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Los líderes contra el apartheid eclipsados por Mandela

Un documental que se estrena el viernes narra el juicio de 1964 que condenó a cadena perpetua a los ocho nombres opacados por el líder surafricano .
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Un documental que se estrena el viernes narra el juicio de 1964 que condenó a cadena perpetua a los ocho nombres opacados por el líder surafricano.
De regreso a casa, tras pasar 27 años en la cárcel, Nelson Mandela proclamó frente a la multitud en Johannesburgo, entre aplausos y abucheos, su credo: «He dedicado toda mi vida a la lucha del pueblo africano. He combatido la dominación blanca y combatido la dominación negra. He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas convivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro alcanzar. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir». Es uno de esos grandes discursos de la historia, como el «sueño» de Luther King, el Gettysburg de Lincoln o ese «señor Gorbachov, derribe este muro» de Ronald Reagan en Berlín solo tres años antes del de Mandela.
Sin embargo, en dicha proclama de 1990 hay un mensaje embotellado y una cápsula del tiempo para el pueblo africano, que lo supo descodificar. Es, de hecho, una especie de «como decíamos ayer» que dicen pronunció Fray Luis a la sudafricana. Y es que Nelson Mandela ya expresó estas mismas palabras en junio de 1964, en su alegato final y común a todos los acusados en los juicios de Rivonia que se saldaron con la condena a cadena perpetua de los 10 activistas procesados. Después de la experiencia en la prisión de Robben Island, y otras, el líder carismático regresaba con el mismo discurso de tres décadas atrás para hacer patente que la lucha contra el Apartheid seguía siendo necesaria en los mismos términos. En los siguientes años, este sistema racista de segregación entre la población blanca y negra de Sudáfrica caería por su propio peso. Mandela había triunfado.
Los mismos riesgos
Pero, ¿solo Mandela? Todo hito histórico tiene uno o dos nombres que fagocitan la idea que hay detrás. En el caso del fin del Apartheid ha sido Madiba quien ha capitalizado a modo de icono exclusivo la lucha contra el régimen segregacionista que llevaba formalmente instaurado por la minoría «afrikaner» desde después de la II Guerra Mundial. La realidad es que, como siempre sucede, fueron muchos los líderes (negros en su mayoría y algunos blancos) que lo combatieron. El documental francés «El Estado contra Mandela y los otros», dirigido por Nicolas Champeaux y Gilles Porte, alumbra a esos «otros» olvidados por el gran público o desconocidos a nivel internacional que hicieron posible la caída del Apartheid.
«Los camaradas de Mandela estuvieron en prisión igual que él, asumieron sus mismos riesgos, fueron sus consejeros políticos y, en cambio, no son conocidos mundialmente», señala Champeaux. Este periodista de la radio francesa conoció a varios de ellos, desentrañó sus aventuras políticas. «Como tantos corresponsales en Sudáfrica, pasé años preparando la necrológica de Mandela para cuando llegara el momento. Recopilé mucho material de entrevistas con los camaradas, pero no los usaba porque los medios no estaban interesados en otra cosa que no fuese solo Mandela. Fueron personas con vidas interesantísimas, aunque nadie se fijó en ellos», añade. Líderes fundacionales como Walter Sisulu, el judío Denis Goldberg o el indio sudafricano Ahmed Kathrada, que pagaron con la cárcel su militancia en el Congreso Nacional Africano y los sabotajes realizados en los 60 por la rama militar Umkhonto we Sizwe (Lanza de la Nación).
El juicio es el vínculo de todos ellos y el tronco del filme, cuyo origen está en las más de 250 horas de grabaciones de este proceso que se llevó a cabo tras el apresamiento de los activistas en 1963 y que concluyó en el verano del 64. Champeaux tuvo acceso al audio y desde el principio concibió la idea de llevarlo al cine, algo que el realizador Gilles Porte le ayudó a hacer realidad. «Estos audios se conocían muy poco, estaban en un cajón, cogiendo polvo en los Archivos Nacionales de Sudáfrica, y la gente solo recordaba el ''speech'' de Mandela. Nadie había escuchado y editado esto para el público», añade.
Gracias a dichas grabaciones entramos en el opresor ambiente del juicio, con el jefe de la acusación Percy Yutar, judío que había logrado huir del Holocausto en Europa y acabó defendiendo la causa racista en los procesos de Rivonia, intentando demostrar la intención terrorista y subversiva del Congreso Nacional Africano y buscando una sentencia de pena de muerte; las declaraciones de los testigos, la defensa de los acusados... «Esto nos permite mostrar la cualidad de lucha colectiva que hubo», señala el periodista, algo que se hace mediante ilustraciones animadas al carboncillo por el artista Oerd y que buscan reflejar ese ambiente opresivo, y que se completan con entrevistas a los condenados.
Mandela ya fue protagonista de aquel juicio, con su famoso discurso de 4 horas. Pero según los directores es importante salirse de su figura exclusiva, algo difícil para los sudafricanos: «Cuando haces una película sobre él en su tierra tienes que pasar por una serie de trámites. Nosotros como franceses éramos independientes y estábamos detrás de la verdad, que a veces puede ser incómoda». Por ejemplo, señala Porte, en Cannes, donde se exhibió el filme, un distribuidor sudafricano estuvo interesado en contratarlo, «pero quería cortar cosas y montar él la película; luego nos enteramos que pertenecía a la Fundación Mandela».
Violencia y aislamiento
No obstante, todos asumieron en su día el liderazgo de Mandela, incluído Sisulu. «Él era una eminencia cuando conoció a Mandela en el 43 –señala–. A Nelson lo acababan de echar de la universidad y contactó con él. Los acusados en Rivonia no querían ser iconos, sino liberar a su pueblo; eran miembros muy disciplinados de la organización, con conciencia de lucha colectiva. Todos entendieron que Mandela tenía que representarlos, fue quien recibió las visitas internacionales en Robben Island. Eran personas excepcionales sin ego, lo que los políticos tendrían que ser». El hecho de que la lucha negra contara con un líder con tirón mediático ayudó a visibilizarla.
Pero «El Estado contra Nelson Mandela y los otros», que intenta y logra ser descriptivo del ambiente de los juicios y fiel a su idea de sacar a la luz a los «otros» Mandela, adolece de profundidad en aspectos importantes, como el debate sobre la violencia, hasta qué punto es lícita para combatir un régimen opresor. Mandela y los suyos fueron considerados terroristas por parte de la opinión pública internacional, pero ellos apelaron al sabotaje como vía menos drástica frente al terror o la revuelta para ir desarmando el Apartheid. Como se muestra en la película, las autoridades blancas diseñaron barrios específicos para los negros donde, con excusa de una mayor comodidad, los intentaban aislar. Una idea de segregación que se demolió en los 90, pero sigue latiendo en la Sudáfrica de hoy.
Los secretos del Dictabelt
Las 254 horas de audios del juicio contra Mandela y sus compañeros se grabaron en Dictabelt, un medio de grabación comercializado de los años 40 a los 70, «que los americanos introdujeron en Sudáfrica durante la Guerra Fría», apunta Porte. «Estos Dictabelt del juicio de Rivonia estuvieron mucho tiempo guardados hasta que un inventor francés creó un modo de leerlos sin estropearlos, ya que están hechos de un vinilo muy fino. Y este señor contactó con Nicolas al ver lo interesante que era el material». El Dictabelt vayó en desuso en los 70. Una de las grabaciones con este método más famosas del mundo son los audios del departamento de Policía de Dallas tras el asesinato de Kennedy en 1963.