Macaco: “Mientras el mundo está en guerra, nosotros nos enamoramos”
Lanza “Vuélame el corazón”, nuevo álbum repleto de colaboraciones variadas y donde busca “hacer una declaración de amor mientras el mundo está en guerra”
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El amor se hace, se canta, se siente, se acaricia, se transmite y se comparte. Y también inspira: Dani Carbonell, a quien conocemos como Macaco, lanza hoy nuevo disco bajo el título “Vuélame el corazón”, y lo presenta como su primer trabajo conceptual: “En estos tiempos convulsos en el mundo, decidí hacer una declaración de amor”, apunta el cantante. El álbum se trata, como viene siendo ya distintivo de Macaco, de un sinfín de contrastes estilísticos. Ya no solo por incluir canciones de diversos géneros -rumba, cumbia, folk o tango-, sino también por tratarse de un proyecto para el que ha contado con todo tipo de colaboraciones: desde Kevin Johansen hasta Rita Payés, pasando por Estopa, Bejo, Ana Mena, Tanxugueiras, Travis Birds, Álvaro Soler, Leiva o Fuel Fandango.
“Vuélame el corazón”, ¿para tocar el cielo o de un tiro?
(Ríe). Me ha gustado la pregunta. Lo muestra la portada del disco, donde aparece un globito con forma de corazón elevando un elefante. Se puede interpretar de muchas maneras, como que el amor todo lo puede, y el amor pesa. Este disco no es un catálogo sobre las relaciones de amor, sino que las canciones son cortometrajes sonoros de diferentes momentos que podemos vivir en una relación: los subidones, los bajones, el vaivén de las emociones es patrimonio de las relaciones. No es un camino recto. Es un disco conceptual, no lo había hecho nunca, y en estos tiempos convulsos en el mundo decidí hacer una declaración de amor.
No lanzaba un álbum desde 2019, ¿la pandemia y lo que hemos vivido nos ha enseñado a querer bien?
Ojalá fuera así. Durante la pandemia yo compuse muchísimas canciones, cada una de su padre y de su madre, porque como sabes mi repertorio es un abanico muy amplio. Hay canciones que incluyen temas sociales, relacionadas con el cambio climático, pero de repente me vino este concepto: el mundo en guerra y nosotros nos enamoramos. Hay canciones como “Quiéreme bien”, que fue el primer sencillo que compartí con mi querido Leiva, y es una letra sencilla. Creo que mucha gente se ha sentido identificada, pues habla de los lastres que se han pasado de generación en generación, quienes intentaban relacionar el amor con la propiedad y ese tipo de falacias que han consumido mucho las relaciones. Sería interesante que nos educaran emocionalmente en los colegios, en la familia, para poder luego relacionarnos mejor y poder crear nuestros propios códigos con nuestras parejas.
¿Cree en el amor romántico?
Creo que muchos y muchas hemos tenido esas sensaciones que aparecen en el disco en momentos diferentes de nuestra vida. Intenté hablar de todo, de las mariposas pero también de los dragones. De esas caricias y de esos temblores, porque todos hemos tenido rupturas. El amor es un trabajo de presente continuo, que tiene que salir de una manera natural. Hay canciones como “Me lía”, con Estopa, que habla de un chico que quiere algo más con una chica, y ella solamente quiere un rollo. Me gustaba así porque históricamente siempre se ha puesto al revés, como que la mujer siempre es la que quiere algo más, cuando también puede no querer profundizar.
¿Busca cambiar las tornas en este sentido con la música?
Me dan mucha rabia las etiquetas. A mí por suerte me han educado de otra manera, y mis experiencias han ido por otro lado. Hay muchas cosas que se tienen que seguir rompiendo, esos estereotipos tan casposos que no llevan a ningún lado, solo a círculos viciosos. Las relaciones son códigos únicos e intransferibles entre dos personas, y lo peor que se puede hacer, desde mi humilde opinión, es caer en comparativas.
¿Otra reivindicación necesaria puede ser dirigida al colectivo LGTBIQ+?
Eso siempre. En algunas canciones utilizo el masculino y el femenino mezclado. En el disco anterior compuse “Ovejas negras”, que es una oda a la diferencia, y ahora la que canto en este disco con Ximena Sariñana, “A un paso de baile de ti”, está enfocada a que las relaciones siempre están juzgadas y observadas por terceros. Parece que tiene que haber una cronología y un fin en una relación, que te debe convenir un género y no el otro. Hay gente que descubre su bisexualidad en un momento de madurez, como le ocurrió a la madre de una amiga mía, que a sus 70 años se enamoró de una mujer y es su pareja.
¿Huye de las etiquetas?
Es muy desgastante. El amor es el tema más debatido por el hombre. Todo el mundo opina, y siempre me ha dado rabia que debe haber un propósito previo, una señalización. Y los sentimientos no pueden ser acotados ni cronometrados.
Esa opinión externa debe multiplicarse al ser una figura conocida.
Yo soy bastante celoso de mi privacidad, pero también natural. Cuando eres popular, tu imagen ya no te pertenece y cada uno proyecta sobre ti lo que te da la gana. No opina y te ve de una manera, sin conocerte. He tenido dos relaciones con dos personas conocidas. Una sí se supo, y la otra no. En algunos momentos tenía esa lucha, de qué pereza tener que esconderlo, porque le quitan toda la frescura.
Hace poco la ruptura de Tamara Falcó se convirtió en un espectáculo nacional.
No sé ni quién es esa persona que acabas de nombrar, porque no veo la televisión, no leo revistas. Todo eso me parece súper casposo, de otro mundo.
En el álbum colabora con artistas diversos, desde Kevin Johansen hasta Estopa o Ana Mena: ¿por qué esa selección?
Me gusta hacer cosas con diferentes artistas. Cuando compuse el disco no lo concebí así, pero se me fue yendo la olla y llegué a la conclusión de que el amor se entiende en plural, y decidí hacer colaboraciones con Rita Payés, a quien admiro, con la gran Ximena Sariñana o Travis Birds... Con algunos artistas más conocidos que otros, con estilos muy diferentes, y todas las canciones funcionan.