Matisse, la potencia del no color
La Fundación Canal acoge hasta el 18 de mayo una exposición con una faceta desconocida del pintor: grabados, dibujos y el uso del blanco y negro
La Fundación Canal acoge hasta el 18 de mayo una exposición con una faceta desconocida del pintor: grabados, dibujos y el uso del blanco y negro
La intensidad del color es lo que principalmente llama la atención cuando se observa "La danza"de Henri Matisse. El rojo de las cinco figuras, el contraste del potente azul del cielo y el verde de la naturaleza, resumen un elemento característico del pintor: la enérgica expresividad a través del uso del color. Con esto, puede parecer raro que se dedique una exposición entera a unos grabados en los que el color brilla por su ausencia. A partir de hoy, la Fundación Canal acogerá "Matisse grabador. Obras de The Pierre and Tana Matisse Foundation", en la que una selección de 63 grabados de la colección que el pintor francés legó a su hijo muestran cómo el pintor utilizaba otro tipo de técnicas más allá del color.
Esta exposición es doblemente especial, según apunta Jay McKean Fisher, comisaria de la exposición, ya no solo porque profundiza en una de las facetas menos conocidas de Matisse -el dibujo y el grabado con tintas negras- sino también porque se realiza en el 150 aniversario del nacimiento del pintor. Hasta el 18 de agosto, la exhibición mostrará la conexión de Matisse con otros precedentes históricos y artísticos, así como la evolución de su obra a través de diversas técnicas y de la relación que mantuvo con las modelos que posaron para él.
Esta galería divide en 11 secciones ordenadas cronológicamente. En total, Matisse produjo 829 grabados desde 1900 hasta su muerte en 1954. De esta cantidad, se han recogido para la exposición 63 que representan su evolución en el dibujo y su capacidad para aprovechar cada reto para convertirlo en arte.
1. Primera parada: autorretrato a punta seca
Para sus primeras estampas, Matisse utilizó la técnica de punta seca: dibujar en una placa directamente con una herramienta afilada. En estas ocasiones, es la fuerza la que determina el relieve y la oscuridad del dibujo. Ejemplo de ello es la primera estampa del artista: un autorretrato que, inspirado en la obra de Rembrandt, aparece con la mirada levantada, observando un espejo o a quien se ponga delante de la obra.
2. De la madera al gran desnudo
Desde principios de 1900 hasta antes de comenzar la década de los años 20, Matisse probó cantidad de técnicas nuevas. Por una parte, el grabado en madera daban lugar a litografías muy llamativas, con líneas gruesas cuyos contornos y decoración recuerdan al trabajo de Vincent van Gogh. Una vez más, se observa en estos grabados de Matisse la influencia que tuvo tanto de éste como de expertos en xilografías, como Paul Gauguin.
El pintor y escultor francés comenzó a mostrar con estos dibujos su cercanía y confianza con sus modelos. Trabajó con una misma para producir una serie de litografías -dos de ellas recogidas en la exhibición- realizadas a través de una línea continua y con las que buscaba sacar el máximo partido a su expresividad, ya sea en el rostro o en la posición del cuerpo.
En este contexto de poses y miradas transmitidas a través del grabado, destaca "El gran desnudo"(1906). Hasta este momento, Matisse realizaba las litografías dibujando primero sobre el papel para después transferirlo a la piedra. Sin embargo, para esta obra decidió trabajar por primera vez directamente sobre la piedra litográfica, demostrando de nuevo que para él no había retos en el arte, sino posibilidades que abarcar. En especial, esta obra ha sido cuestionada al relacionarse durante una época al +estilo cubista de 1913 hasta que, gracias a la similitud que el posado guarda con otros grabados, se atribuyó a la fecha de 1906.
3. Linealidad y más tinta para los años 20
Tras ocho años en los que Matisse se dedicó a la pintura más que a la litografía, el interés del pintor por el grabado revivió en 1922, con "Modelo descansando". Según explica McKean, el artista comenzó a buscar en una misma modelo obras nuevas, de manera que demuestra su capacidad de ver diferentes posibilidades en un mismo sujeto. Con esto, utilizó el carboncillo para unas composiciones en las que los tonos del color negro comenzaban a cobrar importancia. Paralelamente, el pintor dibujaba desnudos y poses de forma lineal, como es el caso de "Desnudo invertido con brasero"(1929), en el que destaca una línea libre que traza las formas de una mujer descansando desnuda.
4. Negativos y aguatintas
En 1938 el pintor francés optó por una nueva técnica: el linograbado. En lugar de tallar en la madera las líneas que quería dibujar, en este caso el artista cortaba su alrededor sobre la plancha de manera que, al entintarla, solo cobraba el color negro el espacio que rodea las líneas. En algunas de estas obras utilizaba el color, pero la mayoría están impresas en negro, creando un efecto que recuerda los negativos de las fotografías.
Por último, llegando al final de su vida, Matisse utilizó la técnica de aguatinta al azúcar para retratar a sus modelos. En especial, a Nadia. Su rostro aparece en muchos de los dibujos del pintor que, como explica McKean, con pocos trazos producía grabados atrevidos y con potente significado expresivo.
Con esto, la American Federation of Arts, The Pierre and Tana Matisse Foundation y la Fundación Canal, pretenden transmitir, hasta el 18 de agosto, que Matisse no era solo color, pintura y escultura. Era mucho más: un artista que se atrevió con todo tipo de técnica artística y cuya evolución trasladará al espectador lo que él una vez dijo: "La obra es la emanación, la proyección de uno mismo. Mis dibujos son trozos de mí mismo. Su conjunto constituye Henri Matisse".