La resistencia de un pueblo que se resigna al olvido
Con la reedición de “Historias de la Alcarama”, Abel Hernández recupera los despojos de unas costumbres necesarias
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Esta es la historia de un pueblo que se resiste a morir. Que se resigna a quedar en el olvido, y que se aferra a un pasado de costumbres brillantes y evocador de un patrimonio imprescindible. Es una historia que, además conocemos bien, pues se narra en Historias de la Alcarama (Pepitas), obra que el escritor y periodista Abel Hernández publicó en 2008 y que obtuvo una gran acogida por el público. «Hace unos meses me llamó el editor Julián Lacalle, entusiasmado porque el libro estaba agotado y bastante demandado», explica a LA RAZÓN el autor, que ahora lanza una reedición de esta obra.
«He tratado de no cambiar mucho el libro, solo añadir pequeños arreglos y un prólogo amplio, donde explico el cambio de estos últimos años», continúa Hernández, «el pueblo en el que nací y donde se ambienta el libro, Sarnago, en la comarca de la Alcarama, está despoblado. La iglesia sigue derrumbada, han traído agua a las casas, hay Wifi en la escuela y me han avisado de que mi casa, que sigue cerrada, se está cayendo. Una noticia tremenda que me afecta muchísimo». No obstante, este paisaje se complementa con la actividad de la asociación cultural de la zona, pues está poniendo a Sarnago como modelo «de un pueblo que funciona por su cuenta, que no se quiere morir. Están arreglando algunas casas para breves temporadas», apunta.
A la hora de fijar un problema principal que rodea a estas zonas al borde del olvido, Hernández señala que «el paisaje se está viendo amenazado por los parques eólicos. Como están los pueblos muy deshabitados, hay quien habla de ellos como un cementerio de localidades, las empresas están aprovechando para invadir los montes de molinos y paneles solares, cuando lo que se busca históricamente en este mundo inocente y puro es tranquilidad y paz». Por ello, realza el espíritu originario de Historias de la Alcarama: «No se trata de volver a cómo se vivía antes, sino que trato de recoger los despojos de unas costumbres que hay que conservar como oro en paño. También recojo las palabras que se están perdiendo. Si muere una planta o una especie animal saltan las alarmas, pero que se pierdan palabras parece no significar nada. Hay términos hermosísimos que están desapareciendo, y toda esa forma de comportarse, la cercanía, solidaridad y hospitalidad de ese mundo rural creo que siguen siendo válidas para este tiempo», explica el también autor de Leyendas de la Alcarama (2011).
Por tanto, la reedición de esta obra recupera un homenaje literario a la identidad de una comarca y de un pueblo. Con esto, señala Hernández que «no es un libro localista, aunque se centre en Sarnago creo que es una obra universal, y eso es lo que quizá le dé algún valor». De hecho, el germen inicial de este libro se sitúa en un acto tan expandido y común como el de un legado de un padre a una hija. «Yo quería explicarle a mi hija Sara de dónde veníamos. En mi generación hemos sido testigos de un salto histórico, y creo que tenemos el deber de comunicar nuestras vivencias». Más aún, cuando se pone el foco en «un tiempo y una forma de vida que nunca volverán, que se está apagando», dice Hernández, con la voluntad que mantiene el pueblo que le vio crecer: «El de nunca rendirse al olvido».
- Historias de la Alcarama (Pepitas de Calabaza), de Abel Hernández,198 páginas, 18,50 euros.