La librería, o la «farmacia del alma»
Diez escritores se reunieron ayer con sus lectores en la Casa del Libro de la Gran Vía
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Sacar al escritor de su guarida, donde crean personajes y aventuras, es interesante. Se les ve despojados de esa intimidad que les inspira y conecta con sus historias, pero a la vez cómodos entre la multitud, siempre que ésta se componga de sus lectores. Diez de los principales autores del momento se han reencontrado con sus seguidores en vísperas navideñas, y con el objetivo de fomentar la lectura como una actividad reconfortante y necesaria. La División Editorial del Grupo Planeta y la Casa del Libro celebraron ayer su anual evento en el que escritores se visten de libreros para reunir a los apasionados por la literatura en un espacio tan icónico como el de la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid.
La ganadora y la finalista del Premio Planeta 2024, Paloma Sánchez-Garnica y Beatriz Serrano respectivamente, lucieron el delantal verde, junto a Carmen Mola, Carmen Posadas, Manel Loureiro, Alice Kellen, Megan Maxwell, Rafael Tarradas, Lucía Galán y María Martínez. «Un librero es mucho más que un vendedor de libros. También tienen una psicología especial para captar al lector, y en ese sentido estoy conmovida», explicaba este viernes Sánchez-Garnica, «me acaba de decir una lectora que mis libros le han sacado de la cama de una depresión. Que algo que he creado en la soledad de mi casa haya podido ayudar a alguien, y que me lo comunique en una librería, que es una farmacia del alma, me hace muy feliz». Coinciden Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, los Carmen Mola, en que «a los lectores hay que tenerlos en cuenta de uno en uno». Más allá de atender a números e índices de lectura, «es importante pensar en que tienes un lector al que tu historia le tiene que gustar y apasionar». Un trato personal que los escritores volvieron a vivir en este acto en el que repiten como libreros, y al que quizá el año que viene asistan de otra forma: «Ahora hemos sacado ‘‘El Clan’’, que es el cierre de Elena Blanco, y para lo próximo haremos novelas individuales. Nos hemos dado el gustazo de recuperar nuestras carreras por separado, que estaban aplastadas por el peso de Carmen Mola», afirman.
Proteger la cultura
Quien sí se estrenó con el delantal fue Serrano, finalista del Planeta por «Fuego en la garganta», y quien también firmó ejemplares de su anterior obra, «El desencanto». Confiesa que, «aparte de estar en mi casa encerrada escribiendo y sin hablar con nadie, lo siguiente que más me gusta es la parte de las firmas o momentos como este, porque es cuando sientes que el viaje ha concluido». Cita, además, otro organismo que, junto con las librerías, protegen la lectura como un acto de reposo, de entretenimiento, aprendizaje y convivencia: los clubes de lectura. Serrano defiende haber asistido a alguno para hablar sobre sus obras, reivindicando que «hoy hay muchísima soledad, pocos sitios de reunión como había antes, al menos en las grandes ciudades. Y estos clubes fomentan esa comunidad de un espacio tranquilo alrededor de algo tan analógico como puede ser un libro». Un acto que, por tanto, sostiene la necesidad de proteger la cultura, y más aún en la zona de España que hoy más lo necesita: «Estuve hace poco en librerías de Valencia, y si yo siempre he apoyado el comercio local, esta tragedia demuestra lo importante que es más que nunca. La cosa sigue estando bastante mal, y va a tardar en recuperarse. No solo hay que apoyar en Navidad, también en los meses siguientes, cuando empiece toda esa cuesta y la gente deje de pensar en ellos».