve más ligero sin la carga de tener siempre razón.

En el libro, Houellebecq sumerge su alma en la oscuridad mientras relata su reciente odisea desde octubre de 2022 hasta marzo de 2023. En esta obra, el provocador escritor comparte su visión personal de una experiencia traumática como actor en la polémica película «Kirac 27». Él había solicitado prohibir el estreno de la película, pero su demanda fue inicialmente rechazada por un tribunal neerlandés. Sin embargo, tras apelar, obtuvo un permiso legal para ver la película antes de su lanzamiento en cines. Esta autorización le permitió evaluar su actuación en la pantalla y negociar posibles modificaciones con el colectivo artístico Kirac, quienes lo habían invitado como figura destacada del proyecto. El famoso autor, de 67 años y bastante fajado en temas polémicos, asegura haber experimentado algo similar a las víctimas de una violación (imperdonable, cuando hubo legalidad de por medio y nadie forzó a nadie). Pero admite su torpeza por no haber prestado atención a una cláusula del contrato que permitía al director utilizar escenas rodadas con una actriz porno en redes sociales.

Houellebecq se siente víctima del cineasta neerlandés Stefan Ruitenbeek, también conocido como La Cucaracha, y de su propia ingenuidad. A lo largo de 120 páginas, relata los seis meses que vivió como un momento calamitoso, tanto para su reputación como para su salud mental (más interrogantes por parte de quien esto escribe). En el tráiler de la película, el reconocido autor aparece sin camisa besando a una joven en una cama, lo cual considera perjudicial para su imagen y siente que fue retratado como una estrella porno (¿qué imaginó que hacía?). Houellebecq ha acumulado actos erráticos y desastres mediáticos en los últimos meses, desde sus comentarios sobre los musulmanes hasta su participación en este rodaje sorprendente. ¿Cómo debemos interpretar sus confusas admisiones de ingenuidad? ¿Se está fusionando y confundiendo con alguno de sus personajes? ¿No le gustó verse al lado de Van Rooijen, conocida como La Cerda, Isa Moleman, alias El Pavo, la Sra. Ruitenbeek, apodada La Víbora, y la Sra. Houellebecq, como Lisis? No olvidemos que el cineasta «underground» le habría propuesto un libreto basado en  elementos visuales de influencia en tanto que Houellebecq habría escrito: H.P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida. Sea como fuere, el francés se vio envuelto en dos situaciones que considera estúpidas: una, cuando criticó a los musulmanes en una entrevista con Michel Onfray para la revista «Front Populaire», lo cual le valió una amenaza de denuncia por parte del rector de la Mezquita de París, y la segunda cuando dice haber sido manipulado para participar en una película erótica con su esposa, cuyos términos del contrato no se respetaron (insisto: a los lectores nos gustaría verlo) y que violaron la privacidad del autor y su mujer. Houellebecq reconoce su ingenuidad (¿ingenuo el autor?) al pensar que podría controlar su imagen, especialmente cuando se trata de contenido pornográfico y si el interesado es famoso. En «Le Figaro», humildemente, reconoció su gran estupidez.

Se sabe que Houellebecq es el rey de las letras francesas y que esto le otorga privilegios. Sin embargo, esto no implica que puedan interesarnos sus intimidades. La cuestión literaria radica en el lugar donde se encuentra la escritura. En «El mapa y el territorio», el escritor mostró la diferencia entre el mapa, como elemento objetivo, y el territorio, como realidad física y emocional, potencialmente imaginaria. En este caso, lo interesante no es su vida ordinaria, sino lo que crea a partir de ella. La moraleja de la historia es que la carne es triste y los novelistas son hombres como los demás, excepto cuando escriben libros. ¿Y qué sucede con este? Es un autodiario, ni siquiera una autoficción. Las páginas se leen y se olvidan con la misma rapidez. Esta reflexión personal tiene, con todo, el mérito de la honestidad. Houellebecq no engaña. Incluso cuando usa metáforas, habla de cómo se siente. Es como un «reality show». Sin embargo, existe una cuestión legal. El artículo 1.4 del contrato que firmó, transcrito íntegramente en el libro, establece: «Este permiso se aplica a todo el contenido, secuencias, grabaciones e imágenes que representen al participante creado y/o obtenido por Stefan y su equipo en un período desde el 1 de noviembre de 2022 hasta el 31 de diciembre de 2023». Un vídeo explícito con Houellebecq en las redes sociales habría tenido los mismos efectos. El hecho de que filmaran sus payasadas es lo que debería haber evitado. Sí, amigo. Deberías haberlo evitado.

«Unos meses en mi vida» suena más como una confesión en busca de nuestra absolución que como un texto analítico. Hay que admitir que expresa sus palabras sobre estos hechos y los coloca en una perspectiva que le permite tomar distancia (él sabe hacerlo bien). El autor, quien a menudo ha representado un sexo crudo e instrumentalizado en sus obras, se enfrenta a un sistema del cual no se había planeado ser víctima. En una entrevista con Augustin Trapenard llegó a confesar sentirse infeliz en la actualidad y también sufrir una pérdida de deseo sexual... ¡Vaya! Lo siento, pero, ¿realmente nos importa cómo está su libido? Su declive en la inteligencia y la cultura se enfrenta a una sensibilidad exacerbada. Es de primer grado y domina perfectamente el arte de la subestimación. No está mintiendo, o al menos eso espera. Si sonreímos al leer ciertas formulaciones, Houellebecq sigue siendo Houellebecq al fin y al cabo. Si bien sus reflexiones sobre la eutanasia y la gestación subrogada son interesantes, este librito parece ser un intento de rescate, una operación para salvar su reputación. En otras palabras, una escapatoria. Y en román paladino: algo que interesa poco, poquísimo o nada. Lo siento, maestro: es una obra errada.

  • ▲ Lo mejor: Que la prosa de Houellebecq siempre es limpia y pura escriba lo que escriba.
  • ▼ Lo peor: Se trata de una obra fallida, un texto revanchista que intenta justificar lo injustificable.