Exitazo con la «Resurrección»
Crítica de clásica: Ciclo de Ibermúsica. «Sinfonía nº 2» de Mahler. Ches Reiss, Christa Mayer. Coro Nacional de España y Gustav Mahler Jugendorchester. Director: Jonathan Nott. Auditorio Nacional. Madrid, 11 -IV- 2015.
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Los conciertos de Ibermúsica suelen ir de triunfo en triunfo, pero es raro que el público no se mueva de sus asientos y permanezca aplaudiendo y vitoreando durante más de diez minutos. Es lo que sucedió el sábado tras una imponente interpretación de la segunda sinfonía de Mahler. Tenía su lógica por varias razones. De un lado se trata de una de las sinfonías más asequibles del compositor y también de las más «ruidosas». Presenta además solistas con uno de los más bellos momentos sinfónico-vocales para «mezzo» en el «Urlicht» y para colmo contiene un final coral espectacular.
Estas cosas pueden no ser suficientes si las numerosas huestes que requiere un concierto tan caro como éste no reúnen la calidad precisa o el director naufraga entre tantas masas. No sucedió así, sino todo lo contrario. Estuvieron muy bien la «mezzo» Christa Mayer y la soprano Chen Reiss, perfectamente audibles en todo momento, lo que a veces no es fácil. Igualmente el Coro Nacional de España. De la Mahler Jugendorchester hay una cualidad que ha de resaltarse sobre las demás: la energía vital de sus jóvenes atriles. Esa entrega, a veces agresiva y a veces hasta sonora en demasía, fue convenientemente aprovechada por Jonathan Nott para ofrecer una lectura de ésas que gustan a la mayoría del público porque no le plantean problemas, porque le facilitan las obras. Una lectura algo epidérmica si se quiere, con tempos aligerados sin recrearse en meditaciones, pero llena de potencia y efectividad, en donde la emoción no surge por un momento mágico sino por el impacto de un sonido apabullante, muy bien articulado y con exacta precisión.
Sabor agridulce
Increíbles algunos acordes a plomo del «tutti». Y ello no quita para que Nott, quien por cierto ha grabado todas las sinfonías malherianas, supiese también dibujar momentos en piano de lirismo intenso como algunos del primer movimiento y sobre todo el segundo. Un exitazo con sabor agridulce para los muchos que ya conocemos las dificultades económicas del mejor ciclo sinfónico español y no entendemos que no aparezca un gran patrocinador que garantice la continuidad de una serie histórica. ¿Será posible que el Santander no haya sido capaz de comprender las enormes ventajas de la proyección mundial que le ofrecía el acuerdo con el Carnegie Hall y un montón de las primeras orquestas del mundo que se le ha ofrecido? Bien sabemos que los financieros no siempre aciertan.