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Mala Rodríguez: «El rap y el flamenco saben a garbanzos y espinacas»

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«Soy casi como Inés Arrimadas», dice entre risas esta jerezana afincada en Barcelona que fusiona el rap con el flamenco en una receta que contiene versos y ritmos, y a la que añade como ingredientes mensajes de liberación que suenan al compás que late su corazón. He aquí una buscadora de oro que, a veces, encuentra pepitas con la cara llena de barro. Una poeta a la que la vida a veces le duele y otras le rima. He aquí una mujer orgullosa de serlo, que piensa que cuando no queda nada, todo queda. Ella es La Mala y asegura, mientras nos tomamo algo refrescante en el Hotel Florida de Barcelona, que no podría ser La Buena, al menos en este mundo tan cretino, crudo e infernal. «Aguante», su último single, sirve como adelanto de su próximo álbum, que verá la luz a finales de año.
¿Por qué no La Buena?
(Risas) A las mujeres nos toca ser malas, porque cogimos la manzana del árbol del conocimiento. Si no estuviera aquí, si estuviese en otro planeta, no sería así. Pero en este mundo no queda otra.
¿Le gustaría estar en otro?
¡Claro! Tengo muchas ganas de que llegue mi momento, salir y viajar por los cielos y conocer otras civilizaciones y otras galaxias...
Y luego volver para contárnoslo en canciones.
¡Qué va! Yo aquí no querría volver. Esto es un infierno.
«Aguante», como su nuevo single. «Y no me da la gana, yo vine a llevármelo todo por delante», canta. ¿Qué queda cuando no queda nada?.
Todo lo que imagines.
Piensa que las mujeres siguen necesitando himnos de liberación. Pero a usted, personalmente, ¿qué le libera?
La poesía. Ese poder de evocar, de teletransportarme a otros lugares. Es como viajar en el tiempo y en el espacio. Hace volar a mi mente.
¿Y el rap nos iguala?
No creo en los estilos, sino en las palabras y en los mensajes.
¿Cuánta poesía hay en el rap?
Mucha. El rap contiene poesía y ritmo. Y compás (se chasca los dedos).
¿Su poeta favorito?
Yo misma.
¿Qué le da a las musas?
No lo sé. En realidad, soy una inútil. Lloro cuando me sale una canción. Me gusta levantarme y ponerme a escribir. La sensación de tener que vomitar los impulsos es lo que me engancha.
¿Prefiere escribir o cantar?
Escribir. Lo hago desde niña. A mi madre le escribía poesías y siempre me ha gustado dejar por escrito lo que vivía.
¿Leerse o escucharse?
Leerme.
¿A qué sabe la mezcla entre el rap y el flamenco?
A espinacas con garbanzos.
¿A qué le suena la vida?
(Piensa) La vida es difícil y complicada. En «El arte de ser feliz», de Schopenhauer, se dice que muchos se conforman con no sentir dolor. Esta vida es un sufrimiento. A veces tiene sonidos terribles.
¿Le duele?
Hay días que siento que no es un lugar agradable, y otros en los que disfruto de los bellos momentos que hay que vivir.
¿Qué le cantaría usted a España?
Algún clásico: «La leyenda del tiempo», por ejemplo, que sigue siendo vanguardista, pero a la vez ignorado.

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