Modigliani, ¿verdadero o falso?
La Tate Modern de Londres dedica una impresionante retrospectiva al artista italiano, sobre el que siempre planean las dudas sobre la autenticidad de sus obras debido al gran número de imitaciones
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La Tate Modern de Londres dedica una impresionante retrospectiva al artista italiano, sobre el que siempre planean las dudas sobre la autenticidad de sus obras debido al gran número de imitaciones.
Mujeres, pobreza, alcohol, drogas. Modigliani (1884-1920) era el prototipo de artista bohemio. Se codeó con Cézanne y Picasso, pero siguió siempre su camino, pegado al arte figurativo, y acabó convertido en uno de los genios del siglo pasado. La Tate Modern expone hasta el 2 de abril una retrospectiva dedicada a él. Con más de cien obras, muchas jamás vistas antes en el Reino Unido, la muestra recorre la trayectoria del pintor y escultor, desde sus inicios hasta su muerte prematura en París, enfermo y alcoholizado, con solo 35 años.
La pregunta pendiente es: ¿Son verdaderas todas las piezas?. Nadie pone en duda la credibilidad del museo, pero la cuestión es obligada cada vez que Modigliani se convierte en protagonista de una muestra. A principios de este año, los fiscales italianos alegaron que 21 de las 60 obras expuestas en el Palazzo Ducale de Génova eran posiblemente falsas. El caso sigue investigándose. Pero la Tate asegura a este periódico que no tienen nada que temer. «Solo presentamos trabajos que figuran en el catálogo de 1972 realizado por Ambrogio Ceroni, por lo que no tenemos motivos para preocuparnos», asegura la comisaria, Nancy Ireson. Dicho catálogo, publicado en 1958, se considera el punto de referencia. Y es que la producción pictórica que se conserva del autor es escasa. Muchas de sus obras fueron distribuidas por el artista o sus marchantes sin dejar constancia de ello. Tras su muerte, sus cuadros fueron aumentando de valor hasta el punto de que en los últimos años los remates de sus ventas han alcanzado récords mundiales.
Una cuestión
La vida del genio transcurría entre los bares de París, los romances y la venta de sus cuadros para comprar comida, alcohol y drogas. A los 32 años conoce al marchante Leopold Zborowski, que le organiza la primera exposición en 1917, que es clausurada porque los desnudos ofenden la moral pública. La muerte del artista convierte al marchante en millonario, pero éste se arruina en 1929 con el «crack» de la bolsa de Nueva York y termina muriendo en la pobreza, como Modigliani, que falleció en 1920 en la miseria. En la muestra que se organizó este año en Génova se exhibieron más de cincuenta trabajos entre dibujos y pinturas. El crítico de arte Carlo Pepi afirmó que, «viendo el catálogo», eran «poquísimas las obras de su autoría». La polémica con la exposición de Génova no es un episodio aislado. Especialmente mediático fue el caso de tres jóvenes que, en 1984, siguiendo los rumores que aseguraban que Modigliani había tirado en un foso de Livorno algunas esculturas, crearon ellos mismos una que en un primer momento fue tomada por original del artista. Pocas semanas después, el hecho fue desmentido.
Hasta el responsable de velar por el patrimonio del artista, Christian Gregori Parisot, fue detenido en 2012 junto al marchante Matteo Vignapiano bajo la acusación de poner a la venta 59 piezas falsas del maestro por más de 6,5 millones de euros. Parisot organizaba exposiciones con el objetivo de captar clientes para las falsas piezas que astutamente intercalaba con las originales. Cuando aparecía alguien interesado, les vendía las falsas. ¿Quién iba a desconfiar de la autenticidad con el aval del Instituto Modigliani? Mucho menos cuando el marchante encubierto dejaba caer que, entre sus muchas operaciones, estaba la de asesorar a los propios «carabinieri» en la tutela del patrimonio cultural italiano.
Sucesos sospechosos
En 2008, Parisot ya fue condenado por la justicia francesa al exhibir obras falsas como si fueran originales y tuvo que defenderse de quienes en Italia lo acusaron de haber tenido algo que ver con la muerte, a los 66 años, de Jeanne Modigliani, la hija del artista. En julio de 1984, justo un año después de haber nombrado «sucesor oficial» a Parisot, Jeanne se disponía a viajar desde París a Livorno para participar en el centenario del nacimiento de su progenitor e investigar la aparición de obras falsas atribuidas a este. Pero lo impidió un accidente casero en el que perdió la vida al caer por las escaleras. Fue la primera hija que el artista tuvo con Jeanne Hébuterne. Cuando el artista falleció en 1920, Jeanne, embarazada de su segundo hijo, se quitó la vida.