Rock

Ariel Rot: «La estética del mundo me agrede»

Ariel Rot / Músico. Publica «La manada», nuevo disco de aire reflexivo y narrativo, el que es propio de un escritor. De canciones.

Ariel Rot
Ariel Rotlarazon

Publica «La manada», nuevo disco de aire reflexivo y narrativo, el que es propio de un escritor. De canciones.

Ariel Rot (Tequila, Los Rodríguez) se le está poniendo cara de escritor. Quizá debería probarlo, pero mientras se decide publica un disco lleno de historias, «La manada». Una intensa gira le llevará a tocarlo en directo por 14 ciudades. En Madrid, el 5 de noviembre y en Barcelona el 18.

–¿Cuál es el mensaje?

–Hacer un disco es algo tan inconsciente que es después cuando tengo que hacer el esfuerzo de llevarlo al plano real. He encontrado respuestas: narra la historia de una vida. Pienso que es mi trabajo con una línea narrativa más coherente. Habla de un tipo que se aísla o se va de viaje, hay mujeres, amigos, grupos que se desintegran, «road movies»..., una manada de emociones desbocadas.

–Cada canción, una emoción.

–Podría ser, aunque tal vez predomina la nostalgia... también la furia está presente, que es nueva.

–¿La furia? ¿En qué caso?

–Bueno, «Espero que me disculpen» es un tema sobre sentirme agredido por el mundo.

–No le ví el sentido social.

–No es tanto social, va de lo emocional a lo estilístico: el mundo me agrede estéticamente.

–No se refiere a que la gente es más fea que antes...

–No, la gente no es fea... (risas) sino que nos invade una especie de vulgaridad, de falta de belleza, en los medios, en las tendencias.

–¿Por eso canta acerca de una semana encerrado sin salir?

–Por mi profesión tengo que estar constantemente, como ahora, contestando, dando la talla. Y cuidar mi aspecto y eso. El abandono es muy placentero.

–¿Para crear?

–No exactamente. Por momentos me volví un poco fóbico y, como no me lo puedo permitir, cuando lo hago, es a lo grande.

–Su repertorio más sentimental le está dando satisfacciones.

–Son las canciones que más perduran en el repertorio. Temas como «El mundo de ayer» o «Vicios caros» nunca los he dejado de tocar. Ese medio tiempo con fuerte voltaje emocional resultó ser un género interesante.

–¿Con la madurez uno escribe mejor de sentimientos?

–No sé si es la madurez u otra cosa, pero tiene que ver con que esta profesión con el tiempo se fue volviendo cada vez más solitaria y pasó de ser festiva a ser reflexiva.

–¿Por qué?

–No tengo banda, paso mucho tiempo solo y trabajo solo y llegué a tocar solo. Y entonces, da más tiempo a reflexionar, observar y a la lectura. También uno con la edad se vuelve más consciente de sus sentimientos.

–Cuando era un joven rockero, ¿lo evitaba para no ser cursi?

–No sé, espero no haberlo sido. Con los jóvenes rockeros hay muchos clichés y es importante liberarse y es conveniente ser más atrevido, menos uniformado.

–¿Como oyente ha cambiado?

–La verdad es que mucho rock en español bien escrito no es que haya. Si lo quieres encontrar tienes tangos, boleros, Sabina y Serrat. Me interesa Lichis o Sergio Makaroff, y no me vienen más a la cabeza.

–¿Sus canciones salen más del pasado que del presente?

–Hay de todo. Mi vida sigue siendo emocionalmente bastante intensa (sonríe). Encuentro material abundante con el que trabajar.

–No necesita ficciones...

–Siempre es bonito tener un pasado intenso y turbulento y recordarlo (sonríe).

–Con veintipocos ya era una estrella del rock.

–En realidad, con 18. Y sobreviví. Nunca pasé por un centro de rehabilitación, ni por un manicomio, y, afortunadamente, tampoco por un cementerio.

–¿Se ha arruinado?

–Nunca fui rico ni pobre. En algunos casos el pop fue muy generoso, pero no es el mío.

–Un rockero prefiere morirse que cantar a la muerte.

–¿Por qué no vamos a hablar de temas trascendentales? A mí me cuesta mucho huir de ellos. Disfruto con el rock como entretenimiento, pero cuando tus preocupaciones o tus obsesiones son otras... El paso del tiempo y la muerte son asuntos de una lista acuciante. Como dice Ajo, la micropoetisa: «Yo, al revés que las modelos y los futbolistas, solo hablo de mi vida personal».

–¿Cree que la música tiene alguna función o sólo entretener?

–Yo creo que sí, y espero que la siga teniendo: conmover, emocionar, abrir nuestras cabezas, llegar a sitios donde solos no hubiésemos llegado... Como la literatura. Procedo de una generación a la que la música le influyó mucho, es nuestra materia más sensible. Para nosotros era muchísimo más que un entretenimiento. Era una guía, una droga y también diversión. Pero da la sensación de que se haya banalizado tanto que parece inusual que alguien reflexione.

–Lo hace sobre el oficio.

–Es otro de los temas de la lista: la salud, la profesión, la familia... habla del miedo y de la dificultad de componer una canción.

–¿Teme que se seque la fuente?

–Yo pensaba que después de «La huesuda» no volvería a escribir más. Pensé que era el momento de un disco de duetos, porque no sería capaz de escribir más canciones. Hice un par de textos que difícilmente superé. Siempre que empiezo un disco pienso que no me va a salir. La primera sensación es: «¿De qué voy a escribir?».

–Aunque lleve toda la vida.

–Justamente por eso, porque al principio es todo tan virgen y hay tanto por observar que... las letras de Tequila las escribíamos en una tarde.

–Canta: «Mi reino es el desencanto, mi patria es la decepción».

–Se refiere a este estado de decadencia espiritual estética y política que nunca imaginamos hace 15 años que el mundo tomaría este rumbo. Pero, como soy un poco fóbico, prefiero no pensar en estas cosas.

El lector

«Antes compraba todos los días el periódico y ahora nada más que un par de veces a la semana. De alguna manera, tengo que tener valor para comprarlo, porque estoy un poco saturado, la verdad», explica Ariel Rot. «Es difícil encontrar algo positivo a que agarrarse. Antes me interesaban mucho las firmas, las reflexiones y los editoriales, pero en ese sentido creo que se han devaluado bastante los diarios. Y para las noticias, hoy día, pones el Facebook y te enteras de todo...»