Manolo Valdés: «En España, lo público se suele instrumentalizar»
Seis de sus famosas «damas» esculpidas en hierro, aluminio y mármol policromado ocupan hasta el 5 de octubre la mítica Plaza Vendôme de París
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Seis de sus famosas «damas» esculpidas en hierro, aluminio y mármol policromado ocupan hasta el 5 de octubre la mítica Plaza Vendôme de París.
Pocos artistas podrían soportar en su obra el peso de un marco tan genuino como la parisina plaza Vendôme. Hasta el día 5 de octubre, seis monumentales cabezas femeninas de hierro, aluminio y mármol policromadas de Manolo Valdés (Valencia, 1942) se integrarán en la plaza más elegante del mundo, como hacen muchas de sus piezas en las colecciones de más de 45 museos del planeta. Este «valenciano de Manhattan» –reside allí desde 1989– es uno de nuestros artistas plásticos con más proyección internacional. De la mano de la Marlborough Gallery, Valdés despliega sus piezas de gran formato para que entren en diálogo con la columna trajana, el mítico hotel Ritz o las exclusivas joyerías que compartirán escena urbana con las «damas valdesianas».
–¿Hasta qué punto una «sala de exposiciones» tan lujosa condiciona al autor?
–Condiciona mucho porque es un reto. Cuando sabes que tienes un lugar como éste, evidentemente te planteas dar lo mejor que tengas, aunque las cosas no se hagan para un lugar en concreto porque después viajan a otros sitios, pero el estímulo es innegable. Las esculturas cobran un significado distinto según donde estén. No sería lo mismo verlas aquí que en los Campos Elíseos (como en su momento se barajó). La plaza Vendôme es un lugar más reposado y la lectura que el consumidor hace de ellas cambia completamente.
–Usted es un convencido del carácter efímero que debe tener la escultura pública...
–Sí, como consumidor creo que es muy importante que las cosas no queden para siempre. En Nueva York hay mucha tradición de exposición callejera y cuando alguna no me gusta, sé que no pasa nada porque dentro de un mes habrá otra. Y desde el punto de vista del productor, me siento más cómodo cuando sé que eso es temporal y se irá.
–La seis damas de la Plaza Vendôme lucen originales tocados y pamelas... ¿dónde hay que buscar la inspiración de estas ornamentaciones?
–Siempre hay un punto de partida. En esta ocasión fue una visita al Metropolitano de Nueva York, donde vi una exposición de máscaras africanas en las que los tocados y adornos eran muy exagerados. Eso se me quedó y cuando se queda, puede acabar siendo tarde o temprano un punto de partida para hacer algo.
–Parece que cuando hablamos de arte español a nivel internacional sólo nos remitimos a un puñado de nombres como los de Jaume Plensa, Luis Gordillo o usted, ¿tiene nuestro arte la visibilidad que merece?
–Sí, lo tiene. Es un momento histórico en el que todos tenemos incluso más de lo que nos merecemos. En otros instantes históricos hubiese sido imposible. Cuando uno mira la historia de la pintura española desde el siglo XVII con Velázquez, luego Goya y así hasta llegar a Picasso, te das cuenta de que los nombres de ahora son poco relevantes, y, sin embargo, tenemos una notable presencia.
–El epicentro del arte sigue en EEUU y Europa, pero llevamos ya tiempo observando la pujanza latinoamericana...
–Pienso que los artistas latinoamericanos que han tenido relevancia son los que al fin y al cabo se han formado en Europa. Latinoamérica sigue siendo más de literatura que de pintura o arte. Cuando me encuentro pintura latinoamericana siempre le veo referencias al otro lado del Atlántico.
–¿Qué opina de creadores que «no se manchan las manos», como Jeff Koons o Damien Hirst?
–Han existido siempre, lo que pasa es que en el campo de la pintura son más raros. Pero hay que pensar en el cine o en la arquitectura... Yo no puedo hacer las cosas como Koons, no tengo las mismas características, aunque los respeto y creo que con esos equipos son capaces de hacer cosas estupendas sin mancharse las manos.
–¿Se siente bien representado en los grandes centros nacionales como el Reina Sofía, o echa de menos ciertas llamadas?
–Cuando uno lleva tanto tiempo en esto como llevo yo, en uno u otro momento te encuentras a gente que ocupa esos lugares que se interesan por lo que haces. Afortunadamente, después llegan otros y ponen a otros. Pretender estar siempre ocupando un lugar es estúpido.
–En alguna ocasión ha dicho que no quiere saber nada de proyectos públicos en España...
–No me gusta pedirle nada a ninguna administración. Lo público se suele acabar instrumentalizando mucho en España y, con ello, se hostiga al artista según quién esté en el poder.
–Llegó a Nueva York hace 25 años apreciando su sentido infinito... ¿Sigue siendo la capital de un mundo tan globalizado?
–Yo siempre digo que los mejores no están en Nueva York pero casi todo lo mejor acaba pasando por Nueva York. Cuando tienes la posibilidad de exponer en varios sitios y finalmente lo haces allí, uno se esfuerza más... ¡Es como la Plaza Vendôme!