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Juan Carlos Botero: «Si Trump gana las próximas elecciones su política será vengativa»

Su novela «Los hechos casuales» ahonda en los años de violencia que marcó el devenir de la historia de Colombia

El escritor estuvo amenazado por su posición contra la droga
El escritor estuvo amenazado por su posición contra la drogaSilvia Mateos /Alfaguara

La vida no ha desarmado el aspecto de Juan Carlos Botero. Él pertenece a esa estirpe de hombres que ha mantenido las hechuras y que no ha permitido que las vivencias le revolvieran demasiado el gesto y las desenvolturas. La profesión de la experiencia la lleva por dentro. No deja que asomen en su carácter los arañazos y muescas de las amenazas que recibió en su país, Colombia, por sus posiciones evidentes ante la droga ni que los agridulces momentos que dejan los instantes de carestía y necesidad hicieran mella en su temple y carácter. Hijo del escultor y pintor Fernando Botero, él decidió apartarse de la pedagogía del rencor, la ira o la venganza, a la vez tan abundantes y tan empobrecedoras, y optó por un camino distinto, el de la educación y la cultura.

También eligió apartarse del destino más sencillo, ese que otros en su posición hubieran tomado, el del arte, y encarrilar la creatividad por meandros propios, para no sentirse tutelado por la sombra paterna, siempre tan alargada. Tomó así el sendero de la literatura, que es donde ha encontrado la horma de su identidad, y que, después de casi ocho años de silencio, le ha traído hasta las páginas de «Los hechos casuales» (Alfaguara), una novela de amplia singladura y cuidada factura lingüística. Una narración que discurre por los años violentos de su tierra natal, de los que da cuenta, y que le sirven también de pretexto para hablar de asuntos más ceñidos al alma humana: la culpa, la suerte o el poder. «La violencia es inherente a Colombia y esta procede de la intolerancia. En este libro están todos los fenómenos que la han alentado: el narcotráfico, la guerrilla... Las personas que lo lean entenderán el tamaño de nuestro dolor, lo que hemos vivido», comenta con suavidad el novelista, que ha contado con Arturo Pérez-Reverte como padrino de su obra en España.

Defender con palabras

Juan Carlos Botero, al que le precede el aviso de estilar una prosa de elegantes equilibrios, no es hombre que se detenga en artificios y sabe hablar con propiedad de las cornisas más oscuras de la sociedad. «Sé qué es escribir con los dedos temblando por si la palabra equivocada puede costarte caro. Pero hay que defender las convicciones con palabras», explica. Sin embargo se ha sacado de la imaginación un personaje hecho de una metalurgia poco esperada; un hombre con el corazón forjado por la bondad en lugar de con el odio. Aunque él es consciente de que las bonanzas del mundo –la democracia, el bienestar...– son tan frágiles como una copa de cristal. «La bondad siempre prevalece, pero a la maldad le gusta acaparar titulares. La bondad es más humilde, pero gracias a ella los países progresan».

Esta argumentación no le impide defender que «ningún país es inmune a la barbarie. En cualquier momento podemos volver a ella por el populismo o por otras causas. La gente, en un determinado instante, puede equivocarse al votar. Hay que tener en cuenta que las civilizaciones nunca se terminan por ganar y que en cualquier instante pueden retroceder». En un mundo azotado por discursos incendiarios y con ascensiones políticas de pelajes hirsutos y duros, para el novelista lo esencial es contar con instituciones fuertes, que resistan el peor oleaje, a hombres de presidencia como Trump. «Si gana las próximas elecciones su política ser vengativa y muy combativa», advierte sin dudar.