Los libros se ponen sus mejores galas
El Palacio de Congresos volvió a ser el escenario de la cena literaria que da a conocer el ganador con casi un millar de invitados.
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El Palacio de Congresos volvió a ser el escenario de la cena literaria que da a conocer el ganador con casi un millar de invitados.
Existen dos palabras dentro del universo literario en español que relucen más que ninguna otra, Premio Planeta. Nombrarlas genera luz, brillo, calor, notoriedad, excelencia, buenos augurios, como esas palabras mágicas que abrían las puertas de todos los tesoros. Premio Planeta, estas dos palabras tiene el ritmo, la sonoridad, la viveza de esas grandes noches que uno lleva consigo para siempre. Y ayer, día de Santa Teresa, volvieron a servir para reunir alrededor de una elegante cena a la plana mayor del universo literario y cultural español.
Escritores, editores, representantes políticos, todos se unieron durante unas horas para brindar por el libro, ese elemento a veces ninguneado pero fundamental para la vida y para la magia.
Durante más de 60 años, el 15 de octubre se ha convertido en algo así como la noche de los Oscar de las letras hispánicas, cuando el libro se pone elegante y estupendo y reclama la atención de todos. El Palacio de Congresos de Cataluña volvió a ser el escenario de la tradicional velada que da a conocer el premio y que contó con cerca de un millar de invitados.
Dolores Redondo, Javier Moro, Clara Sánchez... el desfile de grandes autores era incesante. «Premio Planeta», decías, y alguien se giraba, porque había muchos de los anteriores galardonados, encantados de revivir la noche más salvaje de sus vidas, pero sin los nervios de entonces. «Premio Planeta», había algo reconfortante en decirlo una y otra vez, algo poderoso.
Y el desfile de escritores continuaba, Luz Gabás, Alicia Giménez Bartlett, Víctor del Árbol, Alejandro Palomas... el álbum de cromos de los grandes nombres de la literatura española contemporánea estaba prácticamente completo. La fiesta, con el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, como gran anfitrión, se inició con un elegante refrigerio que demostró que los escritores tienen un excelente pulso a la hora de comerse de un bocado un canapé de salmón. Paralelamente, los miembros del jurado aparecían en el auditorio fastuosos y elegantes solo para desaparecer en un santiamén, como si fuera uno de esos cuentos de «Las mil y una noches» en el que el genio otorga un deseo y se esfuma.
Allí estaban Juan Eslava Galán y Fernando Delgado y Carmen Posadas y Rosa Regás, etc., pero se fueron demasiado pronto a deliberar como para saber cómo toman los canapés, si de un bocado o a mordisquitos. A pesar de la ausencia de miembros del Govern, sí acudieron el ministro de Cultura, José Guirao, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Incluso apareció Máxim Huerta, corriendo y sin querer hacer declaraciones. También Artur Mas, José Montilla y un largo etcétera de autoridades.