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Vellido Dolfos, el traidor en el cerco de Zamora

Este personaje destaca entre los traidores de la historia mítica de España: aprovechó estar a solas con el rey Sancho II para asesinarlo, y fue clave en el desarrollo de toda la leyenda del Cid
Pintura donde se representa la muerte del rey don Sancho
Pintura donde se representa la muerte del rey don SanchoLa Razón

Madrid Creada:

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El famoso Vellido (o Bellido) Dolfos (o Adolfo) destaca en el cerco de Zamora entre los muchos traidores de la historia mítica de España, que no comienza como pudiéramos pensar con don Julián, sino que se remonta mucho más atrás y se prolonga hacia adelante en una especie de bucle temporal flexible, que se dobla y se curva en una geometría no euclidiana. Como tantas otras veces en la narrativa patrimonial, la actuación del traidor es esencial para el desarrollo de la acción: así se ve en muchas mitologías y cuentos maravillosos de todo el mundo. Y, por supuesto, en el relato evangélico, en el que un arquetípico traidor que hay entre los 12 apóstoles es en cierto modo reivindicado por algunos teólogos extravagantes como pieza clave en el plan maestro de Dios de ofrecer en sacrificio expiatorio por toda la humanidad a su Hijo. Otro tanto ocurre, en este relato quintaesencial, con la figura emblemática de Poncio Pilato, a quien Aldo Schiavone ha dedicado un magnífico libro que explora esta visión. Pero volvamos a uno de los grandes traidores castellano-leoneses, pasada ya la edad visigótica (que atesora unos cuantos). Su desempeño supone el punto de ignición también para la epopeya del Cid y su enfrentamiento con Alfonso VI de León. Se trata del asesinato en Zamora del rey Sancho II de Castilla, hermano mayor de Alfonso.
El tiempo igualmente flexible de los romances nos lleva a estar simultáneamente en varios lugares a la vez, como toda buena mitología, y el Romance de la jura de Santa Gadea, que recoge el improbable juramento tomado por el Cid a Alfonso VI, se complementa bien con la «precuela» (como dicen mal los modernos) de este episodio en el Romance del rey don Sancho o del Cerco de Zamora, que dice así: «–Guarte, guarte, rey don Sancho, / no digas que no te aviso, / que de dentro de Zamora / un alevoso ha salido: / llámase Vellido Dolfos, / hijo de Dolfos Vellido, / cuatro traiciones ha hecho / y con esta serán cinco; / si gran traidor fuera el padre, / mayor traidor es el hijo. / Gritos dan en el real: / que a don Sancho han mal herido. / Muerto le ha Vellido Dolfos, / gran traición ha cometido. / Desque le tuviera muerto, / metiose por un postigo; / por las calles de Zamora / va dando voces y gritos: / –Tiempo era, doña Urraca, / de cumplir lo prometido».
La sombra de la venganza familiar planea sobre esta suerte de conspiración en un tema de la narrativa de todos los tiempos: el derramamiento de sangre en el núcleo de la familia gobernante. Quiere la tradición que Sancho, a quien había correspondido gobernar Castilla, hubiera desafiado a su hermana Urraca a la que tocaba –según el testamento de su padre el rey Fernando I el Grande– la ciudad de Zamora, y que le hubiera puesto sitio para tomarla por las armas. El noble leonés Vellido Dolfos se entrevistó con el rey arguyendo que iba a desertar del bando defensor de Zamora y que le mostraría una puerta para tomar la ciudad sitiada (la puerta maldita o el punto débil de la muralla es también universal, desde Troya a Constantinopla). Parece que Dolfos usaba un pequeño portillo que a partir del siglo pasado se quiso localizar en una entrada descubierta en la muralla de Zamora, llamado desde entonces Portillo de la Traición (o de la Lealtad, desde el punto de vista leonés). El caso es que Vellido Dolfos aprovechó la entrevista nocturna a solas con Sancho para matarlo con sus propias armas y luego regresó corriendo, perseguido por el Cid, a refugiarse en la ciudad por aquella puerta secreta. La idea de que doña Urraca había planeado la muerte por tradición de su propio hermano abunda en la tragedia. No sabemos si los hechos se desarrollaron como quiere la historia mítica del romancero y tampoco si realmente existió un tal Vellido Dolfos (hay documentado un personaje llamado Vellit Adulfiz).
El caso es que su tradición es fundamental para el desarrollo de toda la leyenda posterior del Cid y su enfrentamiento con Alfonso tras la jura de Santa Gadea. El cerco de Zamora es materia de romance y más allá de las fuentes más fidedignas de la historia de Rodrigo Díaz de Vivar, las consecuencias de la muerte de Sancho II fueron de muy largo alcance cuando Alfonso VI de León asumió todo el poder. Seguramente hubo un Cantar de Sancho II, reconstruido en cuanto a sus temas gracias a su prosificación en la Crónica Najerense y en la Primera Crónica General alfonsí, donde hay una versión del levantamiento de Sancho contra sus hermanos que gobernaban Galicia, León y Zamora. Esta historia de venganza se asemeja a muchas otras epopeyas de enfrentamientos de hermanos regios. Que el traidor sea un personaje y colaborador necesario es una clave literaria interesante desde el río del romancero y el Quijote hasta la literatura contemporánea. Siguiendo la inspiración de Borges en su famoso relato «Tema del traidor y el héroe», estas figuras tan intercambiables a veces (hoy se reivindica a Vellido Dolfos desde Zamora como héroe) son indisociables de la historia y la geografía mítica de España.