Florencia Bonelli : «Escribo con las tripas, es lo único que consigue que me olvide de todo»
La autora, un fenómeno de ventas en Sudamérica, publica «El hechizo del agua», una novela muy marcada por los astros
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Florencia Bonelli (Córdoba, Argentina, 1971) es un fenómeno de ventas en Sudamérica, donde la llaman «la reina de la novela romántica». Estudió Ciencias Económicas, pero pronto lo abandonó para dedicarse plenamente a la literatura. Su bilogía «Indias blancas» (2005) y la trilogía «Caballo de fuego» (2011) la consagraron como una de las novelistas más populares de Latinoamérica. Ahora, de la mano de Planeta, aterriza en España con «El hechizo del agua» (Esencia), o lo que es igual, un protagonista nacido bajo el signo de Piscis.
Tiene a los astros muy presentes durante todo el libro. ¿Son importantes para usted?
Mucho, aunque la astrología entró casualmente en mi vida. En mi entorno era algo para gente inculta y supersticiosa, incluso se enmarcaba en el terreno de la brujería. Yo no sabía ni qué signo era. Una amiga me dejó un libro, busqué el de mi esposo y acertaba en todo. La carta astral te define. Desde entonces es parte de mi vida, me sirve para entender al otro y a mí misma, para perdonarme y perdonar bajo mi nivel de exigencia, porque, según sea el signo, entiendo más y soy más empática con los comportamientos.
¿El concepto clásico de amor romántico pasa de moda?
No, hay algo muy raro con el amor que los seres humanos vivimos buscándolo, no se sabe qué es ese sentimiento que provoca en el cuerpo, la mente, el corazón y en el alma que los latidos aumenten y las pupilas se dilaten. Para mí es lo único que hace a la vida digna de ser vivida. Bien mirado, la vida es bastante ridícula, naces, estudias, trabajas… para luego morir. El amor es lo que hace que, pese a todo, merezca la pena. Sea romántico, entre amigos, familiar, a la naturaleza, los animales, homo o heterosexual…no importa. Amémonos, dejemos de pelear todo el tiempo.
Construye personajes fuertes.
Intento penetrar en sus psicologías, tengo un Plutón muy fuerte en mi casa, que es el planeta que nos hace ir a lo hondo, al inframundo, y cuando bajo ahí, a la parte fea y oscura, es cuando me gusta crear, en lo profundo, cuando veo qué hay ahí abajo, y saco y aprieto para que eso fluya sin miedo a mis personajes.
Es nuestra cara oculta inconfesable.
Sí, porque en realidad usamos una máscara por miedo a mostrarnos. Me pongo la social y salgo al mundo, una coraza de hierro para protegerme, porque el mundo me condena si me muestro como soy. La novela es esto, descubre quién eres y serás la dueña de tu destino, pero si te acorazas detrás de una máscara por miedo no vas a ser feliz. A veces la usamos tanto que nos olvidamos de lo que somos.
¿Los lectores se identifican con sus personajes?
Es que están sujetos a los vaivenes de la vida como cualquier persona, viven el dolor, la amistad, la ambición, las dudas, los miedos, la pasión, las rupturas… y eso los hace creíbles, son ellos mismos, cualquiera se puede sentir identificado con alguno, bien por ser así o porque quieran serlo; son su modelo, un espejo donde mirarse, me cuentan muchas lectoras.
¿Cree en las segundas oportunidades?
Claro, somos los reyes de los errores, nos equivocamos continuamente, y si en una relación no nos perdonamos… Creo en la reconciliación, porque, si no comprendo al otro, tampoco me van a comprender a mí, aunque hay cosas imperdonables, como la violencia física o psicológica, porque entonces no hablamos de una persona sana, sino podrida por dentro.
¿Qué destruye una pareja?
No poner siempre al otro por delante, porque si el bienestar de quien está conmigo es lo primero para mí, estamos asegurando la pareja. Estos protagonistas, a pesar de sus inconvenientes, problemas y errores, siempre piensan en el otro y quieren que esté bien. La pareja se destruye por los celos enfermizos, por el egoísmo y el ego monumental, que mata el amor, la amistad y todo y refleja el miedo a fracasar, una protección para esconder cómo soy o tapar complejos, sobre todo, de inferioridad. Cuanto más miedo y más inferior me siento, más grande es el ego. En realidad, es un arma de defensa.
¿Cuál cree que es su mayor virtud como novelista?
Que escribo con las tripas, con pasión…Es lo único que consigue que me olvide de todo. Puedo tener el problema más grande, pero escribo y me olvido, ni siquiera me doy cuenta de que me hablan. Me ha llegado a ocurrir que al terminar una escena fuerte no sabía si era por la mañana o por la tarde, si había almorzado o no. Escribir es la pasión más fuerte que he vivido en mis casi 51 años.