cultura
Los jueces de Castilla: guerra y sentencia
Los consejos de ancianos son la forma de gobierno que precede a la existencia de jueces como la autoridad que dota de entidad política a un territorio: en Castilla fueron Nuño Rasura y Laín Calvo
En una de las formas de estatalidad primera, los ancianos de la tribu se reúnen en torno a un tótem o un símbolo, o se suben a un podio elevado, para dictar justicia y gobernar a la par: son oráculo, ley y poder primero y sus decisiones fundan el derecho, la justicia y el estado. A veces se reúnen en torno a un árbol vivo y consagrado, como la encina de Dodona –que para muchos es un roble como el de Guernica, pero de otro tipo–, el árbol de las libertades frisonas o el de los druidas célticos, y desde allí gobiernan e imparten justicia.
El «consejo de ancianos» aparece en los orígenes de la Gerousia de Esparta («geron» es, de hecho, «anciano» en griego), órgano de los espartanos, y en el fondo está también detrás de la Boulé, asamblea restrictiva de las propuestas de ley en Atenas. En latín el gobierno y la judicatura también denotan ancianidad y así se da nombre al Senado (de «senex»), verdadero poder en la sombra a lo largo de toda la historia de la Roma republicanay con fuertes influencias posteriores.
La «gerontocracia» ha sido una manera de gobierno para primeros estadios de los más diversos reinos de la antigüedad, desde el Libro de los Jueces hasta los «dikastai» atenienses y los senadores romanos: entre derecho, religión y política, sabemos de la importancia de estos órganos colegiados, marcados por la ancianidad para los primeros pasos de cualquier forma de Estado.
En la historia y geografía de la España mítica destacan también unos poderosos ancianos que son designados como jueces en diversos lugares de la geografía hispánica, desde Castilla al Mediterráneo. Hoy nos detendremos en los jueces míticos castellanos a propósito de un paraje que hace honor a su nombre, la localidad de Bisjueces, en la Merindad de Castilla la Vieja, actualmente fusionada con la villa de Villarcayo, en Burgos.
Ahí sitúa una tradición mítica el emplazamiento del estrado donde impartían sabia justicia los dos primeros jueces que encarnaron la independencia castellana, Laín Calvo y Nuño Rasura, en el Paraje de Fuente Zapata. En los orígenes del Condado de Castilla se hallan estas dos figuras que también nos recuerdan el concepto de la diarquía, vieja forma de gobierno –que permite a uno viajar y entrar en combate– que se acredita en los dos cónsules romanos o los dos reyes de Esparta.
En este caso, Laín Calvo y Nuño Rasura fueron supuestamente elegidos como jueces propios de los castellanos para dirimir sus pleitos y evitar las Cortes de León, en un primer paso para la independencia de Castilla. Se les representa en el pórtico de la Iglesia de Bisjuece, así como en la pintura del Arco de Santa María en Burgos, una de las antiguas puertas de acceso a la muralla medieval.
Conexión con El Cid
Su aparición se sitúa después del reinado de Ordoño II, a comienzos del siglo X, cuando tras la derrota ante los musulmanes de Abderramán en Valdejunquera (920), los leoneses la atribuyeron a la poca colaboración de los condes castellanos. Esto, según una tradición, habría llevado a la ejecución de ciertos nobles castellanos, causando la indignación del pueblo, que acabó por elegir a esta diarquía de dos magistrados, uno civil y otro militar, para que uno uno de ellos pudiera ir a la guerra y el otro quedarse a administrar justicia y a gobernar.
El primero, Laín Calvo se perfila asignado a la labor belicosa, y así consta en las fuentes literarias, como en el Poema de Fernán González. Aparece como yerno del otro juez y en la toponimia hay lugares atestiguados con su nombre, como Villalain, que sería lugar de su nacimiento y tumba a la par. De él descendería el propio Diego Lainez de Vivar, el padre del Cid, y por tanto el propio héroe castellano: así aparece en la «Historia Roderici», la crónica biográfica del Cid escrita en latín en el siglo XII. Por tanto, el heroísmo castellano por excelencia entroncaría con los inicios de la independencia del condado en la edad de estos jueces míticos. En cuanto al otro juez, Nuño Rasura, sería el artífice de la independencia legislativa de Castilla.
Algunas fuentes apuntan que fue conde de Álava y sitúan sus tierras en la Torre de Astulez, en el territorio entre Álava y Burgos donde se enfrentaban épicamente cristianos y musulmanes, designado a veces con el mítico nombre de Bardulia. Se dice que su tumba está entre la antigua necrópolis de Cigüenza y su estrado en la mencionada localidad de Bisjueces. El énfasis del derecho consuetudinario de los primeros jueces castellanos entronca con viejas tradiciones germanas. Según la tradición, los castellanos rechazaron el «Liber Iudiciorum» gótico, adoptado por León, como muestra de independencia y pasaron a utilizar el llamado «fuero del albedrío», es decir, un derecho basado en los usos y costumbres que, por otro lado, se atestigua en antiguos pueblos germanos.