Crítica de libros

Los libros de la semana: lo nuevo de Vargas Llosa y mucho más

Los libros de la semana: lo nuevo de Vargas Llosa y mucho más
Los libros de la semana: lo nuevo de Vargas Llosa y mucho máslarazon

Las críticas de libros de esta semana nos traen la nueva novela de Vargas Llosa, una novelada reivindicación del progreso humanista, la prosa desnuda y afilada de De Vigan, una novela que pone voz al hijo del anarquista Abbie Hoffman...

La noticia no es mercancía, por Diego Gándara

Vargas Llosa centra la trama en Guatemala para analizar la historia latinoamericana

Hay una larga y rica tradición, en la literatura latinoamericana, que busca retratar no solo un momento importante de la historia del continente, sino también dar vida a un personaje emblemático, especialmente si se trata de un dictador, y que reúna las condiciones necesarias para ser pincelado como uno novelesco. Ahí están, por ejemplo, «El señor presidente» del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, «Yo el supremo» del paraguayo Augusto Roa Bastos o «La fiesta del chivo», novela con la cual Mario Vargas Llosa se inscribió dentro de esa misma tradición (un poco fagocitado, quizá, por el presente histórico de Latinoamerica y su acérrima posición antipopulista).

«Tiempos recios», la nueva novela del Nobel (lanzada en simultáneo en veinte países hispanohablantes y con una prometedora tirada inicial de 180.000 ejemplares), continúa, pues, la línea iniciada en «La fiesta del Chivo» y lo hace, esta vez, centrando la trama en la Guatemala de junio de 1954, cuando el coronel Carlos Castillo Armas, apoyado por Estados Unidos y tal vez por el propio Trujillo, dio el golpe de Estado que acabó con el gobierno progresista de Jacobo Árbenz y, de paso, también con su vida.

En ese sentido, más que recrear la figura de un dictador, lo que propone Vargas Llosa en esta novela de corte clásico y con muchos de los recursos (modernos en su día) utilizados en su obra (componer una realidad desde el punto de vista de un narrador y, al mismo tiempo, fundirla como ficción en un proceso histórico), es demostrar de qué manera la manipulación de la información, la noticia como mercancía, las «fake news», son capaces de construir una realidad de ficción hasta derrocar un gobierno. Si bien fue durante muchos años un secreto a voces, lo cierto es que el golpe militar estuvo orquestado por la CIA, que a su vez mantenía muy buenos vínculos con la United Fruit Company. La empresa recién se había instalado en el continente y los modernos y liberales planes de Árbenz les jugaba en contra. La agencia norteamericana, se supo mucho después, montó una poderosa campaña de propaganda en la que el presidente guatemalteco aparecía como un temible comunista.

El arte de escribir

Más allá de la condena implícita al plan ejecutado por la CIA, Vargas Llosa hace hincapié en casi toda la historia latinoamericana y desde una perspectiva, tal vez, incómoda: la del fracaso total del proyecto independentista de San Martín y Bolívar, como si hiciera suya la humorada de Borges sobre los argentinos, sobre aquello de que si en lugar de haber sido descubiertos por los españoles hubieran sido descubiertos por los ingleses, otro habría sido el destino del contiente. En todo caso, pese a la lectura política que pueda hacerse, «Tiempos recios» es, antes que nada, una novela. Lo cual implica que, más allá de los hechos históricos que en ella se relatan, hay un dominio impecable de la lengua y una preocupación, más que por la trama, por la arquitectura, por la forma. Es decir, por el arte de eso que se llama escribir novelas.

sobre el autor

Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) fue Premio Cervantes en 1994 y Nobel de Literatura en 2010. Su carrera literaria cobró notoriedad con «La ciudad y los perros».

ideal para...

leer una historia de conspiraciones e intereses encontrados durante la Guerra Fría, pero cuyos ecos persisten

un defecto

Ninguno. Está perfectamente escrita y editada

una virtud

Combina de manera magistral la historia, la imaginación y, especialmente, la arquitectura y el tiempo narrativo

puntuación: 9

«Tiempos recios»

Mario Vargas Llosa

Alfaguara

352 páginas,

20,90 euros

Versión Kindle: 10,44 euros

El precio de ser ecologista, por Jesús Ferrer

En los últimos años ha cundido una narrativa de crítica realista, identificada con la denuncia social y el compromiso civil. Belén Gopegui, Benjamín Prado, Almudena Grandes, Isaac Rosa y, al frente de todos ellos, Rafael Chirbes, conforman entre otros escritores una generación abocada a un perspicaz testimonialismo histórico. Dentro de esta modalidad literaria cabe la crónica ficcionada de nuestra desajustada actualidad, una incisiva mirada sobre preocupantes temas de nuestro acuciante presente. En esta línea, Daniel Ruiz (Sevilla, 1976) proyecta, bajo la apariencia de un plácido costumbrismo, una acertada mirada sobre tortuosos contextos sociales; novelas como «Todo está bien» (2015) y «La gran ola» (2016) le consolidan como un narrador caracterizado por los diálogos, la acertada caracterización de personajes y el ameno ritmo argumental. Insistiendo en estos referentes, publica ahora «El calentamiento global», una historia de intrigas empresariales, reivindicaciones ecológicas y corruptelas políticas.

Propuestas contestatarias

Federico Castilla es un alto ejecutivo de Oilgas, una multinacional energética que, entre otros enclaves, se ha asentado en Pico Paloma, localidad mediterránea donde coinciden pintorescos personajes como Lagartijo, pícaro y oportunista ladronzuelo; don Arturo Albiñana, que preside el Banco de Alimentos de la población; la extravagante cantante Amanda; su hijo Nicolás, un inquieto youtuber; o Berta Vela, concienciada periodista de inclinaciones antisistema. Arranca la acción al accidentarse de gravedad un trabajador de la factoría, desencadenándose toda una estrategia de indemnizaciones y demandas laborales. A partir de aquí se sucede un demoledor ejercicio de crítica social: desde la brecha salarial al predominio del patriarcado, pasando por la conciliación familiar, el maltrato animal, el cambio climático o el egoísmo industrial; sin obviar las conveniencias del propio asociacionismo medioambiental o la hipocresía del desarrollo sostenible.

Destaca la recreación de ambientes como la rutina laboral en la refinería, la presión profesional ejercida sobre los ejecutivos de la empresa, las preocupaciones familiares de los trabajadores. Todo ello bajo la estrategia de las características escuelas de negocios. Esta historia de contestatarias propuestas se desarrolla con un singular tono de suspense argumental, pendiente el lector de una trama de vidas cruzadas, encaradas también a sus propias contradicciones y flaquezas, en hábil simbiosis de introspección psicológica y denuncia social.

sobre el autor

Novelista inmerso en un serio realismo de denuncia social lejos de cualquier planfletario maniqueísmo

ideal para...

adentrarse en una novelada reivindicación del progreso humanista y el ecológico crecimiento económico

un defecto

Ninguno destacable

una virtud

El ameno suspense que envuelve a esta historia de crítica social

Puntuación: 9

«El calentamiento global»

Daniel Ruiz

Tusquets

382 páginas,

19,50 euros

Versión Kindle: 9,49 euros

El último brindis de la infancia, por J. Ors

Delphine de Vigan (Bou-logne-Billancourt , 1966) es una gran anatomista de nuestros terrores y miedos. En esta época sin monstruos, ella saca a relucir las fallas interiores que fracturan el espíritu humano. A través de un estilo directo, seco, casi áspero, de una enorme dureza, pero, también, puntualmente, de una gran emotividad, la escritora francesa ha sabido «literaturizar» algunos de los temas más terribles de nuestra sociedad contemporánea. En «Días sin hambre» abordaba el duelo personal que ella sostuvo con la anorexia; en «Nada se opone a la noche», otro capítulo de sinceridad, se enfrentaba al fantasma de la madre, que sufrió abusos en su primera juventud, a partir de su fallecimiento; oy en «Basada en hechos reales», en el que reflexionaba sobre el bloqueo del escritor, el pánico a que un extraño nos venga a «hackear» la personalidad y los límites que existen entre la ficción, la autoficción o lo biográfico.

Ahora, en «Las lealtades» retrocede a la infancia, ese periodo edénico, que en multitud de ocasiones se ha vendido como un paraíso perdido, aunque desde Charles Dickens todos reconozcamos que no es así. La autora rompe con las estructuras que ha planteado habitualmente y presenta una obra dividida en un coro de voces y distintos narradores para trabar un texto de interiores hilvanado a partir de confesiones, pensamientos y descripciones descarnadas.

Fuga de la realidad

Théo, un chaval de doce años, y su amigo Mathis, han aprendido a evadirse de su entorno a través de ese camino de huida que supone el alcohol, y que siempre los ha acompañado. Lo que comienza, en apariencia, como un juego entre críos se acaba revelando como una fuga espontánea de esa marea de fondo que es la realidad familiar. La vida son vasos comunicantes y lo que les sucede a los padres, lo viven los hijos. Y De Vigan, como es habitual en ella, capta con acertado realismo ese fuego cruzado.

A través de la colección de tormentas que flagelan a sus protagonistas (divorcios, decepciones y toda esa colección de heridas invisibles que desgarran el alma y modelan el carácter), traza una agria radiografía del mundo actual que adolece de un exceso de individualismo y falta de empatía. Sus personajes reflejan parte de estos males silenciados que nos aquejan, como la depresión, la frustración, la soledad, el desinterés por el prójimo, el desconocimiento del otro, la vejaciones y el pasado mal resuelto o asumido, encarnado por una profesora de escuela que detecta el sufrimiento callado de Théo y que es el único personaje dotado de esa mencionada, pero rara cualidad, llamada compasión.

sobre la autora

Saltó a la fama con «Días de hambre». Es una de las narradoras francesas más reconocidas

ideal para...

aquellos que, a través de unos adolescentes, quieren asomarse a parte de nuestros abismos

un defecto

El desenlace, quizá, puede ser intuido por algunos lectores

una virtud

La prosa desnuda y afilada de De Vigan y su capacidad para captar ambientes

puntuación: 8

«Las lealtades»

Delphine de Vigan

Anagrama

200 páginas,

18,90 euros

Versión Kindle: 9,49 euros

El extranjero que llevamos dentro, por D. Gándara

Extranjero, extraño, fuera de sí, con la lengua en otra parte y el corazón dentro del mundo. En un lugar que no está ni allí, ni en el sitio que se dejó, ni aquí, el punto al que se ha llegado. Porque el lugar en el que vive un extranjero es, tal vez, el extranjero mismo, donde se siente de otra parte todo el tiempo aunque tiene, sin embargo, un privilegio pero, también, un problema: ver las cosas, el espacio en el que vive, que lo rodea, como si lo hiciera por primera vez, lo que implica, también, verlo con distancia, de una manera bastante inédita.

Adan Kovacsics, nacido en Santiago de Chile en 1953, hijo de inmigrantes húngaros y notable traductor de ese idioma (volcó, entre otros, al Nobel Imre Kertész, y fue premiado en numerosas ocasiones por el Ministerio de Educación y Cultura de Austria y por el de Cultura de España), explora en este libro, con un entramado que combina la erudición con la sencillez, esos lugares propios de la extranjería. Lugares que no están delimitados por ninguna ley aunque tienen, eso sí, la suya propia: la ley del extranjero, una manera de andar por el mundo como todos pero con una diferencia: la de ser, después de todo, un extranjero.

Pero ¿quién no lo es?, parece preguntarse Kovacsics en estos cuatro relatos breves que sorprenden por sus formas musicales y porque exploran, de algún modo, no solo al extranjero en el sentido de quien tiene otra nacionalidad, sino al que todos llevan dentro. Así se trate de un joven que en pleno siglo XXI aparece montado a caballo en la plaza principal de una ciudad o del filósofo Ludwig Wittgenstein, que mantiene un imaginario intercambio espistolar con Plotino, la esencia del ser humano, su propia ley, es reconocerse, ante todo, como alguien ajeno, extraño a sí mismo.

«Las leyes de la extranjería»

Adan Kovacsics

Subsuelo

180 páginas,

17 euros

Odio que me llamen Freedom, por Toni Montesinos

Joshua Furst pone voz al hijo del anarquista Abbie Hoffman y a su vida nómada y precaria

No son pocas las novelas estadounidenses que han intentado captar el ambiente del país en tiempos hippies. En algunas ocasiones, desde el clima de las comunas, como fue el caso de T. C. Boyle (1948) y su novela «Drop City», que de forma voluntariosa, aunque errática narrativamente hablando, presentaba un argumento lleno de nudismos campestres y la típica tríada sexo, drogas y rock and roll en los años 70 californianos. La historia contaba cómo algunas personas decidían abandonar la vida consumista para vivir de la tierra, participando de una supuesta solidaridad que el autor desenmascaraba, pues existía otra cara en todo eso: como no es posible criticar al prójimo y negarse a tener relaciones sexuales con todo el que quisiera, la cópula se convertía en violación, el relax en holgazanería, la tolerancia en violencia, y era esa agresividad al fin lo que daba fundamento emocional al relato. Y si en aquella ocasión penetrábamos en lo hippie mediante epígrafes de Thoreau y Jim Morrison, sintiendo la música de Janis Joplin, Jimmy Hendrix o los Rolling Stone..., ahora la contracultura que abordó EE UU en tiempos de la guerra del Vietnam ha sido profundamente literaturizada por parte de Joshua Furst.

De bufón a traficante

Con un inicio melvilleano –«Llámame Fred»–, tras un prólogo en que habla de cómo se le propuso hacer una serie de documentales y entrevistas sobre protestas multitudinarias, presenta al protagonista, hijo de un activista llamado Lenny Snyder. Éste, «un bufón radical que se hizo famoso por su papel en las protestas que tuvieron lugar en 1968 en Chicago, con motivo de la Convención del Partido Demócrata», sería trasunto del anarquista Abbie Hoffman (1936-1989), un escritor cofundador del Partido Internacional de la Juventud, que padecía trastorno bipolar y se suicidó tras vivir perseguido por la Justicia, acusado por traficar con cocaína.

«Revolucionarios» pone voz al hijo de Hoffman, que está harto de que le pregunten por su padre, pero que accede a contar sus recuerdos, relacionados con una vida nómada, precaria, y con famosos alrededor. Un texto que es al mismo tiempo una crónica de hechos verdaderos que protagonizó este hombre –cuando entró en la Bolsa de Nueva York y desde un palco lanzó billetes al aire o cuando interrumpió un concierto en Woodstock– como una reflexión sobre su personalidad: «¿Qué ocurre con el individuo cuando la cultura cambia y lo abandona a él y todo en lo que cree? ¿Qué le pasa al idealista en una época cínica? ¿En qué pozos de desesperación se revolcará el hombre, a qué actos autodestructivos recurrirá en su afán por salvarse? Sin poner en duda los hechos que los polis afirmaban como verdaderos, se podía llegar a argumentar que la de Lenny era una historia trágica». Posee un tono sumamente monótono y extensión desmesurada, a mi juicio, con toda su relación de anécdotas curiosas y vivencias traumáticas por parte del pobre chico, que odia el nombre que le pusieron: Freedom.

sobre el autor

Joshua Furst (Boulder, Colorado, 1971) estudió dramaturgia en la Universidad de Nueva York. Es autor de obras de ficción, novelas y cuentos. Es profesor en la Universidad de Columbia, Nueva York

ideal para...

los que gusten de conocer todo lo relacionado con los movimientos de protesta radicales

un defecto

La novela puede carecer de una trama que dé consistencia a la propuesta de hablar de los movimientos contraculturales

una virtud

El autor ha hecho un buen trabajo de investigación de la época y su trasfondo político

puntuación: 7

«Revolucionarios»

Joshua Furst

Impedimenta

424 páginas,

24,50 euros

Versión Kindle: 14,24 euros

Tiempos de guerra y locura, por Sagrario Fdez.-Prieto

En el siglo XX aún quedaban en Europa hombres que intervinieron en la Primera Guerra Mundial y que después de haber participado en otras campañas de singular barbarie afirmaban entre el orgullo y la tristeza del superviviente que aquello sí que fue una guerra. En la Gran Guerra, el epíteto sirve tanto para destacar su importancia como la crueldad de su desarrollo. Kris Van Steenberge mantenía vivos los recuerdos de su abuelo sobre aquella contienda y eligió como acertado título de su novela una sola palabra, «Vesania», que contiene no solo la esencia misma de aquella guerra –demencia, locura, furia– sino también la descripción de una forma de vida y unos hechos que transcurren en una pequeña aldea belga pero son capaces de poseer un carácter universal. En Woesten, un pequeño pueblo ubicado en Flandes, una joven de quince años, Elizabeth, sueña con tener otras vidas que alientan los libros prestados por un hombre de apariencia mayor, cultivado y extranjero que vive en el pueblo.

Al mismo tiempo la chica descubre el amor en brazos de un joven del lugar, pero acepta sin un ápice de lo mismo la proposición de matrimonio de un médico que podrá legitimar lo que ya crece en su vientre y quizá alejarla del pueblo. Durante buena parte del libro de Van Steenberge la guerra es una sombra amenazante y sigilosa en la que el lector piensa cuando se cita el año 1914 o se hace algún comentario breve y de pasada sobre los malos tiempos. Mientras tanto asistimos al crecimiento de los dos hijos de Elizabeth nacidos del mismo parto: un niño hermoso, prácticamente perfecto, y otro tan deforme como un monstruo. El padre llama al primero Valentijn y piensa que el segundo no merece ser ni tan siquiera nombrado, por lo que le inscribe como Innominado y así se le conocerá. La violencia se desata también en la aldea: un crimen, un falso culpable, una víctima expiatoria...

Algo de felicidad

A veces resulta fácil recordar «La cinta blanca» de Hanecke y asemejarla con ella, pero lo que en la película es un preludio aquí se convierte en simultaneidad cuando uno de los hermanos es alistado y sufre los efectos de una bomba. La narración se estructura en cinco partes que dan voz a los principales protagonistas con títulos tan claros como son «Alas», «Astillas» o «Mandamientos». «Vesania» bebe de las novelas del XIX, en las que la tragedia y la expiación se ven salpicadas a veces con algo de felicidad. Las referencias metafóricas a Europa y a la guerra son frecuentes: «En el invierno de 1914 hacía un frío de guadaña».

sobre el autor

Nació en Lier, Bélgica, en 1963. Además de novelista es dramaturgo, director de escena y profesor

ideal para...

acercarse al clima existente en la Europa previa a la Primera Guerra Mundial a través de una novela entretenida

un defecto

Ninguno reseñable

una virtud

La novela añade un hermoso epílogo que explica su escritura

puntuación: 8

«Vesania»

Kris Van Steenberge

Acantilado

409 páginas,

24 euros