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La mala digestión del autoritarismo: ¿por qué Yolanda Díaz nos quiere en casa a la una de la mañana?

La ministra de Trabajo pretende cerrar los bares a esa hora y mandarnos a casa sin tener presentes nuestras libertades y costumbres
Restaurantes y bares. Ocio nocturno en Madrid.
Restaurantes y bares. Ocio nocturno en Madrid. Gonzalo Pérez La Razón
La Razón

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Yolanda Díaz nos quiere a los españoles como a Cenicienta, a las 12 en casa. Dijo la vicepresidenta del Gobierno el pasado lunes, con un simbólico corsé rojo toda vestidita de Zara, que no le parece «razonable» que nuestros bares y restaurantes estén abiertos hasta la una de la madrugada: «Es una locura», sentenció alocadamente. Sin ninguna cordura, sí, porque la ministra de Trabajo ha pinchado en hueso a la hora de pretender homologarnos con el resto de Europa, cual si fuésemos un título universitario.
Como cantó José Manuel Soto: «Mis costumbres que no me las toquen». Porque: ¿Sabrán acaso en Estrasburgo que en Ayamonte en junio el sol se acuesta de madrugada? ¿Entenderán siquiera los fineses que nos gusta el pacharán, el orujo de hierbas, una guitarra y el mantel manchado? ¿Envidiarán los lombardos que en Cádiz la gente se suba de la playa a las diez y pico? ¿Se sorprenderán los neerlandeses de que después de la Champions en el Santiago Bernabé nos metamos en un asador vasco a ponernos como el Kiko? ¿Quién osa desde Bruselas evitar que paliemos la resaca con un plato de carcamusa en lo de Roberto, en Toledo, o con un shawarma en Pedro Antonio, en Granada? ¿Qué entenderán en Escania por recena, por un buen plato de berza gitana a las 3 AM o por Tito Ábalos acodado en un putiferio de carretera dando cuenta de jardazos de Soberano?
Sostiene Peláez, articulista de «ABC», que «Yolanda ha salido por Europa, y se ha quitado la boina aldena, y ahora se cree que hay que ser europeos, lo que ha visto en Noruega y Dinamarca. No, aquí somos lo que somos». Además, «si es un tema de derechos laborales hay que verlo como tal, no como usos y costumbres, en los usos y costumbres un gobierno no se puede meter». Coincide el pucelano con Alberto Olmos, de «El Confidencial«, que es de la opinión de que «Hasta para cenar tenemos que ser europeos. Como elegir entre cenar con amigos, y pasarlo bien, y ser europeos es una elección claramente perdedora, Yolanda Díaz sólo habrá conseguido un meme más en su carrera. Cambiar las costumbres por decreto es imposible».
«Yolanda Díaz ha pinchado hueso si piensa homologarnos a Europa cambiando nuestras tradiciones»
El mal de Montano, columnista en «The Objective«, es que le digan a qué hora tiene que irse a la cama y con quién: «Pretende erigirse en la mamá de todos los españoles; la mamá que nos dice cuándo tenemos que irnos a la cama. Pronto nos dirá con quién y con quién no. Y en qué postura hacerlo, si lo hacemos». En su línea está Pedro Narváez, subdirector de LA RAZÓN, que tiene escrito que «Va a resultar que se decide cuándo morir o no nacer, pero no cuándo salir del restaurante, ya sea rígido o doblado».
«Díaz siempre ha tenido vocación de gobernanta de internado femenino y lo de mandar a los españoles a la cama a la hora que a ella le da la gana es sólo un ejemplo más de ello», opina Cristan Campos, jefe de Opinión en «El Español». El profesor Rodríguez Braun, que escribe en esta casa, cita a Hayek para hablar de «la fatal arrogancia del socialismo, que siempre presumió de monopolizar el saber»; por lo que «cuando hablan de ‘racionalizar los horarios’, nunca se refieren a la libertad de las personas corrientes para racionalizarlos. No. Eso jamás. Aquí van a racionalizar los que saben: los poderosos desde sus poltronas». Campos refrenda esto y añade sorprendido que la «ocurrencia» la realice «alguien que ha vivido siempre del presupuesto público, es decir del trabajo de los demás, y que se permita pontificar con esa autoridad sobre un mercado de trabajo que ella no ha experimentado jamás en primera persona».
«Estamos dispuestos a ir en misión pedagógica por Europa para enseñar teoría de la siesta»
Emilia Landaluce, periodista de «El Mundo», se declara fan de las sobremesas, y no está de acuerdo con las palabras de la vicepresidenta porque no ve dónde está el problema: «Hay un extenso horario de cenas y comidas en los restaurantes: los turistas pueden empezar a cenar a las 7 y hay españoles que cenan a las 11 después del teatro, de la ópera, o después de la feria de Sevilla...». Y le preocupa que, con la implementación de más turnos «nos salga la caña a 10 euros en vez de a 2,50». Hughes (Paco Santas, hijo de Albacete) va más allá: «La propuesta es un disparate bien dirigido a seguir ‘‘homologándonos’’ con Europa dentro del proyecto más amplio de disolución de lo español». ¿Un falso debate?
Y es que más de uno estamos dispuestos a ofrecernos voluntarios para que nos manden en misión pedagógica a enseñar por todo el viejo continente teoría y práctica de la siesta, antes de que cualquier burócrata protestante o comunistilla con ínfulas nos recorte aunque sea en 5 minutos «la cabezaíta de después de comer» por mor de la dichosa productividad.
«He cenado esta semana en dos restaurantes y uno cerraba a las doce y otro a las once y media. La propuesta de Yolanda Díaz, pues, está fuera de la realidad», dice Montano. «Es difícil creerse que Yolanda Díaz busca con estas declaraciones otra cosa que dar que hablar y asomarse un poco en los periódicos», apunta Olmos. Y en el mismo sentido, Campos, quien se niega a rebatir la ocurrencia desde un punto de vista económico o social, ya que «sólo es un truco para recuperar el espacio mediático perdido después de sus catastróficos resultados en las elecciones gallegas».
Viñeta de Tanaka sobre la propuesta de Yolanda Díaz
Viñeta de Tanaka sobre la propuesta de Yolanda DíazLa Razón
En cambio, Peláez (Magnífico Margarito en los ambientes) piensa que detrás de las palabras de la vice «subyace algo de razón». «No es racional que estemos hasta la 1 viendo la tele. No podemos pensar que el resto del mundo está equivocado. Hay que empezar antes y acabar antes la jornada porque es lo lógico para conciliar».
Y no les falta razón a ninguno de ellos, incluso a Díaz, quien desde su posición de privilegio en el Gobierno ya podría intervenir para que los programas estrella de TVE, como «MasterChef», acabasen antes de las 2 de la madrugada. Aunque cierto es que llamamos prime time a lo que no lo es: el auténtico horario de máxima audiencia en España va de las 21 a 23 horas: Informativos, «El Hormiguero», «First Dates» y «El Intermedio». Y como bien apunta Montano, cada vez es más frecuente que los restaurantes empiecen a recoger a las 23,30 o te digan que si vas a querer algo más, a eso de las 22 y 50, «que vamos a cerrar cocina». Pero nos gusta tanto debatir... que como se entere Yolanda nos va a racionar los argumentos: «dos por persona y un taco máximo».
En fin, ¿cómo podríamos rematar este cuento de la madrastra gallega de Cenicienta? Quizás parafraseando las fórmulas clásicas: «Y colorín colorado, son la 1, y este cuento por decreto se ha acabado», o: «Y fueron felices e iban a comer perdices, pero como la cocina ya estaba cerrada, tuvieron que conformarse con que les pusieran un plato de queso».