Michael Cunningham: "Si gana Trump, será peor para Europa que para Estados Unidos"
Después de diez años sin publicar, vuelve con "Día", una historia sobre el final de una pareja durante la pandemia
Madrid Creada:
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Michael Cunningham quedó anclado en la literatura con una obra de afortunada inspiración, «Las horas». Un título que contó con una adaptación cinematográfica y que recogía su predilección por la novelista Virginia Woolf y una irracional superstición por el número tres. Ambas obsesiones vuelven a coincidir en «Día» (Lumen), la primera obra que publica en los últimos diez años y que discurre en una misma fecha, pero en tres años distintos y a través de distintos tramos de la jornada: mañana, tarde y noche. Con estos ambages, el escritor ha levantado una historia de subrayada intimidad y naturalismo que disecciona con enorme percepción las grietas que abre el tiempo en las parejas, el impacto de una pandemia (mencionada, pero no nombrada), las melancolías que acumulan los hombres y mujeres en la edad adulta y las perspectivas de los jóvenes que se abren a la vida. «Es un libro de finales y de principios. Hay cosas que terminan para distintos personajes, pero para la mayoría, está empezando algo nuevo. Todas las novelas, incluso, las más oscuras, en el fondo son optimistas. No creo que alguien que esté desesperado pueda escribir una novela».
Uno de los protagonistas quiere volver a componer canciones, como en su juventud. ¿Con los años hay un intento de recobrar lo perdido?
Creo, de hecho, que ese es uno de los relatos humanos fundamentales. Todos estamos en busca del tiempo perdido. Y esa es una de las cualidades más misteriosas de las personas. En el presente todos estamos al borde de lo desconocido y aquellos que estamos enamorados del pasado es porque sobrevivimos a él y no tenemos claro que sobrevivamos al presente. Por eso lo idealizamos y lo recordamos más feliz de lo que fue. Lo que más me gustaba de mi pasado era la idea de futuro. La sensación de que no sabía qué iba a pasar.
La belleza perdida, ¿afecta?
Por supuesto. Una de las grandes dificultades de ser humano es reconocernos a medida que envejecemos. A los 70 no somos tan guapos como a los 20. En el caso de uno de mis personajes es algo que se le hace especialmente duro porque era famoso por su belleza. La belleza puede ser una maldición. Cuanto más te eleves por tu belleza, más dura será tu caída...
"La belleza puede ser una maldición. Cuanto más te eleves por tu belleza, más dura será tu caída"Michael Cunningham
¿Pero?
Lo que me resultaba interesante de este protagonista es que está atravesando algo que en nuestra cultura antes solo les sucedía a las mujeres. Quería aplicar esa crisis al hombre.
En su libro, la protagonista tiene un sueño que quiere realizar.
Cree que todos pueden ser felices en una casa de campo, pero acaba en una casita cutre en mitad de la nada. Se fantasea, pero luego la realidad te trae otras cosas. Es el gran dilema, que cuando se cumple un sueño no es tan estupendo como cuando lo imaginaste. Pero no se puede vivir sin sueños.
El sueño de un mundo parece que se ha olvidado.
Cierto. Gran parte del mundo, no solo EE UU, está escorando a la extrema derecha. Entre sus cualidades es que encarna un sueño hecho realidad... aunque para una fracción pequeña: casi todos serán pobres y unos pocos, ricos. Eso tendrá un precio. La gente está aterrorizada.
"No aprendemos mucho. O es que a veces no podemos vivir con lo que hemos aprendido"Michael Cunningham
¿Cómo ve las próximas elecciones de su país?
Estoy preocupadísimo. Aunque cuatro años más de Trump sería peor para Europa que para Estados Unidos.
No hemos cambiado mucho con la pandemia.
Ya pensamos, después de dos guerras mundiales o de los atentados del 11-S, que íbamos a cambiar, pero si nos fijamos en la historia humana, vemos que ocurren cosas horribles, y, después de enterrar a los muertos y recoger los escombros, nos ponemos a vender salchichas. Esto es lo que somos. No aprendemos mucho. O es que a veces no podemos vivir con lo que hemos aprendido, así que nos volcamos en la normalidad, porque la fragilidad y brutalidad de la anormalidad, como el virus que aparece en mi novela, lo que conlleva es inaguantable. Es más de lo que muchos podrían soportar. Pero un conejo no puede vivir su vida penando que hay zorros sueltos por el mundo porque si no, no saldría nunca de la madriguera.
¿Habrá que esperar otros diez años para leerle?
No. Estaba a la mitad de una. Pero no tenía sentido continuar con ella con una pandemia y me puse con esta. No tardará en salir otro libro mío muy pronto.