Callas, morir a tiempo para hacerse mito
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Hace hoy justo cuarenta años que falleció María Callas, dejando huérfana a la ópera. Ninguna figura de la lírica ha llegado a ser tan influyente y popular como la artista nacida en Nueva York. Callas no fue solo un fenómeno musical sino también social. Una figura de un arte minoritario que llegó a ocupar las portadas de la prensa del corazón. Una cenicienta que encontró y perdió su zapato en la lujosa vida social. Pero hoy, por encima de todo, queda su paso por el arte lírico. Sus interpretaciones son admiradas, analizadas y desmenuzadas por aficionados y profesionales. Desapareció pero dejó una herencia imperecedera.
Su voz nos puede sonar hoy hasta desagradable, acostumbrados como estamos a las pequeñas, incoloras e insípidas que nos han programado discográficas e intendentes, pero su gran mérito fue precisamente ser domadora de una vocalidad que parecía una tintorería, tan llena estaba de colores. Supo sobrevolar las entonaciones no siempre perfectas para transmitir emociones como pocas veces alguien ha logrado en la ópera. Fue capaz de pasar de la tormentosa ambición que devora a Lady Macbeth hasta la ingravidez de una «Sonambula», que parecía levitar a metros de la tierra. ¡Y qué recitativos! Quien aún no la haya escuchado, que se haga con su «Tosca» con de Sabata, en plenitud, su «Norma» con Serafin, ya en decadencia o la grabación pirata de «Medea» con Bernstein, quien cumpliría cien años el próximo agosto. Para él se abrirá un mundo nuevo, muy diferente al actual.
¿Qué otra cantante lírica ha alcanzado una popularidad tal como para que su vida haya sido llevada al cine en varias ocasiones? «Callas forever» es un mero ejemplo. ¿Sobre quién se han escrito más libros? «Fuego griego» es únicamente otro ejemplo. Hasta se ha escrito una obra teatral que refleja sus clases en la Julliard neoyorquina. Norma Aleandro, Nuria Espert o Fanny Ardant han recreado el personaje de «La Assoluta», en cine o teatro. ¿De quién se han reeditado más grabaciones? En esto días se publica una edición completa y un doble cd con fragmentos en vivo. Fue y es un mito, basta escuchar la reacción del público ante el «si bemol» con el que corona la marcha triunfal de «Aida» en México incluida en éste último álbum, porque todo lo que la rodeó fue intenso, desde aquellos cincuenta kilos que logró perder para hacer justicia a sus personajes o hacerse justicia así misma, hasta el hijo con Onasis, que parece éste le obligó a abortar. Su vida y su voz eran una pura ruina cuando falleció, a la que bien se podrían aplicar las palabras de Pauline Viardot sobre otra colega al final de su carrera: «Sí, es como el ‘‘Cenacolo’’ de Leonardo da Vinci, las ruinas de un cuadro, pero ese cuadro es la más grande pintura del mundo». María Callas tuvo, en su inmensa desgracia, la fortuna de morir a tiempo para convertirse en un mito.